Cervantes poeta: soneto de don Antonio en La entretenida

Lo declama don Antonio, hermano de Marcela y enamorado de otra dama de igual nombre, al comienzo de la tercera jornada de La entretenida. Se construye con un motivo tópico asociado al del amor, el de los celos. Los dos cuartetos y el primer terceto muestran cómo muere y renace en primavera la naturaleza; en cambio, el segundo terceto establece el contrapunto en el plano amoroso: si el amante muere tras verse atacado por «la infernal rabia de los celos» (v. 14), ya jamás podrá renacer. Pondera, en definitiva, el poder abrasador de los celos, que eran considerados en la época hijos bastardos del amor[1].

 Árbol desnudo

En la sazón del erizado invierno,
desnudo el árbol de su flor y fruto,
cambia en un pardo desabrido luto
las esmeraldas del vestido tierno.

Mas, aunque vuela el tiempo casi eterno,
vuelve a cobrar el general tributo,
y al árbol seco, y de su humor enjuto,
halla con muestras de verdor interno.

Torna el pasado tiempo al mismo instante
y punto que pasó: que no lo arrasa
todo, pues tiemplan su rigor los cielos.

Pero no le sucede así al amante,
que habrá de perecer si una vez pasa
por él la infernal rabia de los celos.

(La entretenida, Jornada III, en Obras completas, ed. de Florencio Sevilla Arroyo, Madrid, Castalia, 1999, p. 1079b)


[1] Comenta Pedro Ruiz Pérez: «Su primer verso, “En la sazón del erizado invierno”, introduce un tema tan barroco como el del tiempo y su paso inexorable, pero, a la postre, recibirá un tratamiento decididamente manierista, ya que es dispuesto como tema secundario respecto del principal, “la infernal rabia de los celos”, y recibe, sin embargo, un tratamiento cuantitativamente más importante. Este rasgo, consistente en destacar y dar primacía al tema secundario sobre el principal, lo señala Orozco como propio de la pintura y de la poesía, y constituye para él un inequívoco rasgo de manierismo» («El manierismo en la poesía de Cervantes», Edad de Oro, IV, 1985, pp. 171-172).

Cervantes poeta: el «soneto fregonil» de Ocaña

Pulsa Cervantes el registro cómico con este «soneto fregonil» de versos de cabo roto, correspondiente también a La entretenida. Lo declama el celoso lacayo Ocaña, que está enamorado de la criada Cristina, la cual tiene otros dos pretendientes, el paje Quiñones y el criado de Cardenio, Torrente. Gustaba mucho Cervantes de estos versos de cabo roto (aquí lo son no solo al final, sino también al medio), y de esas rimas truncas agudas (baste recordar los poemas de los preliminares del Quijote). Es, en suma, una buena muestra de la gracia y el humor cervantinos en poesía.

Cupido disparando, de Rafael

Que de un lacá- la fuerza poderó-,
hecha a machamartí- con el trabá-,
de una fregó- le rinda el estropá-,
es de los cie- no vista maldició-.

Amor el ar- en sus pulgares to-,
sacó una fle- de su pulí- carcá-,
encaró al co-, y diome una flechá-,
que el alma to- y el corazón me do-.

Así rendí-, forzado estoy a cre-
cualquier mentí- de aquesta helada pu-,
que blandamen- me satisface y hie-.

¡Oh de Cupí- la antigua fuerza y du-,
cuánto en el ros- de una fregona pue-,
y más si la sopil se muestra cru-!

(La entretenida, Jornada II, en Obras completas, ed. de Florencio Sevilla Arroyo, Madrid, Castalia, 1999, p. 1079b)

Cervantes poeta: el soneto de Cardenio en La entretenida

Soneto de la comedia La entretenida, de tema mitológico (una recreación del mito de Ícaro): la voz lírica pondera la calidad de sus atrevidos pensamientos, que suben altos; y aunque vaticina que podrán caer en el mar del temor, asegura asimismo que su nombre no caerá en el olvido. El soneto ha sido visto como expresión del voluntarismo del estudiante Cardenio, que contrasta con su inacción en el plano de la acción dramática (su intención de conquistar a Marcela); al decir de Galanes, internaliza el mito de Ícaro a la manera cervantina: «el eje del soneto podrá ser la audacia icariana, lugar común en la literatura de los siglos XVI y XVII, pero su blanco es la justificación hazañosa del ser, el voluntarismo o libertad de labrarse su propio destino el hombre y la mujer aunque lo ejecutado resulte en un desastre personal»[1].

Ícaro

Este es el texto del soneto:

Vuela mi estrecha y débil esperanza
con flacas alas, y aunque sube el vuelo
a la alta cumbre del hermoso cielo,
jamás el punto que pretende alcanza.

Yo vengo a ser perfecta semejanza
de aquel mancebo que de Creta el suelo
dejó, y, contrario de su padre al celo,
a la región del cielo se abalanza.

Caerán mis atrevidos pensamientos,
del amoroso incendio derretidos,
en el mar del temor turbado y frío;

pero no llevarán cursos violentos,
del tiempo y de la muerte prevenidos,
al lugar del olvido el nombre mío.

(La entretenida, Jornada I, en Obras completas, ed. de Florencio Sevilla Arroyo, Madrid, Castalia, 1999, p. 1064b)


[1] Ver Adriana Lewis Galanes, «El soneto “Vuela mi estrecha y débil esperanza”: texto, contextos y entramado intertextual», Nueva Revista de Filología Hispánica, XXXVIII, 2, 1990, pp. 675-691; la cita, en p. 677.