Otro soneto lopesco que desarrolla el mismo tópico de la brevedad de la rosa, perteneciente a esa serie de los Triunfos divinos con otras rimas sacras (1625), es el que comienza «Cortada en un cristal, en agua pura». Tanto la estructura (cuartetos / tercetos) como las imágenes y el léxico, e igualmente la enseñanza moral que se desprende, son muy similares a lo que encontrábamos en el soneto de la entrada anterior; el texto es una variación lírica sobre el mismo tema tópico: la «pompa vana» de la rosa, en el agua corrompida del vaso, muestra bien a las claras «el fin que tiene la belleza humana» (v. 14).
Cortada en un cristal, en agua pura
tenía el verde pie rosa encarnada,
y aun presumía, con estar cortada,
en fe de ajeno humor firme hermosura.Mas desmayose, cuando más segura,
y cayendo en su margen desmayada,
ofendió con el agua inficionada:
así el deleite de los ojos dura.¡En qué breves espacios interrompe
de su beldad la juventud lozana
quien, como flores, edificios rompe!Mostrando, ¡oh, rosa!, de tu pompa vana
el agua, que en el vidrio se corrompe,
el fin que tiene la belleza humana[1].