El retrato de don García Hurtado de Mendoza en «Algunas hazañas…», comedia de nueve ingenios (8)

En la comedia vamos a asistir al enfrentamiento personal de don García con Caupolicán[1]. En efecto, se da en algunos pasajes de la pieza la caracterización en paralelo de ambos caudillos, que no solo rivalizan en armas, sino también en cortesía[2]. En efecto, en el momento del ataque de los indios al fuerte español, don García se enfrentará cuerpo a cuerpo al toqui araucano (vv. 1041-1049)[3]. En medio del combate, Orompello logra entrar en el fuerte, mientras que el reformado Rebolledo, que ha perdido su arma, se echa fuera de la empalizada para pelear contra los indios. Caupolicán, que ve el valor con que se defiende, ordena que no lo ataquen varios, sino solamente Orompello. A su vez, cuando los españoles vayan a disparar sus arcabuces, don García lo impedirá por ser «acción vergonzosa»: «¿Pues no fuera afrenta / que estos bárbaros conozcan / la ley de la cortesía, / pues la publican con obras, / y que me faltase a mí?» (vv. 1092-1096). Y luego Caupolicán y don García pelearán cuerpo a cuerpo (ver vv. 1179-1217 acot.).

Batalla entre mapuches y españoles

Más adelante, al comienzo de la segunda jornada, en el tramo dramático de Ruiz de Alarcón, don García en diálogo con Chilindrón pondera que lo que mueve su actuación es el deseo de aumentar la fama y el honor de sus antepasados (vv. 1258b-1275).

Su cortesía con el enemigo es un rasgo de su carácter, que se aprecia incluso cuando este intenta atentar contra su vida. La excusa es una nueva embajada de paz cuyas condiciones (que incluyen la retirada de los españoles) él no puede aceptar. Rechaza igualmente una corona de flores que se le ofrece, pues la acción de ser coronado —explica— corresponde únicamente a su soberano. En realidad, la embajada de paz ocultaba un plan de atentado contra don García, que falla porque a Nacol se le cae la daga que lleva escondida entre las flores. Una vez más, don García da muestras de su nobleza al perdonar a sus agresores (ver vv. 1516-1525 y 1532-1543), y ambos indios, Tucapel y Nacol, no pueden menos que reconocer su valor (vv. 1568-1571) y dedicarle nuevos elogios.


[1] Esta entrada forma parte del Proyecto «Autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro. Estrategias, géneros, imágenes en la primera globalización» del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (FFI2014-52007-P).

[2] Es algo muy similar a lo que sucedía en los romances fronterizos, o en la deliciosa novela morisca Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, entre personajes moros y cristianos que entablaban una lucha caballeresca de valor, honor y galanía. Ver Fausta Antonucci, «El indio americano y la conquista de América en las comedias impresas de tema araucano (1616-1665)», en Relaciones literarias entre España y América en los siglos XVI y XVII, coord. Ysla Campbell, Ciudad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1992, pp. 33-34.

[3] Cito por la edición moderna de Lerzundi, que cuenta con numeración de los versos, pero modificando levemente, sin indicarlo, algunas grafías y la puntuación: Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, edited and annotated, with an Introduction, by Patricio C. Lerzundi, Lewiston / Queenston / Lampeter, The Edwin Mellen Press, 2008. Para más detalles sobre la comedia, ver Carlos Mata Induráin, «Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, comedia genealógica de nueve ingenios», Revista Chilena de Literatura, núm. 85, noviembre de 2013, pp. 203-227.

«Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza», una comedia en colaboración (y 3)

¿Cuál es la relación que unía a los nueve colaboradores en Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, y a ellos a su vez con Lope de Vega, autor de la precedente comedia del mismo tema Arauco domado?[1] Reduciéndolo a lo esencial, se trata de la coincidencia de casi todos ellos en las justas poéticas madrileñas en honor de San Isidro de los años 1620 y 1622, tal como ha explicado Patricio C. Lerzundi, entre otros críticos:

Se ha visto que el interés de Lope por el tema de Arauco se remonta a 1598 y a través de muchas fuentes no necesariamente por conseguir el favor de los Cañete. Por otra parte, Luis de Belmonte estuvo en contacto directo con Pedro de Oña y con don García Hurtado de Mendoza entre los años 1605 y 1606 en el Perú.

Durante las justas poéticas de San Isidro de 1620 y 1622, en donde se reúne la mayoría de los nueve ingenios, Lope había servido como secretario y organizador de ellas. En la justa de 1620 concurrieron Luis de Belmonte, Jacinto de Herrera, el conde del Basto, Guillén de Castro y Diego de Villegas; en la justa de 1622 concurrieron Mira de Amescua, Guillén de Castro, el conde del Basto, Diego de Villegas y Fernando de Ludeña. Se deduce que es a partir de la justa de 1620 cuando comienza a formalizarse el proyecto de Algunas hazañas…[2]

¿Y cuál fue la intervención que tuvo cada uno de ellos en el proyecto común? No es mi propósito analizar las características de esta comedia en cuanto tal obra en colaboración, para valorar la aportación de cada poeta y explicar cómo se produce el ensamblaje de las distintas piezas, sino presentar cómo aparece tratada la figura de don García en el conjunto. Me limitaré aquí a dejar constancia del orden de las aportaciones hechas por cada dramaturgo y del número de versos de que constan. Hay que recordar que la dedicatoria a don Andrés Hurtado de Mendoza, así como las palabras dirigidas al «Lector», son de Luis de Belmonte Bermúdez, como seguramente es suyo también el plan organizativo general de la obra y la labor de coordinaciFirma de Fernando de Lodeñaón de los distintos ingenios. Los versos de la comedia se distribuyen así: en la Jornada I, los vv. 1-260 (un total de 260 versos), son de Antonio Mira de Amescua; los vv. 261-404 (144), de Francisco de Tapia y Leyva, conde del Basto; y los vv. 405-1218 (814), de Belmonte. En la Jornada II, los vv. 1219-1584 (367) corresponden a Juan Ruiz de Alarcón; los vv. 1585-1956 (372), a Luis Vélez de Guevara; y los vv. 1957-2119 (163), a Fernando de Ludeña.

En fin, en la Jornada III escribe los vv. 2120-2491 (352) Jacinto de Herrera y Sotomayor; los vv. 2472-2701 (230), Diego de Villegas; los vv. 2702-3045 (344), Guillén de Castro, y remata la faena Belmonte, que es el único que repite, con los vv. 3126-3195 (150).


[1] Esta entrada forma parte del Proyecto «Autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro. Estrategias, géneros, imágenes en la primera globalización» del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (FFI2014-52007-P).

[2] Patricio C. Lerzundi, Arauco en el teatro del Siglo de Oro, Valencia, Albatros Hispanófila Ediciones, 1996, p. 31. Citaré por la edición moderna de Lerzundi, que cuenta con numeración de los versos, pero modificando levemente, sin indicarlo, algunas grafías y la puntuación: Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, edited and annotated, with an Introduction, by Patricio C. Lerzundi, Lewiston / Queenston / Lampeter, The Edwin Mellen Press, 2008. Para más detalles sobre la comedia, ver Carlos Mata Induráin, «Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, comedia genealógica de nueve ingenios», Revista Chilena de Literatura, núm. 85, noviembre de 2013, pp. 203-227.

«Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza», una comedia en colaboración (1)

En esta y en sucesivas entradas iré examinando, siquiera de forma somera, los principales datos externos sobre la comedia (autoría y datación, representación y publicación), así como los relativos a su estructura interna y las fuentes manejadas por los autores, sin olvidar el comentario de algunas valoraciones que ha ofrecido la crítica acerca de Algunas hazañas[1].

belmonte-bermudezLa pieza que nos ocupa, que ha sido calificada por Patricio C. Lerzundi como «tragicomedia histórica»[2], fue escrita en colaboración por nueve ingenios, siendo el coordinador del proyecto el sevillano Luis de Belmonte Bermúdez, quien estaba en México hacia 1604 y en 1605 había pasado a Lima; allí conoció a Pedro de Oña y al propio don García Hurtado de Mendoza, de forma que «pudo informarse en detalle de todos los hechos históricos relacionados con la conquista de Chile»[3]. Los demás dramaturgos que colaboraron en la escritura de la pieza fueron Juan Ruiz de Alarcón, Luis Vélez de Guevara, Antonio Mira de Amescua, Guillén de Castro, Fernando de Ludeña, Jacinto de Herrera y Sotomayor, Diego de Villegas y Francisco de Tapia y Leyva, conde del Basto[4]. Y aunque varios de ellos eran dramaturgos de reconocido prestigio y competencia (los cuatro primeros ocupaban un lugar destacado en el panorama teatral del momento, mientras que los otros cuatro eran menos importantes), la calidad del producto final resultante de esta colaboración a tantas manos no podía menos que resentirse.


[1] Esta entrada forma parte del Proyecto «Autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro. Estrategias, géneros, imágenes en la primera globalización» del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (FFI2014-52007-P).

[2] «Publicada en 1622 con el rótulo de comedia, atendiendo a su temática, Algunas hazañas… cabe dentro de la clasificación de “tragicomedia histórica”» (Patricio C. Lerzundi, «Introducción», en Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, Lewiston / Queenston / Lampeter, The Edwin Mellen Press, 2008, p. 2). Citaré por esta edición moderna de Lerzundi, que cuenta con numeración de los versos, pero modificando levemente, sin indicarlo, algunas grafías y la puntuación. Para más detalles sobre la comedia, ver Carlos Mata Induráin, «Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, comedia genealógica de nueve ingenios», Revista Chilena de Literatura, núm. 85, noviembre de 2013, pp. 203-227.

[3] Patricio C. Lerzundi, Arauco en el teatro del Siglo de Oro, Valencia, Albatros Hispanófila Ediciones, 1996, p. 25. Para el personaje histórico, ver la biografía de Cristóbal Suárez de Figueroa, Hechos de don García Hurtado de Mendoza, cuarto marqués de Cañete…, en Madrid, en la Imprenta Real, 1613, y el trabajo moderno de Fernando Campos Harriet, Don García Hurtado de Mendoza en la Historia Americana, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1969. Ver también Remedios Morán Martín, «García Hurtado de Mendoza ¿gobernador o héroe», Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Historia Moderna, 7, 1994, pp. 69-86.

[4] Datos de los nueve autores en Lerzundi, Arauco en el teatro del Siglo de Oro, pp. 25-30.

Lope de Vega y Ruiz de Alarcón

Juan Ruiz de AlarcónJuan Ruiz de Alarcón es el blanco de numerosas sátiras en el Siglo de Oro, fácil por su condición de jorobado, que da pie a infinitas comparaciones burlescas[1]. Quevedo destaca en el ejercicio denigratorio, pero Lope no es mucho más misericordioso en la dedicatoria a Cristóbal Ferreira de Los españoles en Flandes, donde se refiere a los señalados por la naturaleza como gente de mala condición, perversa y mala; alusión a Ruiz de Alarcón ha de ser el ataque a los poetas ranas «en la figura y en el estrépito» y a los gibones envidiosos. Verdad es que Ruiz de Alarcón también le dirigió sus pullas al Fénix en Los pechos privilegiados, aludiendo a sus amoríos con Marta de Nevares:

Culpa a un viejo avellanado
tan verde que, al mismo tiempo
que está aforrado de martas,
anda haciendo madalenos.


[1] El texto de esta entrada está extractado del libro de Ignacio Arellano y Carlos Mata Induráin Vida y obra de Lope de Vega, Madrid, Homolegens, 2011. Se reproduce aquí con ligeros retoques.