«Don Quijote», poesía de Francisco A. de Icaza

Durante los meses de abril y mayo de 1905, con ocasión del III Centenario de la publicación de la Primera parte del Quijote, la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid organizó un amplio ciclo de conferencias en el que intervinieron Rafael Salillas, Julio Cejador y Frauca, Cecilio de Roda, Antonio Palomero, Andrés Ovejero, Francisco Navarro Ledesma, Ramón Pérez de Ayala, Enrique de Mesa, Ricardo Royo Villanova, Alfredo Vicenti, José Ibáñez Marín, José Martínez Ruiz (Azorín), Adolfo Bonilla y San Martín, José Nogales, Juan José Morato, Rafael Urbano, Mariano Miguel de Val, José Canalejas, entre otros[1].

DonQuijote_EduardoBarcia

El día 13 de mayo, en la velada-resumen de las conferencias celebrada en el Paraninfo de la Universidad, el destacado actor Ricardo Calvo recitó las «Letanías de nuestro señor don Quijote», de Rubén Darío, y la poesía de Francisco A. de Icaza titulada «Don Quijote». El texto rubeniano es bastante famoso, pero el de Icaza creo que no resulta tan conocido, y bien merece la pena copiarlo aquí. El texto dice así:

¡Oh, famoso caballero,
el de la Triste Figura!,
ha reído el mundo entero
tu locura.

Sin pensar que en el abismo,
término de las edades,
locuras y vanidades
son lo mismo.

Que por diversos engaños,
cubiertos con altos nombres,
van a matarse los hombres
en rebaños.

Y en aventuras andantes,
piensan por encantamento
que los molinos de viento
son gigantes.

Se ríen de que trastornes
lo real en tus empresas;
se olvidan de las princesas
maritornes.

De que siempre habrá quien fíe
en la bella Altisidora,
si de amor dice que llora
cuando ríe.

Y que, triste o venturoso,
es el amador, quien crea
para amar, su Dulcinea
del Toboso.

Se liberta a galeotes,
se combate con yangüeses,
se dan tajos y reveses
por azotes.

Y en los mundos del ensueño
se va a ciegas y al acaso,
sustituyendo a Pegaso,
Clavileño.

Y ni fieras ni titanes
habrá que la marcha impidan,
¡del mismo a quien intimidan
los batanes!

¡Oh, famoso caballero,
el de la Triste Figura!,
ha reído el mundo entero
tu locura.

Sin mirar que en el abismo,
término de las edades,
todas nuestras vanidades
son lo mismo[2].


[1] Tales conferencias se reprodujeron hace unos años en el libro Don Quijote en el Ateneo de Madrid, ed. de Nuria Martínez de Castilla Muñoz, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2008.

[2] El autor la incluyó en su libro La canción del camino, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1905. Cito por Don Quijote en el Ateneo de Madrid, ed. de Nuria Martínez de Castilla Muñoz, pp. 367-368, con algún ligero retoque en la puntuación.