«No es bueno volver a empezar» (pp. 163-168)[1] presenta a Rayo, un mal torero, ya viejo y acabado, que acude a su amigo Carlos, camarero, para que le preste algo de dinero; éste consiente, aunque le advierte que le iría mejor si dejase de intentarlo como espada y entrase de subalterno en alguna cuadrilla.
En suma, una nueva evocación nostálgica y tierna del torero fracasado, que lo ha intentado, pero que no ha sabido llegar a lo más alto o mantenerse allí.
[1] Citaré por José María Sanjuán, El ruido del sol, 2.ª ed., Barcelona, Destino, 1971 (colección Áncora y Delfín, núm. 372), prólogo de José María Pemán.