En cuanto al retrato de Camacho el rico en El amor hace milagros de Pedro Benito Gómez Labrador, así es visto por Basilio: «este que en tener bienes / me excede, mas no me iguala / ni en nobleza, ni en persona» (vv. 329-331)[1]. Recordemos que el binomio amor vs. interés es una de las claves de interpretación de la comedia, y así le responde el criado:
GINESILLO.- ¡Y lo dice usted, señor,
como quien no dice nada!:
si tiene muchos escudos,
¿qué falta le hacen las armas?
Él siendo rico será
cuanto le diere la gana (vv. 333-338).
Bernardo no puede menos que ensalzarlo ante Quiteria, y lo hace con estas palabras:
tienes novio noble y rico,
con donaire y gentileza,
afable, urbano, discreto,
persona en todo completa (vv. 533-536).
Por lo que toca a la caracterización de Bernardo es la de un padre interesado, condición que él mismo reconoce paladinamente en el momento del desenlace, cuando le dice a Basilio:
BERNARDO.- Dame tú los tuyos, hijo, [se refiere a sus brazos]
y olvida cosas pasadas,
que aunque ingenuo te confieso
que el interés me cegaba,
no dejaba de advertir
que, según tus prendas raras,
con ningún otro Quiteria
iría mejor empleada (vv. 1883-1890).
En cuanto a Ginesillo[2], ya he señalado en una entrada anterior que usurpa la función de criado gracioso, robando de alguna manera el protagonismo cómico a Sancho. Es caracterizado por Basilio como «parlanchín sin sustancia» (v. 122), como «hablador maldito, / mentecato y majadero» (vv. 959-960). Juana dice de él:
JUANA.- Eres tan grande hablador
que, por hacerlo a tus anchas,
te pones contigo a solas
a decir extravagancias (vv. 1198-1201).
Se caracteriza además por sus continuos juegos de palabras y chanzas: «Serio jamás estarás» (v. 1151), le reprocha Basilio; y, por lo general, se muestra en exceso confianzudo con su amo, casi deslenguado en ocasiones. Él es quien pone el contrapunto chancero al sentimiento de Basilio, con un discurso desmitificador de los parlamentos lírico-amorosos de aquel. A ello hay que sumar, como en cualquier buen gracioso que se precie, la afición por la comida y la bebida, la cobardía…[3]
[1] Pedro Benito Gómez Labrador, El amor hace milagros. Comedia nueva, tomada del capítulo veinte del Libro II de la historia de don Quijote de la Mancha, Salamanca, en la imprenta de la viuda de Nicolás Villargordo, 1784. Las referencias a los versos remiten a la edición que estoy preparando en la actualidad.
[2] La información de que este Ginesillo es Ginés de Pasamonte se da en la acotación inicial de la tercera jornada («Ginesillo, que se supone ser aquel famoso galeote a quien libró don Quijote en Sierra Morena»).
[3] Remito para más detalles a Carlos Mata Induráin, «“¿Por qué me has tirado, Amor, / todo el metal de tu aljaba?”: el episodio de las bodas de Camacho en El amor hace milagros (1784), de José Benito Gómez Labrador», eHumanista/Cervantes, 1, 2012, pp. 103-119.