Dado que la obra de Gómez Labrador que quiero comentar[1], en sucesivas entradas, apenas resulta conocida, me parece conveniente ofrecer con cierto detalle el resumen de la acción, lo que me servirá para ir presentando al mismo tiempo los principales temas planteados y una caracterización sumaria de los personajes.
Acto primero
1-64 [octavas reales] La comedia se abre con Basilio solo lamentándose en el campo. Amanece, todo está alegre a su alrededor, y esa alegría de los distintos elementos de la naturaleza contrasta con la tristeza del joven, debida al desengaño que le causa la cruel Quiteria: Basilio, en efecto, llora a raudales por el olvido de su enamorada.
65-514 [romance á a] Basilio y Ginesillo; luego Ginesillo solo. El criado, que ha escuchado los lamentos de su amo, trata de distraerlo y le pregunta las razones de su tristeza. Se ofrece para curar su mal, cosa que podrá hacer si le cuenta las causas que lo motivan. Basilio cree que sus penas no pueden tener remedio pero, a pesar de todo, empieza a explicar lo que le sucede. Al evocar a Quiteria se desmaya; cuando Ginesillo le va a echar agua para que vuelva en sí, ve que su amo lleva al cuello una medalla con el retrato de Quiteria. Recuperado de su desmayo, Ginesillo le anima a que prosiga el cuento de su historia. Basilio relata que Quiteria y él se amaban desde niños. Llora de nuevo, porque las dichas del amor pasado se han trocado ahora en desgracias. Dice que prefiere morir a verla casada con otro; y es que la ingrata Quiteria le deja por Camacho el rico. Si él hubiera sido rico —afirma convencido—, ya estarían casados; de hecho, si retardó la celebración de la boda fue porque quiso mejorar de fortuna para merecerla mejor. El consejo que le da primero Ginesillo es que se olvide de ella. Como Basilio le ha escrito una carta, aquel se ofrece para acomodarse como criado con el padre de la joven, y de esta forma le podrá dar «todas las cartas de usted, / aunque hagan una baraja» (vv. 423-424). La parte final de este bloque escénico (los vv. 445-514) es un soliloquio de Ginesillo en el que muestra su intención de seguirle la locura a Basilio.
515-638 [romance é a] Quiteria y su padre Bernardo. Bernardo le pregunta a su hija por qué está triste si tiene un pretendiente, Camacho, que es rico, noble y de buenas prendas, y le dice que debe mostrarse agradecida a la fineza de su pretendiente. Quiteria responde que la razón por la que no la ven contenta esos días es que se siente indispuesta; además, tampoco le parece bien dar demasiadas muestras de amor a Camacho para que este no la tome por una muchacha desenvuelta. Sea como sea, y obediente como buena hija, dice que en adelante se mostrará más cariñosa con él: «En dar a usted gusto en todo / todo mi gusto se encierra» (vv. 637-638), tales son las reveladoras palabras con que se remata el primer acto.
Acto segundo
639-762 [romance í o] Ginesillo y Quiteria. El criado da a la joven la carta de su enamorado Basilio, y su lectura le causa una gran turbación. De los comentarios con que va glosando las palabras del billete amoroso se deduce que sigue amando a Basilio, que no lo ha olvidado, aunque esté separada de él. Comenta que se irá a la selva que ha sido testigo de sus amores para ver si el cielo le da alivio en la situación en que se encuentra.
763-818 [octavas reales] Basilio, solo en la selva, se dirige líricamente a los distintos elementos de la naturaleza (troncos, peñas, arroyo, yerbas…) y proclama que viene a morir, después de dejar grabado su nombre en la corteza de algún árbol. Sigue reprochando a Quiteria su olvido, que es precisamente lo que va a causar su muerte. En ese momento, Basilio y Quiteria se descubren uno a otro.
819-918 [romance á a] Basilio y Quiteria; al final, Basilio solo. Quiteria le manifiesta que no le ha olvidado, que le ama, y que se ha visto obligada a aceptar la boda con Camacho por la fuerte presión de su padre y las gentes de su casa. Confiesa que sin él ella también morirá, le reitera su amor y le pide que idee una traza que pueda salvarlos, tras lo cual se marcha. La escena se remata con un breve soliloquio de Basilio, de marcado tono lírico[2], apostrofando a su corazón:
BASILIO.- Ya, mi corazón, descansa,
porque la dulce paloma
que llorabas alejada
y en las garras del milano,
de nuevo te da esperanzas
de volver al nido amado
que ha tanto que en ti ocupaba;
mas, ¡ay!, que a cualquiera viento,
como las débiles cañas
se mudan, suelen mudarse
de la mujer las palabras;
mas Quiteria no es mujer:
es belleza sobrehumana (vv. 904-916).
919-1177 [romance é o] Ginesillo se reúne con Basilio y se chancea de que siempre lo encuentra hablando a solas de Quiteria. Le cuenta que en el pueblo se rumorea que su amo se ha vuelto loco, mas Basilio afirma que está sano. Ginesillo le propone que rapte a la doncella, pero Basilio dice que ha pensado un plan mejor: «Yo he discurrido una traza / que, aunque también tiene riesgo, / la juzgo más poderosa / para el efecto que espero» (vv. 1039-1042). Como se niega a dar detalles del plan, Ginesillo amenaza con ir y contarlo todo a Camacho. Basilio, indignado por esta traición, le da a su criado dos opciones: o Ginesillo lo mata con su cuchillo, o si no, Basilio lo matará a él, por traidor. Puesto en esta sangrienta tesitura, Ginesillo recapacita y ofrece guardar el secreto.
1178-1295 [romance á a] Primero Ginesillo solo, y luego se añaden la criada Juana, Camacho e Isabel, hermana de Quiteria. El diálogo que se establece sirve para que conozcamos los preparativos de boda, que ponen de relieve la magnificencia de Camacho. Con ello se remata la segunda jornada.
Acto tercero
1296-1331 [silva de pareados] Vemos por primera vez en escena a don Quijote, que se caracteriza por su fabla medievalizante y su actitud caballeresca; Ginesillo señala, pero en son de burla, que Basilio podrá encontrar ayuda en su fuerte brazo.
1332-1644 [romance é a] Ginesillo y Sancho conversan sobre don Quijote (queda claro que es un loco) y sobre los preparativos de la boda. Sigue un episodio humorístico-escatológico: al oír una trompeta, Ginesillo siente miedo, porque cree que viene una caterva de diablos, y se desataca, en previsión de los posibles efectos fisiológicos: «porque si viene algún diablo / con alguna cara horrenda, / lo que he de hacer en las bragas / mejor será hacerlo en tierra» (vv. 1455-1458). Sancho lo tranquiliza al explicarle que en aquella tierra es normal que suenen instrumentos músicos en las bodas. Se describe a continuación (pero no se representa) la danza alegórica del Amor y el Interés de la novela cervantina, con sus respectivas cuadrillas: aquí se trata de un largo relato de Ginesillo que ocupa los vv. 1493-1616; la acotación tras el v. 1492 dice «Instrucción para la danza según la pinta Cervantes», es decir, estamos ante una escena ticoscópica («Mira para la puerta», indica otra acotación, tras el v. 1488). Al final, Sancho afirma que él prefiere la danza de las ollas de Camacho. En esto, salen los novios y Sancho pondera la extraordinaria belleza de Quiteria.

1645-1950 [romance á a] Es una larga escena de desenlace, siguiendo muy de cerca el modelo del relato cervantino: sale Basilio de repente y reprocha a Quiteria que se case con Camacho «del vil interés cegada» (v. 1670). Dice que, para dejarles vía libre, se va a quitar la vida; se arroja sobre un estoque y comienza a sangrar abundantemente; dado que está a punto de morir, pide a Quiteria que se case con él, y cuando se dan el sí (insistiendo ambos en que lo hacen completamente libres), el aparentemente moribundo resucita y recupera toda su energía; hay un conato de pelea entre Camacho y sus amigos y Basilio y los suyos, pero finalmente don Quijote afirma que en el amor y en la guerra todo vale, incluso este tipo de estratagemas. Entonces Camacho, repentinamente desengañado de Quiteria, dice que ya la ha olvidado y ofrece para la nueva boda el espléndido banquete que había ordenado preparar para la suya; Bernardo, el padre de Quiteria, reconoce expresamente que fue el interés lo que le había inclinado por Camacho (vv. 1885-1886, «ingenuo te confieso / que el interés me cegaba»), aunque sabía en realidad que Basilio era la mejor elección para su hija. En fin, Basilio y Quiteria sellan su unión con abrazos. A modo de epílogo, la acción de la comedia se remata con nuevos chistes y chanzas de Ginesillo (señala que la comedia acaba en bodas, como es usual, pero falta una doncella para él).
No es mi propósito ahora establecer una comparación al detalle con el modelo novelesco cervantino, analizando qué aspectos se toman y cuáles no o cómo se produce la adaptación. Baste con lo apuntado en el resumen argumental para constatar la cercanía con los sucesos de la novela[3]. Tampoco puedo detenerme a comentar los elementos en común con las otras recreaciones dramáticas dieciochescas del mismo episodio, particularmente con la pieza de Meléndez Valdés. Me limitaré a ofrecer (será ya en una próxima entrada) algunos comentarios acerca de los personajes, lo que servirá también para sistematizar las ideas sobre los temas en los que ha focalizado su atención Gómez Labrador[4].
[1] Pedro Benito Gómez Labrador, El amor hace milagros. Comedia nueva, tomada del capítulo veinte del Libro II de la historia de don Quijote de la Mancha, Salamanca, en la imprenta de la viuda de Nicolás Villargordo, 1784. Las referencias a los versos remiten a la edición que estoy preparando en la actualidad.
[2] Como escribe Ceferino Caro, «Amor contra interés, hijos contra padres: Las bodas de Camacho en el siglo XVIII», Anales cervantinos, XXXVIII, 2006, p. 168: «La línea austera no se encuentra en Gómez Labrador, de quien ya se sabe que lo tentaba la vena lírica, y por eso aprovechaba algunas ocasiones que le ofrecía la novela para amplificar, con ecos dieciochescos, el ambiente pastoral de la acción».
[3] Ya en el Memorial literario de abril de 1785 se escribía: «Sigue casi al pie de la letra la novela Las Bodas de Camacho, según la refiere Cervantes en el capítulo 20 del libro 2.º de la historia de Don Quijote de la Mancha» (citado por José Herrera Navarro, Catálogo de autores teatrales del siglo XVIII, Madrid, FUE, 1993, pp. 217-218). Algunos trabajos sobre el episodio de las bodas de Camacho (entre otros muchos): Stanislav Zimic, «El “engaño a los ojos” en las bodas de Camacho del Quijote», Hispania, 55, 1972, pp. 881-886; Kathleen Bulgin, «“Las bodas de Camacho”: The Case for el Interés», Cervantes, 3:1, 1983, pp. 51-64; John H. R. Polt, «Invitación a Las bodas de Camacho», en AA. VV., Coloquio Internacional sobre el teatro español del siglo XVIII, Abano Terme, Piovan Editore, 1988, pp. 315-331; Augustin Redondo, «Parodia, creación cervantina y trasgresión ideológica: el episodio de Basilio en el Quijote», en Actas del segundo coloquio internacional de la Asociación de Cervantistas, Barcelona, Anthropos, 1991, pp. 135-148; y Francisco Vivar, «Las bodas de Camacho y la sociedad del espectáculo», Cervantes, XXI:1, 2002, pp. 83-109. Para las recreaciones dieciochescas del episodio, ver Lía Noemí Uriarte Rebaudi, «Las bodas de Camacho», en Volver a Cervantes. Actas del IV Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas. Lepanto, 1-8 de octubre de 2000, ed. Antonio Bernat Vistarini, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 2001, tomo I, pp. 731-736; Begoña Lolo, «La comedia con música Las bodas de Camacho (1784). Un modelo de recepción de la obra cervantina», en Peregrinamente peregrinos. Actas del V Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas (V-CINDAC), Lisboa, Asociación de Cervantistas-Fundaçâo Calouste Gulbenkian, 1-5 septiembre 2003, ed. Alicia Villar Lecumberri, Barcelona, Asociación de Cervantistas / Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2004, vol. II, pp. 1477-1500; Ceferino Caro, «Amor contra interés, hijos contra padres: Las bodas de Camacho en el siglo XVIII», Anales cervantinos, XXXVIII, 2006, pp. 165-202; Celia Nocilli, «La danza en Las Bodas de Camacho (Quijote, II, 19-21). Reelaboración coréutico teatral de momos y moriscas», en Cervantes y el «Quijote» en la música. Estudios sobre la recepción de un mito, ed. Begoña Lolo, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia / Centro de Estudios Cervantinos, 2007, pp. 595-608; y Carlos Mata Induráin, «Lecturas dieciochescas del Quijote: Las bodas de Camacho el rico de Juan Meléndez Valdés», en Con los pies en la tierra. Don Quijote en su marco geográfico e histórico. Homenaje a José María Casasayas. XII Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas (XII-CIAC), Argamasilla de Alba, 6-8 de mayo de 2005, ed. Felipe B. Pedraza Jiménez y Rafael González Cañal, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2008, pp. 351-371.
[4] Remito para más detalles a Carlos Mata Induráin, «“¿Por qué me has tirado, Amor, / todo el metal de tu aljaba?”: el episodio de las bodas de Camacho en El amor hace milagros (1784), de José Benito Gómez Labrador», eHumanista/Cervantes, 1, 2012, pp. 103-119.