El desengaño propio del Barroco se reflejará en la literatura por medio del tratamiento de determinados temas, con reiteración de una serie de motivos y símbolos heredados del Renacimiento y aun de la Edad Media. Por ejemplo, tendrá una importancia enorme el retrato de la fugacidad de la belleza. Dado que en el Barroco predomina este sentimiento de crisis y desengaño que estamos describiendo, será habitual el tratamiento preferente de temas como la fugacidad de la vida, la presencia inexorable de la muerte, el paso irremisible del tiempo, la vanidad de pompas y honores y, en fin, la inestabilidad de todas las cosas. El existir humano se concibe como un camino hacia la muerte. La vida es sueño, apariencia, fugacidad. Por la misma razón, habrá una gran floración de temas religiosos y morales. Símbolos repetidos en este tipo de literatura serán: las flores que se marchitan, los árboles caídos, las cenizas, las mariposas, el fuego, la llama, la espuma, el humo, los relojes, etc.
Se aprovechan además los topoi o lugares comunes clásicos (de la Edad Media y el Renacimiento), pero intensificados ahora con nuevas perspectivas barrocas:
1) El Carpe diem o el Collige, virgo, rosas, relacionados con los temas del amor y belleza, pero cargados ahora del sentimiento de la fugacidad de la vida. Cobra gran vigencia el tema de la brevedad de la rosa, repetido hasta la saciedad (y por ello dará lugar a versiones paródicas).
2) El Beatus ille, unido al motivo de la aurea mediocritas, es otro de los temas favoritos del Barroco, muy apto para expresar ese desengaño Se asocia también al tema del menosprecio de corte y alabanza de aldea.
3) El Ubi sunt?, el Tempus fugit y el Memento mori, ligados al tema de la muerte: se subraya la fugacidad de la vida, lo que fue y ya no es.