El siguiente relato incluido en El ruido del sol es «Las cenizas de todos nosotros» (pp. 149-161)[1]. Cecilio, alias Juanete III, sale de la cárcel de un pueblo y la gente lo señala como el torero del domingo, «el del miedo». Todos sus hermanos han tenido mala suerte en el toreo: Juanete I cayó en una novillada nocturna; Juanete II sufrió la amputación de un pie, porque le cambiaron un buen toro que le había tocado en el lote. El padre, que quiere fundar una dinastía taurina, reprocha a su hijo su cobardía al negarse a torear (razón por la que lo habían metido en el calabozo): «¡Has acabado con todos nosotros!, ¡has terminado con nuestras cenizas…!» (p. 161).
Pero, en realidad, lo que ha hecho ha sido salvar su vida, sin exponerla inútilmente en el ejercicio de un trabajo para el que no siente la más mínima vocación.
[1] Citaré por José María Sanjuán, El ruido del sol, 2.ª ed., Barcelona, Destino, 1971 (colección Áncora y Delfín, núm. 372), prólogo de José María Pemán.