Dejando aparte algunos antecedentes muy claros como el Ramiro, conde de Lucena (1823) de Rafael Húmara y Salamanca[1], Jicotencal (publicada anónima en Filadelfia, en 1826[2]) y las novelas escritas en Inglaterra y en inglés por Telesforo de Trueba y Cossío[3] (The Castilian, Gómez Arias), puede considerarse que la primera novela histórica española moderna es Los bandos de Castilla, de Ramón López Soler.
Y es que Los bandos de Castilla o El caballero del Cisne es la primera novela histórica española auténticamente efectiva, pues aunque no es la primera que se escribe en España y en español tomando como asunto el pasado nacional, sí que es la primera en manifestar expressis verbis la intención de crear, imitando conscientemente a Scott, una escuela novelesca nueva, labor en la que sería seguido el autor. Sus palabras al comienzo del «Prólogo» no pueden ser más claras:
La novela de Los bandos de Castilla tiene dos objetos: dar a conocer el estilo de Walter Scott y manifestar que la historia de España ofrece pasajes tan bellos y propios para despertar la atención de los lectores como las de Escocia y de Inglaterra. A fin de conseguir uno y otro intento hemos traducido al novelista escocés en algunos pasajes e imitádole en otros muchos, procurando dar a su narración y a su diálogo aquella vehemencia de que comúnmente carece, por acomodarse al carácter grave y flemático de los pueblos para quienes escribe. Por consiguiente, la obrita que se ofrece al público debe mirarse como un ensayo, no solo por andar fundada en hechos poco vulgares de la historia de España, sino porque aún no se ha fijado en nuestro idioma el modo de expresar ciertas ideas que gozan en el día de singular aplauso[4].
[1] Puede consultarse Vicente Lloréns, «Sobre una novela histórica: Ramiro, conde de Lucena (1823)», Revista Hispánica Moderna, XXXI, 1965, pp. 286-293.
[2] Esta obra se confundió durante algún tiempo con Xicotencal, príncipe americano, de Salvador García Bahamonde, publicada en Valencia en 1831; hoy sabemos que son novelas bien distintas, y hay bibliografía al respecto: D. W. McPheeters, «Xicoténcalt, símbolo romántico y republicano», Nueva Revista de Filología Hispánica, X, 3-4, julio-diciembre de 1956, pp. 403-411; José Rojas Garcidueñas, «Jicotencal, una novela hispanoamericana precursora del romanticismo español», Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas (México), 1956, 24, pp. 53-76; Luis Leal, «Jicotencal. Primera novela histórica en castellano», Revista Ibero-americana de Literatura, XXV, enero-julio de 1960, núm. 44, 9-32; Silvia Benso, «Xicoténcalt: para una representación del pasado tlaxcalteca», en Romanticismo 3-4. Atti del IV Congresso sul Romanticismo Spagnolo e Ispanoamericano, Génova, Universidad de Génova, 1988, pp. 145-148; Mercedes Baquero Arribas, «La conquista de América en la novela histórica del Romanticismo: Xicotencal, príncipe americano», Cuadernos Hispanoamericanos, 1990, núm. 480, pp. 125-132, entre otros trabajos. Como puede observarse, hay distintas variantes en la transcripción gráfica del nombre de este personaje americano.
[3] Cf. Vicente Lloréns, Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra (1823-1834), 2.ª ed., Madrid, Castalia, 1968, pp. 260-284.
[4] Cito por la edición de Felicidad Buendía, Antología de la novela histórica española (1830-1844), Madrid, Aguilar, 1963, p. 44.