Otro soneto de Ernestina de Champourcin: «Huida»

De Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905-Madrid 1999), poeta de la Generación del 27 y perteneciente al grupo de «Las Sinsombrero», esposa de Juan José Domenchina, ya he transcrito aquí sus poemas «Contemplación de María», «Amor», «El beso» y su soneto «Búscame en ti. La flecha de mi vida…». Vaya para hoy otro soneto suyo, esta vez de su poemario Cántico inútil (Madrid, M. Aguilar, 1936).

Rosa marchita, de Tania Traver (Arteinformado.com).

Inercia de la muerte. ¡Qué distancia
me aleja ya, segura, de lo humano!
Aquella rosa que murió en mi mano
será pronto recuerdo de fragancia.

Silencio de silencios. En mi estancia
diluye su perfil lo cotidiano
y retorna sin hieles a su arcano
esa amargura que la vida escancia.

Nada será de todo lo que ha sido.
Voy a ofrecer al sello del olvido
mis párpados febriles y mis labios

que inmoviliza el rictus de lo eterno.
¡Quiero escapar indemne del infierno
que arde en la trama de tus besos sabios! [1]


[1] Lo cito por Poetas del 27. Antología comentada, introducción de Víctor García de la Concha, Madrid, Espasa Calpe, 1998, pp. 632-633.

«El beso», de Ernestina de Champourcin

Añado hoy a «Contemplación de María», «Búscame en ti. La flecha de mi vida…» y «Amor» el poema «El beso», de Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905-Madrid 1999), poeta que forma parte de la Generación del 27. Pertenece esta nueva composición —también de temática amorosa— a su poemario Cántico inútil (Madrid, M. Aguilar, 1936).

Der Kuss / El beso (1909), Gustav Klimt. Österreichische Galerie Belvedere de Viena (Austria)
Der Kuss / El beso (1909), Gustav Klimt. Österreichische Galerie Belvedere de Viena (Austria).

¡Tus labios en mis ojos!
Qué dulzura de estrellas alisa lentamente
mis párpados caídos…
Nada existe del mundo. Sólo siento tu boca
y el temblor de mi espíritu hecho carne de luz.
Sé cruel al besarme. Desgarra mis pupilas
y arranca de su sombra la lumbre de mi sueño.
Con ella te daré mi última mirada.

¡Abrásame los ojos! Que el peso de tus labios
despoje mi horizonte de lo que tú no has visto.
Quiero olvidarlo todo y anularme en la niebla
que ciñen tus caricias[1].


[1] Cito por Mujeres del 27. Antología poética, introducción y edición de José Luis Ferris, 6.ª impresión de la 1.ª ed., Barcelona, Planeta, 2025, p. 268.

«Amor», de Ernestina de Champourcin

Añado hoy a «Contemplación de María» y «Búscame en ti. La flecha de mi vida…» el poema «Amor», de Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905-Madrid 1999), poeta que forma parte de la Generación del 27. Pertenece esta nueva composición a su poemario La voz en el viento (Madrid, Compañía General de Artes Gráficas, 1931), que recoge poemas de entre 1928 y 1931, con predominio de la temática amorosa.

Mano acariciando las estrellas

Puliré mi belleza con los garfios del viento.
Seré tuya sin forma, hecha polvo de aire,
diluida en un cielo de planos invisibles.

Para ti quiero, amado, la posesión sin cuerpo,
el delirio gozoso de sentir que tu abrazo
solo ciñe rosales de pura eternidad.

Nunca podrás tenerme sin abrir tu deseo
sobre la desnudez que sella lo inefable,
ni encontrarás mis labios
mientras algo concreto enraíce tu amor…

¡Que tus manos inútiles acaricien estrellas!
No entorpezcas besándome la fuga de mi cuerpo.
¡Seré tuya en la piel hecha fuego de sol! [1]


[1] Cito por Mujeres del 27. Antología poética, introducción y edición de José Luis Ferris, 6.ª impresión de la 1.ª ed., Barcelona, Planeta, 2025, p. 266. En el penúltimo verso restituyo «besándome», frente al «basándome» que trae esta edición.

Un soneto de Ernestina de Champourcin: «Búscame en ti. La flecha de mi vida…»

De Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905-Madrid 1999), poeta de la Generación del 27 y perteneciente al grupo de «Las Sinsombrero», esposa de Juan José Domenchina, ya había transcrito aquí su poema navideño «Contemplación de María». Como bien escribe José Luis Ferris, «Ernestina de Champourcin fue, con distancia, una de las poetas más prolíficas de su generación, con más de veinte libros publicados y una extensa lista de poemas diseminados, desde los años veinte, por múltiples y prestigiosos diarios y revistas»[1]. Vaya para hoy este bello soneto de La voz en el viento (1931), «construido con una retórica que tiene en el símbolo cancioneril o místico su base, aquí destinada a la expresión del amor humano, que a la altura de 1930 constituye para Champourcín uno de sus temas poéticos preferidos»[2].

Flecha atravesando dos corazones

Búscame en ti. La flecha de mi vida
ha clavado sus rumbos en tu pecho
y esquivo entre tus brazos el acecho
de las cien rutas que mi paso olvida.

Despójame del ansia desmedida
que abrasaba mi espíritu en barbecho.
El roce de tus manos ha deshecho
la audacia de mi frente envanecida.

Navegaré en tus pulsos. Dicha inerte
del silencio total. Ávida muerte
donde renacen, tuyos, mis sentidos.

Ahoga entre tus labios mi tristeza,
y esta inquietud punzante que ya empieza
a taladrar mi sien con sus latidos[3].


[1] José Luis Ferris, en Mujeres del 27. Antología poética, 6.ª impresión de la 1.ª ed., Barcelona, Planeta, 2025, p. 255.

[2] Francisco Javier Díez de Revenga, en Poetas del 27. Antología comentada, introducción de Víctor García de la Concha, Madrid, Espasa Calpe, 1998, p. 631.

[3] Lo cito por Poetas del 27. Antología comentada, pp. 630-631. En el verso 3 edito «tus» en vez de la lectura «sus» que trae la transcripción de Díez de Revenga.

«Contemplación de María», de Ernestina de Champourcin

Con la festividad del Bautismo de Jesús finaliza hoy el ciclo litúrgico de Navidad. Terminaremos también esta serie de poemas de temática navideña con «Contemplación de María», de Ernestina de Champourcin (Vitoria, 1905-Madrid 1999)[1]. Poeta de la Generación del 27 y perteneciente al grupo de «Las Sinsombrero», tras la guerra civil partió al exilio, primero en Francia y después en México, junto con su marido, Juan José Domenchina. Muerto él en 1959, Ernestina regresaría a España en 1972. Entre sus títulos poéticos figuran En silencio (1926), Ahora (1928), La voz en el viento (1931), Cántico inútil (1936), Presencia a oscuras (1952), El nombre que me diste…. (1960), Cárcel de los sentidos (1964), Hai-kais espirituales (1967), Cartas cerradas (1968), Poemas del ser y del estar (1972), Primer exilio (1978), Poemillas navideños (1983), La pared transparente (1984), Huyeron todas las islas (1988), Antología poética (1988), Los encuentros frustrados (1991), Poesía a través del tiempo (1991), Del vacío y sus dones (1993) o Presencia del pasado (1994-1995) (1996). Póstumas son las recopilaciones Poemas de exilio, de soledad y de oración (antología poética) (Pamplona / Madrid, Universidad de Navarra / Ediciones Encuentro, 2004), Poesía esencial (Madrid, Fundación Banco Santander Central Hispano, 2008) o Antología poética (Madrid, Ediciones Torremozas, 2017).

Rafael, Madonna Tempi (1508). Alte Pinakothek (Munich, Alemania).
Rafael, Madonna Tempi (1508). Alte Pinakothek (Munich, Alemania).

«Contemplación de María» es la primera de los tres composiciones recogidos en su folleto Poemillas navideños, y se divide externamente en cuatro apartados de métrica tradicional (el primero es un romance con rima aguda í; el segundo, un romance endecha —versos heptasílabos— con rima é e, con la peculiaridad de abrirse con una primera estrofa que presenta cinco versos[2]; el tercero, un romance con rima á o; y el cuarto, un romance con rima aguda á).

I

La espera te inunda toda
con su gozoso fluir.
Es un río de alegría,
un vuelo de colibrís
que te roza levemente
porque Dios que nace en ti
no cabe en el mundo entero
y cabe en tu seno. Así
van transcurriendo las horas
y su tejido sutil
borda hilo a hilo el milagro
que nos quiere redimir

Espera tuya. La nuestra
aprenderá hoy de ti
a esperar, año tras año,
el tiempo de revivir.

II

Y estabas, simplemente
ante ti, Dios pequeño
escondido e inerme
en tu cuerpo tan nuevo,
en tu llanto reciente.

Estás mientras le miras
o en tus brazos se duerme.
¡Qué limpio, qué sencillo
tu modo de quererle!

Al pastor de fe pura
y a los clarividentes
magos ricos en dones
silenciosa le ofreces.

No hace falta que hables.
Aquí estás, simplemente.
Tu estar es una rosa
que en la nieve florece. 

III

Todo el silencio del mundo
se concentra en el establo.
Callan los que están dentro,
calla el que llega cantando,
callan suspiros y risas.

El Niño mira callado
con sus ojos de luz tierna
a quien viene a contemplarlo.

Un aire nuevo, cernido,
agita suave los mantos
de María y de José.
Estamos en ningún lado,
en el alba de la tierra.

Amanecer rosa y blanco
del principio de la Vida.
Todo calla en el establo. 

IV

El borrico de la noria
se ha escapado hasta el portal
porque hoy el agua ya brota
de otro pozo. Volverá
sin duda alguna mañana
bajo el yugo y el ronzal
a trabajar nuevamente
lleno de gozo y de paz.

Borrico del Nacimiento
que fuiste ahora a buscar
un agua que es para siempre:
tus ojos reflejarán
asombrados y sumisos
un sueño que es realidad[3].


[1] Sobre la autora pueden verse, por ejemplo, los trabajos Ernestina de Champourcin, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27 / Diputación Provincial de Málaga, 1989; y Ernestina de Champourcin, del exilio, a Dios, biografía y selección de poemas de Beatriz Comella, Madrid, Rialp, 2002.

[2] En esta estrofa, los versos 1, 3 y 5 mantienen la misma rima asonante é e y los versos 2 y 4 presentan una rima también asonante é o.

[3] Tomo el texto de Ernestina Champourcin, Poemillas navideños, editor Rosario Camargo E., ilustradora Ana Laura Salazar, México, D. F., Programas Educativos, 1983, s. p. En el apartado I se lee por dos veces «tí» (quito la tilde). Mantengo la distribución en “estrofas” que presenta el original en las distintas tiradas de romance.