Aunque en la abundante bibliografía sobre Gabriel Miró[1] (Alicante, 1879-Madrid, 1930) existen algunos títulos dedicados específicamente al estudio de sus cuentos (pienso sobre todo en los trabajos de Baquero Goyanes, Hoddie, Norden, Rodríguez Puértolas, Torres Nebrera, Díez de Revenga y Lozano Marco[2]), no cabe duda de que este apartado de la producción literaria del escritor alicantino ha suscitado menos atención por parte de la crítica, en comparación con la dedicada a sus obras mayores, sus novelas.

No obstante, los trece relatos escritos entre 1899 y 1908 que forman el libro Corpus y otros cuentos[3] (1908), además de tener suficiente calidad e interés en sí mismos, compendian muchas de las preocupaciones temáticas y de las peculiaridades técnicas y estilísticas que caracterizarán las producciones de madurez de Miró. Así lo destacaba Norden, a finales de los años 70:
Los estudios sobre la prosa de Gabriel Miró han tendido a pasar por alto sus cuentos para concentrarse en sus novelas. Esta indiferencia crítica frente a sus narraciones breves es desafortunada porque entre éstas se encuentran algunas de sus obras más exquisitas. Su estilo rico tal vez se saborea mejor en sus piezas cortas donde su intensidad es complementada por la unidad de efecto […] Los cuentos de Miró son representativos de su prosa en general y exhiben, en forma condensada, los temas y técnicas que se repiten con frecuencia a lo largo de sus novelas[4].
Mariano Baquero Goyanes[5], sin centrarse exclusivamente en los relatos de Corpus y otros cuentos, estudió la cuestión de la indeterminación genérica de las narraciones de Miró. En su artículo repasaba los distintos nombres dados por el escritor a sus relatos breves: cuentos, novelas cortas, estampas, fábulas, consejas, leyendas, figuras, glosas, viñetas, tablas…, circunstancia que podría explicarse por la tendencia modernista o neomodernista a la fusión de las artes: Miró intentaría en sus piezas cortas «conseguir una significativa traslación literario-pictórica»[6].
Destacaba Baquero Goyanes el «especial tono que, tantas veces, presentan los cuentos mironianos»[7], pues en muchos de ellos lo descriptivo predomina sobre lo argumental, de forma que sus narraciones son muchas veces “estampas” estáticas, a veces sin connotación cuentística alguna. De ahí que la consideración de Miró como cuentista sea paradójica: por un lado, su naturaleza lírica y meditativa, su indudable sensibilidad literaria, le capacitaba para ser un «excelente cuentista»[8], pero, por contra, su excesiva tendencia hacia lo lírico-meditativo, «como algo capaz de resolverse en estático descriptivismo, suponía un riesgo de completo alejamiento del cuento» (p. 134).
Por su parte, Rodríguez Puértolas indicó en otro trabajo que en estos trece cuentos están ya presentes los rasgos del «gran estilo» de Miro: paisajismo plástico, detallismo expresivo, sensualidad enfermiza… Destacaba igualmente el tono mórbido y el sentimiento decadentista, que se traduce en «una casi complacencia en la descripción del dolor, la crueldad, la tristeza, que conduce, por fin, a un pesimismo que podemos llamar cósmico»[9]. El autor tiene conciencia de la necesidad de amor entre los hombres y conciencia también de la inexistencia de ese amor en el mundo, «o al menos de la incapacidad para el amor de muchos seres humanos» (p. 154)[10]. «Y en este universo de dolor, la presencia continua, ominosa, de la muerte» (p. 156). Rodríguez Puértolas finalizaba su artículo subrayando el carácter modernista, por los temas y por el estilo, de estos relatos, citando varios pasajes que evocan a Darío, Rueda y Valle-Inclán[11].
[1] Además de los trabajos específicos sobre Corpus y otros cuentos, me han resultado de utilidad algunos estudios generales sobre Miró, a saber: Francisco Márquez Villanueva, La esfinge mironiana y otros estudios sobre Gabriel Miró, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert / Diputación Provincial de Alicante, 1990; Antonio Porpetta, El mundo sonoro de Gabriel Miró, Alicante, Fundación Caja del Mediterráneo, 1996; Vicente Ramos, El mundo de Gabriel Miró, 2.ª ed., Madrid, Gredos, 1970; y Carlos Sánchez Gimeno, Gabriel Miró y su obra, Valencia, Castalia, 1960.
[2] Ver Mariano Baquero Goyanes, «Los cuentos de Gabriel Miró», en Homenaje a Gabriel Miró, Alicante, Caja de Ahorros Provincial, 1979, pp. 123-148; James H. Hoddie, «El tema de la alienación en algunos cuentos», cap. I de su libro Unidad y universalidad en la ficción modernista de Gabriel Miró, Madrid, Orígenes, 1992, pp. 23-34; Ernest E. Norden, «Elementos estilísticos del “Corpus” de Gabriel Miró», en Explicación de textos literarios, vol. VI-1, Sacramento (California), California State University, 1977-1978, pp. 73-79; Julio Rodríguez Puértolas, «Decadentismo, pesimismo, modernismo: los cuentos de Gabriel Miró», en Homenaje a Gabriel Miró, Alicante, Caja de Ahorros Provincial, 1979, pp. 149-159; Gregorio Torres Nebrera, Introducción a Gabriel Miró, Corpus y otros cuentos, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo / Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1995, pp. 11-59; Francisco Javier Díez de Revenga, Introducción a Gabriel Miró, Corpus y otros cuentos, Madrid, Castalia, 2004, pp. 7-49 (con una bibliografía selecta en pp. 53-57); y Miguel Ángel Lozano Marco, «Corpus y otros cuentos (1908-1915)», en su introducción a Gabriel Miró, Obras completas, vol. II, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2007, pp. XXI-XXI.
[3] Citaré por Gabriel Miró, Corpus y otros cuentos, en Obras completas, 5.ª ed., Madrid, Biblioteca Nueva, 1969. Hay otras ediciones modernas, por ejemplo: Corpus y otros cuentos, ed. de Gregorio Torres Nebrera, en Obra completa, vol. 7, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo / Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1995; Corpus y otros cuentos, ed. de Francisco Javier Díez de Revenga, Madrid, Castalia, 2004; y Corpus y otros cuentos, en Obras completas, vol. II, ed. y prólogo de Miguel Ángel Lozano Marco, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2007.
[4] Norden, «Elementos estilísticos del “Corpus” de Gabriel Miró», p. 73a.
[5] Mariano Baquero Goyanes, «Los cuentos de Gabriel Miró», pp. 123-148. Para la relación entre cuentos y artículos periodísticos, cfr. Marta E. Altisent, Los artículos de Gabriel Miró en la prensa barcelonesa, 1911-1920, Madrid, Pliegos, 1992; para los “cuentos” intercalados en las piezas narrativas mayores de Miró, cfr. Enrique Rubio Cremades, «Cuentos interpolados en el “corpus” novelístico de Gabriel Miró», en Francisco Javier Díez de Revenga y Mariano de Paco (eds.), Literatura de Levante, Alicante, Fundación Cultural Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1993.
[6] Mariano Baquero Goyanes, «Los cuentos de Gabriel Miró», p. 130.
[7] Mariano Baquero Goyanes, «Los cuentos de Gabriel Miró», p. 130.
[8] «El talante poético y meditativo de Miró, su extraordinaria capacidad descriptiva, su tan profundo sentido de la emoción temporal del instante y del tiempo pasado, su gusto por determinados temas y formas, temas de niños, de animales, manejo de símbolos, de alegorías, de parábolas, todo ello facultaba prodigiosamente al autor para el género más acorde con tales rasgos o circunstancias: el cuento» (Baquero Goyanes, «Los cuentos de Gabriel Miró», p. 148), aunque su extrema sensibilidad le lleva a traspasar las estrictas fronteras del género y a cultivar modalidades próximas de la narrativa corta.
[9] Rodríguez Puértolas, «Decadentismo, pesimismo, modernismo: los cuentos de Gabriel Miró», p. 154.
[10] A continuación citaba tres ejemplos de crueldad con los animales: la perra de «Los amigos, los amantes y la muerte», el insecto que mata la niña del cuévano y los pájaros y el cuervo maltratados en «El señor maestro».
[11] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Corpus y otros cuentos, de Gabriel Miró. Análisis temático y estructural», en Miguel Ángel Lozano y Rosa María Monzó (coords.), Actas del I Simposio Internacional «Gabriel Miró», Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1999, pp. 313-332.