Dedicaba hace unos días una entrada al artajonés Agustín López de Reta (1631-1705), autor que tradujo Los cinco libros del consuelo de la filosofía de Anicio Manlio Severino Boecio (obra publicada tardíamente, en 1805, por Vicente Rodríguez de Arellano)[1]. López de Reta se encargó además de completar la Vida de Nuestra Señora de Antonio Hurtado de Mendoza, escrita en verso, al final de la cual añadió, en la edición de 1688, tres composiciones propias, tal como declara el título completo del libro: Vida de Nuestra Señora. Escribíala don Antonio Hurtado de Mendoza. Continuábala don Agustín López de Reta. Y añade dos romances, a Cristo en el Sacramento y a Cristo en la Cruz. Y una paráfrasis del Padre Nuestro. Dedícala a la muy ilustre señora doña Leonor de Arbizu y Ayanz, con privilegio, en Pamplona, por Martín Gregorio de Zabala, impresor del reino, año 1688. De esas tres composiciones originales de López de Reta ya transcribí la titulada «A Cristo en la Cruz, un pecador penitente». Copiaré hoy otro de sus romances, el dedicado «Al Santísimo Sacramento, para antes y después de recebirle»[2]
Patente Dios escondido[3],
¿quién sois vos y yo quién soy,
que hallo entre tales estremos
tan estrecha comunión?
¿Quién sois y quién soy, Dios mío,
que al pronunciarlo mi voz
solo habla en confuso idioma
cláusulas de admiración?
¿Quién sois y quién soy?, decidme…
Mas no me lo digáis, no,
que de solo imaginarlo
me ocupa un sagrado horror.
Y si queréis que a Vos llegue,
que echen el velo es mejor
a las luces de la fe[4]
las nieblas de la razón;
que a herirme de par en par
vuestro inmenso resplandor
fuera el abismo de luz
caos de más confusión.
Mas, ¡ay!, que pues la fe afirma
quién sois y tan tibio estoy,
temo que es falta de fe
tanta falta de fervor.
Yo os creo, Señor, yo os creo,
mas para que en devoción
arda mi pecho, ayudad
mi incredulidad, Señor.
Que no vivirá dijisteis[5]
el hombre que os viere a Vos,
y que quien a Vos os come
su vivir eternizó[6].
Y así os dais y os encubrís
con tan atento primor,
que negándoos al sentido
sustentáis el corazón.
Por eso este vivo Pan
entre accidentes cifró;
la salud ha temperado
a mi flaca complexión.
Si solo al digno se diera,
¿quién puede serlo en rigor?
Si se da al necesitado,
¿quién lo es tanto como yo?
Luego para recibirlo
bien apercebido[7] voy
cuando mi necesidad
llevo por disposición.
Médico no ha menester
quien dolencia no sintió,
luego de vuestras visitas
yo soy el acreedor.
Para dar salud hicisteis
esa cordial confección;
no su antídoto se niegue
a quien venenos bebió[8].
Cuando de blanco os vestís,
ya publica ese candor
que es solicitar mi bien
toda vuestra pretensión.
Si Vos lo queréis, ¿quien puede
hacerme contradicción?
O ¿a quién puedo yo temer[9]
ayudándome mi Dios?
Pues hoy en mi pequeñez
ajustáis vuestra mansión,
dejad cual la de Zaqueo
sana mi morada hoy[10],
que no estrañaréis cualquiera
desechada habitación:
el portal en que nacisteis
bien nos lo manifestó.
Y aun mística nos lo enseña
la profana erudición
en el humilde hospedaje
que Júpiter eligió,
pues para entrar en la casa
del[11] mísero Filemón[12]
su deidad aun humanada
segunda vez se humilló.
Mas si allí, luego que el trato
lo divino descubrió,
la hospitalidad sencilla
pasó a ser adoración,
y postrado el huésped pobre
a huésped tanto[13] pidió,
no ya paga, sino venia
de su corta prevención,
y el único ánser, que fue
todas sus reses[14], siguió
para dedicar en él
corta ofrenda al mayor dios
(si bien el pájaro ronco
con pluma turbada huyó
a los pies del mismo Jove[15],
que fue su libertador,
y a quien creció[16] la vil choza
a tan alta ostentación
de arquitectura que en templo
sublime la convirtió),
de Vos, Soberano Jove,
no espera medra menor
la vilísima cabaña
que este día os hospedó[17].
Mas este albedrío libre
que es el pájaro veloz[18],
siempre indómito, tras quien
trabajosos pasos doy
(pues se me huye tantas veces
cuantas a ofrecerle voy
en víctima, porque muera
mariposa en vuestro ardor[19]),
Fénix[20] sea que en tal llama
eternice su oblación
ya que vos gustáis de dar
libertad a su clamor.
Dios del amor, Dios amante,
que viendo mi obstinación
a flechas que me tirabais
en uno y otro favor
para que mi pecho rompa
más valiente munición
lo habéis penetrado ahora
tirándoos por flecha Vos.
Ya la victoria ganasteis
con tan verdadero arpón,
ya conquistó vuestro ardid
mi resistencia interior.
Pues soy ya conquista vuestra
y sois sabio vencedor,
mandad demoler en mí
toda aleve oposición,
para que yo nunca pueda
huir vuestra sujeción,
pues sé que el ser vuestro siervo
es mi libertad mayor.
Ya renuncia mi albedrío
esta servil exempción[21]
de libre, pues más lo libra
quien de yerros le ahorró[22].
Ya el rudo diamante bruto
que mi pecho congeló
bañado en la sangre vuestra
está capaz de labor[23];
pues le disteis la aptitud,
dalde[24] ya la perfección
labrándole tal, que infunda
en él su luz vuestro sol.
Vuestro sol, que aun sin nacer
las tinieblas ahuyentó
de la noche en que yacía
el lucero precursor,
y desde el virginal seno
el de Isabel ilustró[25]
a claridades sensibles
en regocijo interior,
hoy que entra en mi pecho mismo
y no es su virtud menor,
no deje a escuras la esfera
de su propia habitación.
Ya como águila renuevo
las plumas a su calor,
y mientras su luz ver pueda[26]
no abatiré mi atención;
ufano contemplaré
de la alcándara[27] en que estoy
que no hicisteis favor tal
a ninguna otra nación.
Por cosa admirable al mundo
se cuenta que visitó
al cínico en su retiro
el monarca macedón[28]:
¡cuánto más debe admirarse
que el celeste Emperador
baje a visitarme a mí
en tan humilde rincón!
Mas si el filósofo allí
por soberbia o ambición
soltó al aire las mercedes
que Alejandro le ofreció,
con mejor filosofía
yo de Monarca mayor
protesto admitir humilde
cualquier soberano don.
Digo admitir, no pedir,
pues sé que me está mejor
fiar de vuestra grandeza
que de mi propria elección.
Que si el magno liberal
sus dádivas no midió
con la persona a quien daba
sino con su condición,
¡cuánto mejor Vos, oh, inmenso,
soberano bienhechor,
lo sabréis ser, atendiendo
no a quien soy, sino a quien sois!
Fuera de que yo no puedo
fiar de mi inclinación,
pues siempre me impele más
a lo que me está peor.
De la humana ceguedad
hasta un étnico[29] exclamó
que no sabe repartir
el deseo ni el temor,
y si esto es siempre y en todos,
en mí, y en esta ocasión,
cuando estando Vos en mí,
vivo yo, mas ya no yo[30].
Mostrar yo voluntad fuera
más ajeno de razón,
que no ha de tenerla el siervo
a vista de su señor.
Mas si en estos saturnales
convites[31] la dignación
de vuestra humanidad quiere
darme tan crecido honor,
que sentándome a su mesa
deja a mi disposición
las cosas, mandando que
mande mi voluntad hoy,
digo que ella manda ahora,
¡oh, qué destemplada voz!,
que se haga la vuestra siempre.
Ya en este eco se templó[32].
[1] Esta entrada forma parte del proyecto de investigación Modelos de vida y cultura en la Navarra de la modernidad temprana, dirigido por Ignacio Arellano, que cuenta con una ayuda de la Fundación Caja Navarra, «Convocatoria de ayudas para la promoción de la Investigación y el Desarrollo 2015», Área de Ciencias Humanas y Sociales.
[2] recebirle: forma con vacilación fonética en la vocal átona.
[3] Patente Dios escondido: nótese el oxímoron con que comienza el romance; Cristo-Dios, en la Eucaristía, está realmente presente (patente), si bien su cuerpo se presenta bajo la apariencia (escondido) del pan.
[4] fe: en el original «fee», que reduzco, y lo mismo unos versos más abajo.
[5] Al margen derecho se lee «Exod. 33».
[6] Al margen derecho se lee «Joan. 6».
[7] apercebido: forma usual, con vacilación en la vocal átona.
[8] no su antídoto se niegue / a quien venenos bebió: el pan de la Eucaristía es antídoto que cura los venenos (pecados) del hombre.
[9] Al margen derecho se lee «Psalm. 117».
[10] dejad cual la de Zaqueo / sana mi morada hoy: publicano rico de Jericó, que se subió a un árbol para ver mejor a Jesús; este, al darse cuenta de ello, le ordena bajar y se aloja en su casa. Ver Lucas, 19, 1-10.
[11] del: en el original, «de el», que contraigo.
[12] Júpiter … Filemón: Filemón y su esposa Baucis fueron los únicos habitantes de Tiana (Capadocia) que recibieron en su humilde cabaña a Zeus y Hermes, que iban vestidos de mendigos; Zeus castigó a la ciudad provocando una enorme inundación que la cubrió por entero, de la que solo se salvaron quienes habían sido sus caritativos huéspedes.
[13] a huésped tanto: ‘a un huésped tan grande, tan excelso’.
[14] el único ánser, que fue / todas sus reses: Filemón tenía un ganso (ánser), el cual constituía todo su ganado (todas sus reses), pese a lo cual lo quiso ofrecer como comida para honrar a sus invitados; el ganso escapó a refugiarse junto a Júpiter, quien indicó que no debía ser sacrificado.
[15] Jove: nombre griego del dios Júpiter; enseguida llamará a Dios «Soberano Jove».
[16] creció: con sentido transitivo, ‘hizo crecer, hizo aumentar de categoría’.
[17] la vilísima cabaña / que este día os hospedó: el cuerpo del hombre es vilísima cabaña para hospedar a Dios, recibido en el manjar eucarístico (igual que otra vilísima cabaña, la de Filemón, hospedó al dios Júpiter).
[18] este albedrío libre / que es el pájaro veloz: igual que el ganso escapaba de Filemón cuando este iba a matarlo, el libre albedrío del hablante lírico también se escapa cuando quiere ofrecerlo como víctima.
[19] mariposa en vuestro ardor: la mariposa que revolotea en torno al fuego hasta que acaba pereciendo en él es símbolo amoroso bien conocido; en este caso se trata del amor en sentido religioso.
[20] Fénix: alusión a la prodigiosa ave Fénix de Arabia, que moría y renacía de sus cenizas, siendo símbolo de la eternidad (de ahí que diga a continuación «eternice su oblación»).
[21] exempción: exención, con grafía culta.
[22] más lo libra / quien de yerros le ahorró: Dios quita al hombre los hierros-yerros del pecado y de esta forma lo hace horro (lo libera).
[23] diamante bruto … sangre … capaz de labor: Plinio, y luego san Isidoro, Pero Mexía, etc., recogen la idea de que el diamante se podía labrar y cortar fácilmente si previamente se remojaba en sangre de cabrito. Aquí el tópico, muy frecuente en el Siglo de Oro, se maneja en sentido religioso: la sangre redentora del Cordero-Cristo es capaz de ablandar y dejar apto para ser trabajado (capaz de labor) el insensible corazón del hombre, duro como el diamante.
[24] dalde: forma de imperativo con metátesis, por dadle.
[25] desde el virginal seno / el de Isabel ilustró: la Virgen María, embarazada de Jesús, visitó a su prima Isabel, encinta de Juan el Bautista, y el niño salta de gozo en su seno (Lucas, 1, 39-56).
[26] águila … su luz ver pueda: se pensaba que el águila podía mirar directamente al sol (aquí Sol=Dios).
[27] de la alcándara: ‘desde la alcándara’, que era la percha donde se colocaban las aves de cetrería (recuérdese el comienzo del Poema de mio Cid) o se colgaba ropa. Aquí connota un puesto elevado, dignificado.
[28] al cínico en su retiro / el monarca macedón: alude a la visita que hizo Alejandro Magno a Diógenes de Sinope, conocido como «el perro» (el cínico). Alejandro le preguntó qué quería que hiciese por él, a lo que el filósofo respondió que lo único que necesitaba era que se retirase, porque le estaba haciendo sombra y quería recibir los rayos del sol. Por eso dice luego «soltó al aire las mercedes / que Alejandro le ofreció» ‘no le aceptó ningún regalo de valor’.
[29] étnico: como recoge Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española, étnicos «Vale lo mismo que gentiles o paganos».
[30] vivo yo, mas ya no yo: ya no es él porque el amor transforma al que ama, lo iguala con el objeto amado (en este caso se trata del amor a Dios). Ver para estas teorías amorosas la erudita monografía de Guillermo Serés La transformación de los amantes: imágenes del amor de la Antigüedad al Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 1996.
[31] convites: en el original «Combites», pero modernizo la grafía.
[32] Incluido en Agustín López de Reta, Vida de Nuestra Señora, Pamplona, 1688, pp. 205-214.