Historia literaria de Navarra en la Edad Media: obras jurídicas e históricas

Las obras legislativas[1] escapan al terreno de la estricta literatura, aunque a veces incorporen determinados pasajes o elementos con valor literario (piénsese, por ejemplo, en los exempla contenidos en el Fuero general de Navarra, especie de apólogos, patrañas o cuentecillos a la manera de los de El conde Lucanor de don Juan Manuel). Recordaré brevemente los títulos de algunas de estas obras, comenzando por el Liber Regum, escrito en romance navarro hacia el año 1200, que forma parte del códice llamado Cronicón Villarense. El Fuero de Estella, los Fueros de la Novenera, el Fuero extenso de Tudela, el Fuero general de Navarra (recopilado al llegar al trono Teobaldo I, «rey de extraña lengua y nación»), de mediados del siglo XIII, del que destacan sus apólogos o exemplos. En fin, Felipe de Navarra, que vivió en el siglo XIII, es autor de otro libro con recopilaciones legales: Libro de Felipe de Navarra; y al siglo XIV corresponde la figura del pensador villavés Pedro de Atarrabia[2].

En el terreno de la historiografía, debemos mencionar a don Rodrigo Ximénez de Rada (Puente la Reina, ¿1170?-Vienne, Francia, 1247). Fue arzobispo de Toledo, alma de la memorable batalla de las Navas de Tolosa y un destacado cronista, hasta el punto de haber sido calificado como «padre de la Historia de España». Es autor de Rerum in Hispania gestarum libri IX o Historia Gothica (que abarca hasta el año 1243, y también se conoce como De rebus Hispaniae), el Breviarum Ecclesiae Catholicae (una historia eclesiástica) y una Historia Arabum. Otro historiador navarro, ya del siglo XIV, es fray García de Eugui, que fue obispo de Bayona y confesor de Carlos III el Noble. Escribió una Corónica de los fechos subcedidos en España dende sus primeros señores fasta el rey Alfonso XI. En fin, podríamos aludir en este apartado a Los Diez Mandamientos, que sería la erudita obra de un anónimo religioso navarro de principios del siglo XIII. Escribe Zalba a este respecto:

Casi al mismo tiempo que en Castilla aparece el romance en Navarra, si bien no se usa sino en los documentos oficiales y en las obras escritas por monjes u obispos; y antes de que los reyes de Castilla San Fernando y su hijo Alfonso el Sabio ordenaran el uso oficial del romance, aparece la obra titulada Los Diez Mandamientos, una de las primeras muestras de la prosa erudita, debida a la pluma de un religioso navarro, cuyo nombre se ignora, a principios del siglo XIII[3].

Pasando al terreno de la literatura religiosa, podríamos recordar el libro editado por González Ollé en 1995 Sermones navarros medievales. Una colección manuscrita de la Catedral de Pamplona. Incluye este trabajo, que es edición parcial de ese sermonario, los titulados «In die Ascensionis», «In die santo Pentecostes», «Dominica XIII», «Sancti Laurencii sermo» y «San Martín». Destaca su editor que estos textos son interesantes por la escasa atención prestada al estudio de la oratoria sagrada en España durante la Edad Media; pero también por otra circunstancia: «las piezas ahora por vez primera publicadas se hallan escritas en un dialecto iberorrománico, el navarro, de exigua aplicación —a juzgar por los testimonios hasta el momento descubiertos— en registros expresivos superiores al idóneo para su empleo en documentación de carácter jurídico y legal»[4].

Estas son las conclusiones que en otro lugar establece el mismo González Ollé a propósito del conjunto de la producción literaria del periodo que acabo de reseñar, en el que encontramos obras y autores tan variopintos:

Escasas manifestaciones literarias en romance navarro; inexistentes, hoy por hoy, en vascuence, tal resulta el pobre balance con que termina el examen de las lenguas mayoritarias de Navarra en la época medieval. Algunas noticias documentales sobre circulación de libros y otras actividades análogas no bastan para mejorar el desolador panorama. Sí queda sensiblemente modificado, en abierto contraste con la situación expuesta, si se atiende a una heterogénea —en cuanto a lengua y modalidad literaria— nómina de obras relacionadas por diversas circunstancias con Navarra. Proceden de grupos sociales que son considerados no tanto navarros como asentados en Navarra, por lo general con un determinado status personal o colectivo, que lleva aparejada, para cada uno, la utilización de su propia lengua. A esas minorías étnicas se adscriben varios autores, de los que no en todos los casos consta su naturaleza navarra; otros sí la poseen, por su lugar de nacimiento, pero su vida entera, desvinculada de Navarra, transcurre en tierras lejanas y nada afines a la originaria. Adviértase que Navarra se emplea aquí con un alcance geográfico semejante al actual, pues sirve para denominar aquellas zonas de la Frontera Superior árabe que luego incorporará a sus dominios la monarquía pamplonesa[5].


[1] Ver Juan Antonio Frago Gracia, «Literatura navarro-aragonesa», en José María Díez Borque (coord.), Historia de las literaturas hispánicas no castellanas, Madrid, Taurus, 1980, pp. 262-264.

[2] Ver Ana Azanza Elío, Diccionario de pensadores. I, Pensadores navarros, siglos XII-XX, Pamplona, Ediciones Eunate, 1996.

[3] José Zalba, «Páginas de la historia literaria de Navarra», Euskalerriaren Alde, XIV, p. 346.

[4] Fernando González Ollé, Sermones navarros medievales. Una colección manuscrita (siglo XV) de la Catedral de Pamplona, estudio, edición parcial, notas y glosario de…, Kassel, Edition Reichenberger, 1995, «Nota previa».

[5] Fernando González Ollé, Introducción a la historia literaria de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dirección General de Cultura-Institución «Príncipe de Viana»), 1989, pp. 69-70. Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, Navarra. Literatura, Pamplona, Gobierno de Navarra (Departamento de Cultura y Turismo-Institución Príncipe de Viana), 2004.