El «Romance del Corregidor de La Paz» de Hernando Sanabria Fernández

A Alicia Villar Lecumberri
y Santiago A. López Navia,
amigos cervantistas,
con cariño y amistad

El boliviano Hernando Sanabria Fernández cuenta en su haber con dos composiciones poéticas de temática cervantina; una es el soneto «En loor de Aldonza Lorenzo»[1] (publicado en 1978 con el seudónimo de José Lorenzo Vaca, cuyo comentario dejaré para otra ocasión) y, la que ahora me interesa destacar, su «Romance del Corregidor de La Paz». Pero, antes de entrar en materia, recordaré algunos datos biográficos del autor.

Cubierta del libro: Néstor Taboada Terán, Miguel de Cervantes Saavedra, Corregidor Perpetuo de la Ciudad de Nuestra Señora de La Paz, dibujos de Walter Solón Romero, La Paz, Plural Editores, 2005

Hernando Sanabria Fernández (Vallegrande, 1909-Santa Cruz de la Sierra, 1986) fue Licenciado en Derecho por la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca y Doctor en Derecho, Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz de la Sierra. Ejerció muy diversos cargos públicos, y ocupó la Cátedra de Sociología en la Universidad Gabriel René Moreno y la de Literatura e Historia del Arte en la Escuela de Bellas Letras de Santa Cruz. Desempeñó funciones diplomáticas, como consejero cultural en la embajada de Bolivia en España. Recibió, entre otras distinciones, la Medalla Nacional de Cultura, la Orden Boliviana de la Educación, la Orden Española del Mérito Civil y el Cóndor de los Andes[2]. Como escritor, publicó sobre temas muy variados (arqueología, economía, folclore, geografía, historia, lingüística, literatura, etc.). Periodista activo y docente, crítico, historiador y biógrafo[3], en el terreno de la creación literaria cultivó los géneros de la poesía (Figuras de antaño, poemario escrito en 1932, pero no publicado hasta 1976; Poemas provincianos, 1963), la novela (La de los ojos de luna, 1974) y el cuento (Cactus del valle,1986).

Sanabria Fernández tuvo una destacada actividad cervantina. En una entrevista para El Diario de La Paz aparecida el 27 de noviembre de 1977 declaraba:

Soy un apasionado cervantista. Resumiendo puedo decir que simplemente tengo aquí la devoción cervantina y el vincular esta mi devoción cervantina con mi devoción por mi patria, por aquello de que Cervantes quiso ser Corregidor de La Paz y un compañero de Cervantes, Pedro Ozores de Ulloa, vino a prestar servicio al rey en nuestro territorio[4].

En su obra, en efecto, se incluyen varios ensayos cervantinos. Así, en 1947 ganó el primer premio del concurso sobre Miguel de Cervantes con su trabajo Cervantes, Quijote, Sancho, en la ciudad de La Paz, convocado por varias instituciones en conmemoración del IV Centenario del nacimiento de Cervantes. Treinta años después, en 1977, ingresó como miembro de número a la Academia Boliviana de la Historia, y su trabajo de ingreso fue Un compañero de Cervantes en tierras de Charcas, hoy Bolivia. Y en noviembre de 1980 fue nombrado miembro académico numerario de la Academia Boliviana de la Lengua, siendo en esta ocasión su discurso de ingreso Cervantes y don Quijote en la literatura boliviana[5]. Cuenta con otros artículos cervantinos, algunos publicados y otros inéditos, y además concibió la idea de escribir una obra titulada Un boliviano en La Mancha. Excursión por tierras de don Quijote en España, como resumen de sus vivencias al realizar una por la Mancha en el año 1979, cuando se encontraba en España en misión diplomática.

En su «Romance del Corregidor de La Paz» evoca a Cervantes pobre, pese a todos sus méritos, pretendiente de un cargo en las Indias, entre ellos el de Corregidor de La Paz, que estaba vacante. Y el romance nos presenta al personaje en esa tensa espera de la resolución de su solicitud. Una tarde vemos a Cervantes cambiado: «Es otro hombre, ha ganado / honores, fortuna y prez…»). Pero, en realidad, todo ha sido un sueño. Su esposa Catalina lo despierta, precisamente para decirle que ha llegado un documento oficial con la respuesta: «No ha lugar a la demanda…». Cervantes, pese a todo, se muestra ilusionado, pues nadie puede quitarle ya la dicha de lo soñado. Y la composición se cierra con estos versos: «Aquí termina el romance / del insigne don Miguel, / Corregidor de La Paz / que no pudo ser y fue». No lo pudo ser, en la realidad biográfica, pero lo fue, aunque fuese en sueños, al igual que don Quijote fue caballero andante en su imaginación.

El poema —que anotaré someramente— dice así:

Ya envejece el buen hidalgo,
ya tiene magra la piel
y surcan su rostro arrugas
y nieva sobre su sien.
Le mancaron en Lepanto,
luchando contra el infiel;
unos piratas moriscos
le aprisionaron después
y ha sufrido largos años
de cautiverio en Argel.
Tiene escritos varios libros
de novelas y entremés
y es dilatada la cuenta
de sus servicios al rey.

Mas nada de todo aquello,
nada le ha hecho merecer
y anda escaso de privanzas
y de dineros también.

Buscando en las antesalas[6]
plaza en que pueda caber,
ha dado con la noticia
de que en las Indias del rey
hay cuatro cargos vacantes
que se van a reponer[7].

Los solicita por carta
en que invoca su estrechez
y los méritos ganados
en Lepanto y en Argel.

De las[8] cuatro dignidades
cualesquiera le está bien;
mas, si en lance de fortuna
le fuera dado escoger,
por[9] la del corregimiento
de La Paz optara él.

Van quince días de espera,
quince días de mudez,
cuando una tarde, cansado
por el inútil vaivén,
se recoge a echar en casa
la modorra del lebrel.

Es otro hombre, ha ganado
honores, fortuna y prez
en las Indias de la fama
que le tentaron ayer.
De los cargos requeridos
el corregimiento fue
de La Paz en el Chuquiago[10]
lo que se le dio en merced.

Helo ahí empuñando vara
de autoridad y de juez
en la ciudad que se tiende
de un alto nevado al pie[11]
y en cuyo río hay más oro
que joyas en un joyel[12].

Los hispanos[13] le obedecen
y le tratan de usarced[14]
y los hijos de la tierra
le besan manos y pies.

No le hacen mella la puna[15]
con su viento helado y cruel,
ni le fatigan las breñas,
ni al caminar da traspiés.
Va de un lado para otro
con el garbo de un doncel[16].

No ha olvidado, no por cierto,
sus aficiones de ayer:
escribe y llena cuartillas
con algo que nadie ve.

Siente un sacudón. Se yergue.
Alguien le llama: —¡Miguel!
(Así en privado le trata
la de Esquivias, su mujer[17].)
Se trae esta el gesto airado
y en las manos un papel.

Sin levantarse del todo,
toma el documento y lee:
«No ha lugar a la demanda,
ni a lo pedido por él.
Busque por acá y no en Indias
en qué se le haga merced»[18].

Vino el soñar con la siesta
y con la siesta ido es.
Mas nadie puede quitarle
la dicha del sueño aquel,
que si los sueños son vida[19],
se viven alguna vez.

Aquí termina el romance
del insigne don Miguel,
Corregidor de La Paz
que no pudo ser y fue[20].


[1] El texto está en Luis R. Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia: su imperecedero legado. Con ilustraciones y semblanzas de los artistas y escritores que engalanan el presente compendio, La Paz, Correos de Bolivia / PROINSA Industrias Gráficas, 2009, p. 207.

[2] Puede verse una semblanza más completa en Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 298-309; ver también Gilberto Rueda Esquivel, «Hernando Sanabria Fernández (1909-1986)», Fuentes. Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional (La Paz), vol. 13, núm. 63, 2019, pp. 67-74.

[3] Entre sus títulos no literarios se cuentan El habla popular de Santa Cruz, Cancionero popular de Vallegrande, Música popular de Santa Cruz, Breve Historia de Santa Cruz, En busca de Eldorado: la colonización del Oriente boliviano, Crónica sumaria de los gobernadores de Santa Cruz, Apiaguaiqui-Tumpa, biografía del pueblo chiriguano, Ñuflo de Chávez, el caballero andante de la selva, Cañoto, un cantor del pueblo en guerra heroica, La ondulante vida de Tristán Roca, Tradiciones, leyendas y casos de Santa Cruz de la Sierra, Iuparesa o La muña ha vuelto a florecer, entre otros.

[4] Cito por Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, p. 307. Para la cuestión del corregimiento perpetuo de La Paz, ver Néstor Taboada Terán, Miguel de Cervantes Saavedra, Corregidor Perpetuo de la Ciudad de Nuestra Señora de La Paz, dibujos de Walter Solón Romero, La Paz, Plural Editores, 2005.

[5] Puede leerse en Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 615-636.

[6] antesalas: las del palacio real, donde los pretendientes intentaban ser atendidos —muchas veces de forma infructuosa— en sus demandas de puestos y mercedes.

[7] Las cuatro vacantes a las que aspiraba Cervantes en 1590 eran la contaduría del Nuevo Reino de Granada (Colombia), la gobernación de Soconusco (Guatemala), la contaduría de las galeras de Cartagena de Indias (Colombia) o el corregimiento en La Paz (Guatemala).

[8] Añado el artículo «las».

[9] Añado la preposición «por».

[10] Chuquiago (Chuquiyapu Marka) es el nombre aimara del área geográfica que más tarde se convirtió en la ciudad de La Paz.

[11] El Illimani es una montaña nevada ubicada cerca de la ciudad de La Paz. Con sus 6.460 metros de altura, es la más alta de la Cordillera Real y la segunda de Bolivia, tras el nevado Sajama.

[12] en cuyo río hay más oro / que joyas en un joyel: alude al río Choqueyapu ‘señor de oro’, que es el principal curso de agua de la ciudad de La Paz. «Don Diego Cabezade Vaca nos relata que “la gente de este asiento y pueblo de Chuquiago tenía por adoración una guaca que llamaban Choqueguanca, que quiere decir ‘señor de oro que no mengua’”. Muy probablemente esta guaca o lugar sagrado estuvo en algún lugar del curso del Choqueyapu» (Ximena Medinaceli, «¿La Paz, ciudad de cerros o de ríos?», Ciencia y Cultura. Revista de la Universidad Católica Boliviana «San Pablo», vol. 4, núm. 7, 2000, p. 46).

[13] hispanos: los criollos, los descendientes de españoles; después con hijos de la tierra se refiere a los indígenas. Unos y otros, todos en La Paz, saludan respetuosamente y estiman a Cervantes.

[14] usarced: lo mismo que vuesarced o vuesa merced, tratamiento de cortesía y respeto.

[15] puna: «Extensión grande de terreno raso y yermo» (DLE); el apunamiento o soroche es el mal de altura.

[16] doncel: muchacho joven.

[17] la de Esquivias, su mujer: Catalina Salazar y Palacios, natural de Esquivias (Toledo), con la que casó el escritor en 1584. Todo lo anterior ha sido un sueño, del que despierta Cervantes al oír el grito de su esposa llamándolo, como explicita el poema unos versos más adelante.

[18] Busque por acá y no en Indias / en qué se le haga merced: en efecto, «Busque por acá en qué se le haga merced» fue la lacónica respuesta del Consejo de Indias, en junio de 1590, a la pretensión de Cervantes de pasar a América.

[19] si los sueños son vida: formulación que vuelve del revés el tópico de la vida es sueño, popularizado por el célebre drama de Calderón.

[20] Texto en Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 310-312. Aunque es un romance, mantengo la separación en «estrofas» que trae Quiroz. Fue reproducido también en Hernando Sanabria Fernández, Romances de mi tierra, Santa Cruz de la Sierra, Fondo Editorial del Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 1997, pp. 239-241.

«A Don Miguel de Cervantes Saavedra», tríptico de sonetos de Abel Alarcón de la Peña

El abogado boliviano Abel Alarcón de la Peña (La Paz, 1881-Buenos Aires, 1954) fue novelista y poeta. Ejerció la docencia en universidades de diversos países: primero en La Paz, y luego en Santiago de Chile (1920-1922), en Estados Unidos (1923-1925) y en Austria (1932-1934). Tras regresar a Bolivia en 1935, fue director de la Biblioteca Nacional, jefe de la Sección Consular del Ministerio de Relaciones Exteriores y secretario, hasta su muerte, de la Academia Boliviana de la Lengua. Cultivó la novela histórica con títulos como En la corte de Yahuar-Huacac: novela original incaica (1916), California la bella (1926) y Érase una vez… Historia novelada de la Villa Imperial (1935). Libros de poesía son Pupilas y cabelleras (1904), El Imperio del Sol (1909), Relicario (1919) o A los genios del Siglo de Oro (1948). Entre sus volúmenes de relatos cabe citar Insomnio (1905), De mi tierra y de mi alma (1906) y la recopilación Cuentos del viejo Alto Perú (1936). En el terreno del ensayo es autor de La literatura boliviana, 1545-1916 (1917) y de la miscelánea Cuadros de dos mundos (1949)[1].

De entre su producción literaria, me interesa destacar ahora su composición «A don Miguel de Cervantes Saavedra. Su vida. Su obra. Su gloria». Se trata de un tríptico de sonetos que se publicó en La Razón de La Paz, el 12 de octubre de 1947, con ocasión del IV Centenario del nacimiento del escritor[2]. La primera de las tres composiciones es la dedicada a «Su vida»; los dos versos iniciales destacan la «existencia azacanada» de Cervantes y lo presentan «fuerte en la lucha, digno en el quebranto»; los doce restantes ponen de relieve sobre todo su heroica participación en la batalla de Lepanto (ocurrida el 7 de octubre de 1571):

Gran varón de existencia azacanada,
fuerte en la lucha, digno en el quebranto,
con Juan de Austria[3] te hallaste en la alborada[4]
de aquel rútilo[5] día de Lepanto,

cuando anunció victoria coronada
un torbellino azul todo hecho canto,
y el turco vio en pedazos a su armada,
y entre velas huyó lleno de espanto.

El arma del infiel te abrió en el pecho
dos heridas, cual fueran dos claveles,
y perdiste, «por honra del derecho»[6]

legado por el Cid[7], la izquierda mano;
con que ayudaste a sumergir bajeles
a don Juan, de la guerra el soberano.

Cervantes en Lepanto

El segundo soneto, «Su obra», lo evoca cautivo en Argel y en la cárcel de Sevilla («Hispalis», v. 6) y califica al Quijote, con expresión quiasmática, como «de ideal realismo unión sublime» (v. 9) y a don Quijote como «un loco que enseña y que redime» (v. 11):

De cada adversidad sacaste lumbre:
por un lustro en Argel hecho cautivo,
tus años, en olvido y pesadumbre,
en dramas resumió tu genio altivo[8].

Más tarde, celda, apenas con vislumbre[9],
de la cárcel de Hispalis[10]: terror vivo,
sima para otros; para ti fue cumbre
que te inspiró tu Hidalgo admirativo[11].

De ideal realismo unión sublime,
es tu novela que deleita al mundo
con un loco que enseña y que redime.

Vives tus seres, sus diversos modos:
eres Sancho, Ginés[12], tu vagabundo,
y de tu varia vida viven todos.

Cabe destacar además la idea de que la experiencia vital del autor alimenta a sus personajes (vv. 12-14).

En fin, el tercero, «Su gloria», califica la obra de Cervantes como «mirífica expresión del Siglo de Oro» (v. 2) y recuerda en los vv. 9-11 los dos principales vínculos cervantinos con Bolivia, a saber: las menciones del Potosí en el Quijote y la demanda del cargo de Corregidor de la Paz. Este es el texto:

Tu obra es alcázar de arte, dulce asilo,
mirífica[13] expresión del Siglo de Oro
que vierte al orbe en su faustoso[14] estilo
de nuestro dúctil léxico el tesoro.

Junto al sitial de Homero y el de Esquilo[15]
ves pueblos que te ensalzan, magno coro;
Bolivia, de sus montes por el filo,
te eleva en gratitud himno sonoro.

Que a Potosí das lustre veneciano[16]
y a La Paz un blasón en tu discreta
demanda por regir su pueblo ufano.

Tu alma sidérea claridad[17] expande:
¡Grande en medio los grandes cual poeta!
¡Entre los novelistas tú el más grande!…


[1] Una semblanza del autor puede verse en Luis R. Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia: su imperecedero legado. Con ilustraciones y semblanzas de los artistas y escritores que engalanan el presente compendio, La Paz, Correos de Bolivia / PROINSA Industrias Gráficas, 2009, pp. 189-195.

[2] Tomo el texto, con ligeros retoques en la puntuación, de Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 196-197, donde el título figura como «D. Miguel de Cervantes Saavedra» (sin la preposición A al comienzo).

[3] don Juan de Austria: el hermanastro de Felipe II, que comandaba la Liga Santa contra el turco.

[4] alborada: amanecer.

[5] rútilo: rutilante, brillante.

[6] Compárese Cervantes, Viaje del Parnaso, I, vv. 214-216: «Bien sé que en la naval, dura palestra, / perdiste el movimiento de la mano / izquierda, para gloria de la diestra». En efecto, en aquella batalla Cervantes recibió tres heridas de arcabuz, dos en el pecho y otro en la mano izquierda, que quedó inútil (en ello consistió la manquedad de Cervantes, no en que se la cortaran).

[7] La lucha contra el infiel (v. 9) equipara a Cervantes con el gran guerrero Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

[8] en dramas resumió tu genio altivo: el cautiverio en Argel dejó honda huella en la producción cervantina, desde la historia intercalada del capitán cautivo en el Quijote hasta —a lo que se alude aquí específicamente— algunas de sus piezas teatrales —comedias de cautivos— como Los tratos de Argel, Los baños de Argel, La gran sultana y El gallardo español. Para el cautiverio de Cervantes en Argel y sus ecos en sus obras es esencial la monografía de María Antonia Garcés, Cervantes en Argel. Historia de un cautivo, Madrid, Gredos, 2005.

[9] apenas con vislumbre: oscura, con poca luz.

[10] Hispalis: sería más correcto «Híspalis» como antiguo nombre de la Sevilla de Hispania, pero ciertamente el ritmo del endecasílabo pide más bien la acentuación «Hispalis», que es la lectura que trae Quiroz y que mantengo.

[11] cumbre / que te inspiró tu Hidalgo admirativo: se hace eco aquí Abel Alarcón de la idea muy extendida de que el Quijote habría sido escrito en la Cárcel Real de Sevilla en 1597 (o en alguna otra prisión, como la de Castro del Río —Córdoba— en 1592), tomando en sentido literal lo que dice Cervantes en el prólogo de la Primera parte del Quijote: «¿Qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?». Ahora bien, engendrar no implica necesariamente ‘escribir, redactar’, sino que puede referirse a ‘imaginar, concebir en el pensamiento’.

[12] Ginés: alusión a Ginés de Pasamonte, el preso más peligroso de los que forman la cadena de galeotes (Quijote, I, 22).

[13] mirífica: admirable, maravillosa.

[14] faustoso: mantengo esta lectura (que recoge el DLE), sin que sea necesario enmendar a «fastuoso».

[15] Homero y Esquilo serían los modelos, respectivamente, de la narrativa (poesía épica) y el teatro.

[16] a Potosí das lustre Veneciano: Cervantes menciona dos veces Potosí en el Quijote; en la primera se trata de una referencia geográfica para connotar ‘lejanía’, en concreto las largas distancias que puede recorrer volando el caballo Clavileño: «De allí le ha sacado Malambruno con sus artes, y le tiene en su poder, y se sirve dél en sus viajes, que los hace por momentos, por diversas partes del mundo, y hoy está aquí y mañana en Francia y otro día en Potosí; y es lo bueno que el tal caballo ni come, ni duerme ni gasta herraduras…» (II, 40); pero es la segunda la que aquí explica el sintagma lustre veneciano, cuando don Quijote se ofrece a pagar dinero por los azotes que Sancho debe darse para desencantar a Dulcinea» y equipara las minas de Potosí con el rico tesoro conservado en la basílica de San Marcos, capilla de los duces venecianos: «Si yo te hubiera de pagar, Sancho —respondió don Quijote—, conforme lo que merece la grandeza y calidad deste remedio [los tres y mil y trescientos azotes que debe darse «en ambas sus valientes posaderas» para desencantar a Dulcinea], el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote» (II, 71).

[17] sidérea claridad: claridad sideral, como de estrella.

«Miguel de Cervantes viaja a sus dos espejos», de Francisco Javier Irazoki

Reproduzco este poema de Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954- ), creo que poco conocido, perteneciente a su poemario Retrato de un hilo (Madrid, Hiperión, 2013)[1], que recoge textos escritos entre 1991 y 1998. En su aparente sencillez, la composición de Zoki encierra una gran densidad de motivos biográficos cervantinos, como se podrá apreciar por las someras notas que añado. Los dos espejos a los que se asoma Cervantes no solo forman un acabado fresco de la España de Cervantes, sino que testimonian —poéticamente— la transición de un pasado y unos ideales heroicos a un tiempo de decadencia y desengaño («afila el palo de la melancolía», «Ve en los cristales su edad oscurecida»).

Los dos espejos de Miguel de Cervantes (imagen generada por IA)

El texto es como sigue:

En el primer espejo,
el imperio español es un pavo real[2]
que cubre un paisaje de mendigos, matasietes[3]
e hidalgos de gotera[4].
En sus plazas, el cadalso de la Inquisición
como único quiosco de música.

Ahí caminan el bisabuelo pañero,
la abuela y su familia de sangradores,
el abuelo con tres mozos de cuerda,
el padre sordo que ama la viola y los caballos[5].

Detrás vienen las hermanas,
domadoras de escribanos y genoveses relamidos[6],
el pueblo fisgador,
la paciente Catalina[7].

El militar lisiado[8] los mira desde su ventana
y bebe unos sorbos de aguapié[9]
mientras afila el palo de la melancolía.

Al segundo espejo llega la muchedumbre
que es cualquier hombre:
un niño que lee
los papeles rotos de la calle[10],
el joven que hiere a un maestro de obras[11],
el soldado con frascos de pólvora, bolsas de balas
y demás utensilios de poeta[12],
el cautivo ante el que ahorcan a un jardinero[13].

También acude el que pesa la cebada clerical[14],
ése que juega a los naipes
y a las excomuniones,
el que se acuesta en las cárceles[15]
y cuyas páginas aprisiona
el libro de un suplantador[16].

Ve en los cristales su edad oscurecida.

Para ir de un espejo a otro
cruza un lugar innombrable[17].


[1] Cito por Francisco Javier Irazoki, Palabra de árbol (Antología poética, Lesaka-Pamplona-Fez-Benarés-Nueva York, París, 1976-2021), Madrid, Hiperión, 2021, pp. 39-40.

[2] pavo real: imagen tópica y emblemática de la vanidad. Bajo la apariencia de lujo y riqueza de la Monarquía Hispánica se oculta una realidad de hambre, pobreza y fanatismo religioso («el cadalso de la Inquisición / como único quiosco de música»).

[3] matasietes: bravucones, fanfarrones.

[4] hidalgos de gotera: «Llaman en Castilla a aquellos nobles que lo son y gozan este privilegio solo en un lugar; y en saliendo de allí no son tales hidalgos» (Diccionario de autoridades).

[5] Es muy ajustada a la realidad esta relación de los oficios de los antepasados del escritor: el bisabuelo pañero era Ruy Díaz de Cervantes (hacia 1512, su hijo Juan de Cervantes tramitó la liquidación del negocio de paños); el abuelo paterno, Juan, era licenciado en Derecho y ocupó cargos en distintos destinos (de ahí la mención de los «tres mozos de cuerda»); Rodrigo de Cervantes, el padre, era cirujano o sangrador (no era profesión prestigiosa: realizaban pequeñas curas, sangrías…), y pese a su sordera fue gran aficionado a la música (afición que heredaría su hijo escritor).

[6] las hermanas, / domadoras de escribanos y genoveses relamidos: alusión a la mala fama de «las Cervantas», acusadas de prostituirse (también se acusa a veces, no en este poema, a Cervantes de ejercer de alcahuete de sus propias hermanas); tanto escribanos como genoveses connotan ‘dinero’ (los escribanos se enriquecían con las causas judiciales, a veces con malas artes; muchos genoveses eran banqueros).

[7] Catalina de Salazar y Palacios, esposa de Cervantes, con la que casó en Esquivias en 1584.

[8] militar lisiado: con las heridas cobradas en Lepanto, Cervantes se haría acreedor del sobrenombre de «el manco de Lepanto».

[9] aguapié: «Vino de baja calidad que se elaboraba echando agua en el orujo pisado y apurado en el lagar» (DLE).

[10] los papeles rotos de la calle: recuérdese el célebre pasaje de Quijote, I, 9: «Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía…».

[11] Alusión al duelo de Cervantes con el arquitecto («maestro de obras») Antonio de Segura o Sigura en 1569; al dejarlo malherido, tuvo que escapar precipitadamente de la acción de la justicia y pronto marcharía a Italia, en el séquito del cardenal Giulio Acquaviva.

[12] soldado … poeta: apunta aquí el tópico clásico de las armas y las letras. Cervantes, ciertamente, tuvo ambas facetas; en Lepanto combatió en la galera Marquesa al mando de una docena de hombres, en el esquife, arrojando piñas incendiarias contras las naves enemigas («frascos de pólvora, bolsas de balas»).

[13] En 1577, en uno de sus intentos de escapar del cautiverio de Argel, Cervantes y otros cautivos fueron ayudados por un jardinero navarro de nombre Juan; frustrada la fuga, el jardinero Juan fue ahorcado.

[14] cebada clerical … naipes … excomuniones: se alude ahora a la labor de Cervantes como comisario de abastos para la Gran Armada contra Inglaterra; en ocasiones Cervantes tuvo que requisar trigo y aceite a eclesiásticos, que respondieron excomulgándole (hasta en tres ocasiones). La mención de los naipes nos habla de la conocida afición al juego del escritor.

[15] Cervantes vivió la amarga experiencia de la cárcel, al menos en Sevilla en 1597 (por desajustes en las cuentas como empleado de la Hacienda real) y en Valladolid en 1605 (por el asunto Ezpeleta), y quizá —así lo quiere una tradición local— en la famosa Cueva de Medrano de Argamasilla de Alba.

[16] Alusión al apócrifo Quijote de Avellaneda.

[17] un lugar innombrable: puede haber aquí alusión al no nombrado lugar de la Mancha que fue la patria de don Quijote, según el archiconocido arranque de la novela.

El «Canto a don Miguel de Cervantes Saavedra», de Germán Céspedes Barbery

Germán Céspedes Barbery, escritor nacido en Cochabamba (Bolivia) en 1916, es autor de algunos poemarios (Puertos de ansiedad, Cuartetos del amor, de la vida y la muerte o Diálogos de amistad); libros de relatos (Cuentos de aquí, de allá y de más allá) y dramas (tales como Una flor en el suelo, Teatro interior o Ima Sumaj. Ejerció como profesor de letras y fue miembro del grupo cultural Gesta Bárbara[1].

Estatua de Miguel de Cervantes en la Biblioteca Nacional de España

A este panorama de las recreaciones cervantinas en la poesía boliviana lo traemos por su «Canto a don Miguel de Cervantes Saavedra», perteneciente al libro Puertos de ansiedad (1953), dejando apuntado que en el mismo libro se incluyen también otros cinco sonetos dedicados a otros tantos motivos quijotescos. El texto dice así:

Sonoro manantial del verbo hispano,
Capitán de proezas del ensueño,
artífice y creador del magno empeño
de enaltecer la estirpe de Quijano.

Tuyo el donaire del ingenio humano
como el embrujo del dolor risueño,
y tuyo el sacro universal diseño
de acero triunfal del castellano.

Tuya la savia de la ardiente España:
corazón encantado por la historia
de su fecunda y multiforme entraña.

¡Y tuyo el lauro, el himno de victoria
con que América asciende la montaña
con la Cruz y la Espada de tu gloria[2].


[1] Puede verse una semblanza del autor en Luis R. Quiroz (ed.), Cervantes y don Quijote en Bolivia, La Paz, PROINSA Industrias Gráficas, 2009, pp. 204-206. Ver también Elías Blanco Mamani, Enciclopedia Gesta de autores de la literatura boliviana, La Paz, Plural Editores, 2005, p. 58a.

[2] Cito por Luis R. Quiroz (ed.), Cervantes y don Quijote en Bolivia, p. 211. Mantengo las mayúsculas del original.