Días atrás traía al blog el soneto «José» de Eduardo González Lanuza (Santander, España, 1900- Buenos Aires, Argentina, 1984). Y hoy, para esta mágica noche de esperanza e ilusión, he seleccionado su poema dedicado a «Los Reyes Magos»:
Engualdrapados sus camellos
vienen siguiendo los destellos
del astro vivo del Amor;
el más zahorí de todos ellos
ya reconoce a su Señor,
y hunde en el polvo sus cabellos
Melchor.La magia alumbra su mirada,
llega a la humilde portalada
—súbito fue el descabalgar—;
la tiara en tierra derribada,
se va ante el Niño a prosternar
con la sonrisa alucinada
Gaspar.Ébano el rostro reluciente,
púrpura viste del Oriente;
¡qué poderoso el rebrillar
de la corona de su frente!
Incienso y mirra va a quemar
ante aquel Niño sonriente
Baltasar.Quiebran la espada y el venablo
arrodillándose a adorar
al que ha nacido en un establo
Melchor, Gaspar y Baltasar[1].
[1] Cito (con algún ligero retoque en la puntuación) por la antología Nos vino un Niño del cielo. Poesía navideña latinoamericana del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, EDIBESA, 2000, pp. 354-355.