Un apunte de crónica moral del franquismo: «Los abanicos del Caudillo» (1982), de Ramón Irigoyen

En 1982 se publicaba el libro de Ramón Irigoyen Los abanicos del Caudillo (Madrid, Visor Libros), poemario que desató una ruidosa polémica al serle denegada a su autor la segunda mitad de una ayuda a la creación literaria que le había sido concedida previamente por el Ministerio de Cultura (por esta circunstancia, Juan García Hortelano llegó a calificar a Irigoyen como el «primer poeta maldito de la democracia»[1]). Efectivamente, no gustó al jurado el contenido de este libro que constituye una mordaz sátira del régimen del general Franco (a través de la feroz visión de un «padre mítico», aquí «salvajemente masacrado por el poeta-saltimbanqui»), que había periclitado muy pocos años antes.

AbanicosCaudillo

Los abanicos del Caudillo puede ser considerado un libro de «poesía histórica» en tanto en cuanto su autor pretende ofrecer «una crónica de costumbres colectivas», y en concreto una imagen de la vida sentimental de la España del franquismo, pasada por el tamiz de su sarcasmo. Como indica Irigoyen en unas palabras preliminares, recordando la célebre frase que Stendhal aplicaba a la novela, el poeta-juglar —la voz lírica del poemario— viene a ser un cronista que «pasa el espejo por la sociedad de nuestros cuarenta años felices», aunque reconoce también a continuación que «un poema no es un estudio de sociología». Por otra parte, algunos de los rasgos que caracterizan a esa voz lírica van a coincidir con circunstancias biográficas del escritor, con lo que estaríamos también ante una poesía de corte, en cierto sentido, autobiográfico (aunque voz lírica y autor real son instancias bien distintas que, si bien pueden coincidir en determinados aspectos, no deben confundirse; el propio Irigoyen aludirá a esto).

En próximas entradas intentaré analizar el contenido de este libro, Los abanicos del Caudillo, como un apunte de crónica moral del franquismo, esto es, como retrato social —y retrato muy negativo— de una época de la España contemporánea, de un régimen político y de la sociedad que ese régimen trajo aparejada. También dedicaré atención al comentario de los principales recursos expresivos del poemario, dentro de su extremado —y deliberadamente buscado— prosaísmo[2].


[1] Los avatares principales de esa polémica pueden seguirse en las pp. 37-53 del libro, gracias a los documentos (reseñas, cartas, etc.) que se transcriben a modo de apéndice. El libro va dedicado «A los amigos que han creído en la honestidad de este trabajo». Durante la preparación de este trabajo he estado en contacto con el autor, a quien agradezco su amabilidad al facilitarme diversos materiales relacionados con su obra y responder a todas mis consultas.

[2] Para más detalles remito a mi trabajo «Un apunte de crónica moral del franquismo: Los abanicos del Caudillo, de Ramón Irigoyen»‚ en José Romera Castillo y Francisco Gutiérrez Carbajo (eds.), Poesía histórica y (auto)biográfica (1975-1999). Actas del IX Seminario Internacional del Instituto de Semiótica literaria, teatral y nuevas tecnologías de la UNED (Madrid, UNED, 21-23 de junio de 1999), Madrid, Visor Libros, 2000, pp. 53-63.

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