Otro poeta que se ha acercado con fina sensibilidad al tema navideño es Jesús Górriz Lerga —quizá su nombre, Jesús, le predispone a ello, como a los “Ángeles” que mencionaba en una entrada anterior—. En efecto, tiene todo un libro, del año 1994, dedicado a este asunto, de bello e ilustrativo título: Memorial del gozo, porque gozo e inmensa alegría es lo que nos trae la Navidad. Además de mencionar algunos títulos de poemas tan sugerentes como el «Villancico del payaso que adoró al Niño en representación de todo el circo» o el «Villancico del hombre del siglo XX», quiero copiar el titulado «Villancico del anuncio gozoso», que dice así:
¡Echa pregón, pregonero;
grita tu pregón de gloria!Que despierte el mundo entero
y reviva la memoria
al son de la Buena Nueva.¡Echa pregón, pregonero,
mientras la tierra se nieva
y en el frío de la cueva
nos nace el Dios verdadero!(Ya el arcángel mensajero
lo anunció con su mensaje,
a los pastores primero,
y al resto del paisanaje…)¡Grita el pregón, pregonero,
y desborde la alegría
este anuncio que nos llega
entre las claras del día:
LA VIRGENCICA MARÍA
HA DADO A LUZ, EN BELÉN,
A JESÚS, EL DIOS HERMOSO…Belén es maravilloso
por los siglos de los siglos,
amén.
También podemos recordar su «Villancico del vagabundo»:
¿No había posada
para ti en Belén…?
No me extraña nada:
a los vagabundos
nadie quiere bien.
Pero eso… ¿qué importa?
En este portal,
si bien se le mira,
no se está tan mal…
Y eso que la noche
va en nuestro favor
y llena de estrellas
todo alrededor.
¿No había posada
para ti en Belén…?
Te lo dije antes:
a los caminantes
nadie quiere bien.
Ya voy viendo claro.
¿Tú has venido al suelo,
y vienes de arriba,
nacido del cielo?
¡Bienhaya la dicha
de nacer en cueva!,
que es cosa de pocos
—y que no se lleva—.
La brisa acaricia
el sueño del hombre
que va por el mundo
sin lucir su nombre.
¿No había posada
para ti en Belén…?
¿Y nadie le dijo
a tu madre… ven?
Yo tampoco tuve
sitio en el mesón.
Cosa que me alegra
ya, de corazón.
En fin, de ese mismo poemario es el «Villancico del corolario que resume el gozo», que constituye una lograda síntesis poética de la esencia de la alegría de la Navidad:
Amorosamente Dios
Verdaderamente vino
Hermosamente al portal
Indefensamente niño.
Felizmente nos nació
Gozosamente en Belén
Silenciosamente Dios
Rematadamente bien.
Ya en 1968, Górriz había publicado en la revista Pregón unos «Gozos para entonar en la Nochebuena», de influencia clásica, tal vez guilleniana, al decir de Arbeloa:
¡Aleluya, aleluya,
que floreció el tomillo!
Nace Dios en Belén
y el mundo tiene brillo.¡Aleluya, aleluya,
toda la nieve es hielo!
El establo perdido
cobra fulgor de cielo.¡Aleluya, aleluya,
el agua de la fuente
sabe a mieles y a vino
de modo permanente!………
¡Aleluya, aleluya,
los Tres Reyes de Oriente
adoran al Dios Niño
y se pasma la gente!¡Aleluya, aleluya,
la noche se ha incendiado!
La voz suena a concierto,
el aire huele a nardo.¡Aleluya, aleluya,
se apaga el Nacimiento!
Pero lo vemos todos
claramente por dentro.
Podemos recordar por último su «Romancillo de la Natividad del Señor», «casi familiar, de puro clásico», de nuevo en palabras de Arbeloa:
A la media noche
se inundó el Portal
de luz y aleluyas
y olor celestial.Dios era nacido
en carne mortal
de Santa María,
Madre Virginal.
A la media noche,
toda de cristal…Trajeron panderos
Florencio y Pascual,
flautas y rabeles
trajo cada cual,
con gran alborozo
de tan buen Zagal.A la media noche,
entre el palmeral
que a la vieja gruta
sírvele de umbral,
Dios era nacido,
en carne mortal,
de Santa María,
Madre sin igual.Fue cosa de puro
gozo elemental…
A la media noche
Dios vino al Portal.