Comedias de enredo de Jerónimo de Cáncer

Para Jesús Duce, colega y amigo,
que aprecia estas entradas sobre don Jerónimo

El bandolero Sol Posto (1669, escrita por Cáncer y Velasco junto con Pedro Rosete Niño y Francisco de Rojas Zorrilla[1]) tiene como protagonista a Simón, hidalgo portugués que se convierte en bandido para vengar la afrenta que le ha hecho el castellano don Félix de Andrada, quien ha forzado a su prometida Leonor. Simón se hace llamar Sol Posto porque, dado su agravio, huye de la luz del sol; y sol puesto es también el honor mancillado de Leonor, hasta que, una vez muerto Simón, don Félix se casa con ella.

La fuerza del natural (1676, con Moreto[2]) se basa en el socorrido recurso de intriga de los hijos trocados. Al nacer su hijo, el duque de Ferrara lo entrega al labrador Roberto para que lo cuide como si fuera suyo. En el campo se crían dos jóvenes, Julio, el supuesto hijo del duque, y Carlos, que pese a su hábito rústico da siempre muestras de cortesano (por ejemplo, en su trato con la bella Aurora). Al final se produce la anagnórisis: la esposa de Roberto cambió los niños; Carlos, el verdadero hijo del duque, se casa con Aurora, mientras que el rústico Julio tiene que conformarse con la villana Gila.

LaFuerzaDelNatural

La verdad en el engaño (1662, con Juan Vélez de Guevara y Antonio Martínez de Meneses[3]), cuya acción se sitúa en Chipre, es un «ciego laberinto» de amor y de celos y una nueva ilustración de que «engañando vence amor». Febo, príncipe de Albania, ama a Fénix, princesa de Chipre, y acude a su encuentro pese a la enemistad existente entre los dos reinos, viéndose precisado a urdir mil enredos (por ejemplo, fingir que es Tolomeo, un enemigo al que ha vencido). La comedia acaba con las bodas de Febo y Fénix y una alusión a los monarcas españoles, «la Fénix de Austria divina / y el Febo de España cuarto» (fol. 148v-b).

Localización italiana, ambiente cortesano y diversas intrigas amorosas y políticas encontramos en Enfermar con el remedio (1653[4], con Calderón y Luis Vélez de Guevara), Hacer remedio el dolor (1658, con Moreto) y La razón hace dichosos (1663, con Martínez de Meneses y Zabaleta). Todavía podríamos recordar algunos títulos más como El hijo pródigo (con Matos y Moreto) o El rey don Enrique el enfermo, curiosa colaboración entre seis ingenios (además de Cáncer, intervinieron Zabaleta, Martínez de Meneses, Rosete, Villaviciosa y Moreto); y otras piezas con problemas de atribución como Los tres soles de Madrid o El bandolero de Flandes[5].


[1] El bandolero Sol Posto, en Parte treinta y dos de comedias nuevas nunca impresas, escogidas de los mejores ingenios de Espana, Madrid, Andrés García de la Iglesia a costa de Francisco Serrano de Figueroa, 1669.

[2] La fuerza del natural, en Segunda parte de las comedias de Agustín Moreto, Valencia, Benito Macè, 1676.

[3] La gran comedia de la verdad en el engaño, de don Juan Vélez, de don Gerónimo Cáncer y de don Antonio Martínez, en Parte diez y siete de comedias nuevas, y escogidas de los mejores ingenios de Europa, Madrid, Melchor Sánchez a cargo de San Vicente, 1662.

[4] Puede leerse en el tomo XIV de la BAE (Obras de don Pedro Calderón de la Barca, ed. de Juan Eugenio Hartzenbusch, tomo cuarto, Madrid, Rivadeneyra, 1945), pp. 429-448.

[5] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Cáncer y la comedia burlesca», en Javier Huerta Calvo (dir.), Historia del teatro español, vol. I, De la Edad Media a los Siglos de Oro, Madrid, Gredos, 2003, pp. 1069-1096.

Otras comedias de asunto religioso de Jerónimo de Cáncer

En Dejar un reino por otro y mártires de Madrid (1678, escrita por Cáncer y Velasco en colaboración con Villaviciosa y Moreto[1]), Enrique, cautivo español que guarda gran parecido físico con Solimán, el desaparecido sobrino del emperador otomano Amurates, tiene la oportunidad de hacerse pasar por el infante y aspirar al trono de los turcos y al amor de la bella princesa Luna. Ya en Constantinopla, se reúne con Flora, mujer a la que cortejó en Madrid y que le ha seguido por toda Europa. Ambos se niegan a renunciar a su fe cristiana, mueren mártires y un ángel pone sobre sus cabezas sendas coronas de color rojo y blanco (símbolo de su sangre derramada y de su castidad).

Santa Sofía

En Antioquía, en tiempos de Diocleciano, ocurre la acción de La Margarita preciosa (1663, con Zabaleta y Calderón[2]). Margarita, hija supuesta de Esedio, sacerdote gentil, se convierte al cristianismo y es sacrificada a los dioses; después de muerta, obra el prodigio de decir que Cristo es el Dios verdadero. En la Jornada II, Cáncer la presentaba en traje de pastora, entonando bellas alabanzas a Dios-Pastor: «Ya todo me ha faltado, / mas como os tenga a Vos, Divino Esposo, / nada encuentro, Señor, que sea penoso» (p. 420). La obra se desarrolla en un ambiente campesino, con bellas cancioncillas intercaladas:

MÚSICOS.- La beldad de Flora
celebren y alaben
todos los pastores
deste ameno valle.
Que de Margarita
la hermosura grande
quemósela el sol,
llevósela el aire (Jornada II, pp. 420b-421a)[3].


[1] Dejar un reino por otro y mártires de Madrid, de Cáncer, Villaviciosa y Moreto, en Parte cuarenta y cuatro de comedias nuevas, nunca impresas, escogidas de los mejores ingenios de España, Madrid, por Roque Rico de Miranda, a costa de Juan Martín Merinero, 1678.

[2] La Margarita preciosa, comedia famosa de tres ingenios, la primera jornada de Don Juan de Zabaleta, la segunda de Don Gerónimo Cáncer y la tercera de Don Pedro Calderón, en Parte veinte y una de comedias nuevas escogidas de los mejores ingenios de España, Madrid, Joseph Fernández de Buendía a cargo de Agustín Verges, 1663. Puede leerse en el tomo XIV de la BAE (Obras de don Pedro Calderón de la Barca, ed. de Juan Eugenio Hartzenbusch, tomo cuarto, Madrid, Rivadeneyra, 1945), pp. 517-536.

[3] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Cáncer y la comedia burlesca», en Javier Huerta Calvo (dir.), Historia del teatro español, vol. I, De la Edad Media a los Siglos de Oro, Madrid, Gredos, 2003, pp. 1069-1096.

Otros entremesistas del Siglo de Oro (1)

El número de entremesistas auriseculares es muy elevado, así que me limitaré a indicar de forma esquemática algunos otros nombres y títulos:

Antonio Hurtado de Mendoza (1586-1644) es autor de El examinador Miser Palomo, representado en 1617, que sigue el esquema de revista de personajes ridículos (tomajón, necio, caballero, enamorado, valiente, etc.). Tiene otras obras de índole costumbrista como la titulada Getafe.

Luis Vélez de Guevara (1570-1644) compuso Antonia y Perales, Los sordos, La burla más sazonada, La sarna de los banquetes y Los atarantados.

Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo (1581-1635) es autor de trece entremeses —que él llama comedias antiguas o comedias domésticas— de escasa dramaticidad (escritos para ser leídos en el marco de sus libros, más bien que representados), entre ellos El buscaoficios, Los mirones de la Corte, El caprichoso en su gusto, El malcontentadizo, El tribunal de los majaderos, El comisario contra los malos gustos, El remendón de la naturaleza, El cocinero de amor, Doña Ventosa, Las aventuras de la Corte o El Prado de Madrid y baile de la capona.

Alonso del Castillo Solórzano (1584-1648) también publica sus entremeses (El casamentero, La castañera, El barbador, Las prueba de los doctores, El comisario de figuras) al interior de sus obras narrativas.

Jerónimo de Cáncer y Velasco (¿1599?-1655), autor especialmente inclinado a los géneros cómicos como la comedia burlesca, tiene entremeses como Los testimonios, Los gitanos, El portugués, El cortesano, La visita de la cárcel (hay otra pieza de Benavente con el mismo título), Pelícano y Ratón o Los putos.

Gaspar de Barrionuevo (1562-h. 1624) compuso graciosos entremeses como El triunfo de los coches, y recientemente se le ha atribuido el famoso de Los habladores.

Francisco Bernardo de Quirós (1594-1668) recogió sus piezas breves en Obras y aventuras de don Fruela (1656): así, Mentiras de cazadores y toreadores, El toreador don Babilés, El poeta remendón, La burla del pozo, Las calles de Madrid, Escanderbey, Don Estanislao, Las fiestas del aldea o el titulado El muerto, Eufrasia y Tronera.

—A Juan Vélez de Guevara (1611-1675) debemos La autora de comedias, El loco, El sastre, El bodegón, Los holgones, Los valientes, El pícaro bobo

Agustín Moreto (1618-1669) es otro de los más importantes entremesistas áureos, con unas treinta y cinco piezas que destacan por su gracia cómica. Muestra gran habilidad en la caricatura figuronesca, como las del valentón de Alcolea o Entremés para la noche de San Juan, o el mozo simplón que se hace el terrible en El Cortacaras. Doña Esquina, El aguador, Los gatillos, Entremés de la loa de Juan Rana, Las galeras, Los oficios de la honra, Las fiestas de palacio, El alcalde de Alcorcón, Los galanes, El ayo, El retrato vivo, La Perendeca o La burla de Pantoja son otros títulos moretianos.

Gil López de Armesto y Castro (?-1676) publicó en 1674 sus Sainetes y entremeses representados y cantados, donde incluye títulos como Los nadadores de Sevilla y Triana, Las vendedoras de la Puerta del Rastro, La burla de los capones o La competencia del portugués y el francés. Además se le considera inventor de un nuevo subgénero, el intermedio lírico (véase más abajo).

Sebastián Rodríguez de Villaviciosa (1618-1663) tiene en su haber La casa de vecindad, Los poetas locos, El licenciado Truchón, Zancajo y Chinela, Las visitas y una pieza de gran éxito, El retrato de Juan Rana.

Muchos de estos textos se pueden leer en la importante Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas, ed. de Emilio Cotarelo y Mori, Madrid, Bailly-Baillière (NBAE), 1911, 2 vols. Hay edición facsímil con estudio preliminar e índices por José Luis Suárez y Abraham Madroñal, Granada, Universidad de Granada, 2000.

Coleccion de entremeses, loas... de Cotarelo