A Alicia Villar Lecumberri
y Santiago A. López Navia,
amigos cervantistas,
con cariño y amistad
El boliviano Hernando Sanabria Fernández cuenta en su haber con dos composiciones poéticas de temática cervantina; una es el soneto «En loor de Aldonza Lorenzo»[1] (publicado en 1978 con el seudónimo de José Lorenzo Vaca, cuyo comentario dejaré para otra ocasión) y, la que ahora me interesa destacar, su «Romance del Corregidor de La Paz». Pero, antes de entrar en materia, recordaré algunos datos biográficos del autor.
Hernando Sanabria Fernández (Vallegrande, 1909-Santa Cruz de la Sierra, 1986) fue Licenciado en Derecho por la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca y Doctor en Derecho, Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz de la Sierra. Ejerció muy diversos cargos públicos, y ocupó la Cátedra de Sociología en la Universidad Gabriel René Moreno y la de Literatura e Historia del Arte en la Escuela de Bellas Letras de Santa Cruz. Desempeñó funciones diplomáticas, como consejero cultural en la embajada de Bolivia en España. Recibió, entre otras distinciones, la Medalla Nacional de Cultura, la Orden Boliviana de la Educación, la Orden Española del Mérito Civil y el Cóndor de los Andes[2]. Como escritor, publicó sobre temas muy variados (arqueología, economía, folclore, geografía, historia, lingüística, literatura, etc.). Periodista activo y docente, crítico, historiador y biógrafo[3], en el terreno de la creación literaria cultivó los géneros de la poesía (Figuras de antaño, poemario escrito en 1932, pero no publicado hasta 1976; Poemas provincianos, 1963), la novela (La de los ojos de luna, 1974) y el cuento (Cactus del valle,1986).
Sanabria Fernández tuvo una destacada actividad cervantina. En una entrevista para El Diario de La Paz aparecida el 27 de noviembre de 1977 declaraba:
Soy un apasionado cervantista. Resumiendo puedo decir que simplemente tengo aquí la devoción cervantina y el vincular esta mi devoción cervantina con mi devoción por mi patria, por aquello de que Cervantes quiso ser Corregidor de La Paz y un compañero de Cervantes, Pedro Ozores de Ulloa, vino a prestar servicio al rey en nuestro territorio[4].
En su obra, en efecto, se incluyen varios ensayos cervantinos. Así, en 1947 ganó el primer premio del concurso sobre Miguel de Cervantes con su trabajo Cervantes, Quijote, Sancho, en la ciudad de La Paz, convocado por varias instituciones en conmemoración del IV Centenario del nacimiento de Cervantes. Treinta años después, en 1977, ingresó como miembro de número a la Academia Boliviana de la Historia, y su trabajo de ingreso fue Un compañero de Cervantes en tierras de Charcas, hoy Bolivia. Y en noviembre de 1980 fue nombrado miembro académico numerario de la Academia Boliviana de la Lengua, siendo en esta ocasión su discurso de ingreso Cervantes y don Quijote en la literatura boliviana[5]. Cuenta con otros artículos cervantinos, algunos publicados y otros inéditos, y además concibió la idea de escribir una obra titulada Un boliviano en La Mancha. Excursión por tierras de don Quijote en España, como resumen de sus vivencias al realizar una por la Mancha en el año 1979, cuando se encontraba en España en misión diplomática.
En su «Romance del Corregidor de La Paz» evoca a Cervantes pobre, pese a todos sus méritos, pretendiente de un cargo en las Indias, entre ellos el de Corregidor de La Paz, que estaba vacante. Y el romance nos presenta al personaje en esa tensa espera de la resolución de su solicitud. Una tarde vemos a Cervantes cambiado: «Es otro hombre, ha ganado / honores, fortuna y prez…»). Pero, en realidad, todo ha sido un sueño. Su esposa Catalina lo despierta, precisamente para decirle que ha llegado un documento oficial con la respuesta: «No ha lugar a la demanda…». Cervantes, pese a todo, se muestra ilusionado, pues nadie puede quitarle ya la dicha de lo soñado. Y la composición se cierra con estos versos: «Aquí termina el romance / del insigne don Miguel, / Corregidor de La Paz / que no pudo ser y fue». No lo pudo ser, en la realidad biográfica, pero lo fue, aunque fuese en sueños, al igual que don Quijote fue caballero andante en su imaginación.
El poema —que anotaré someramente— dice así:
Ya envejece el buen hidalgo,
ya tiene magra la piel
y surcan su rostro arrugas
y nieva sobre su sien.
Le mancaron en Lepanto,
luchando contra el infiel;
unos piratas moriscos
le aprisionaron después
y ha sufrido largos años
de cautiverio en Argel.
Tiene escritos varios libros
de novelas y entremés
y es dilatada la cuenta
de sus servicios al rey.Mas nada de todo aquello,
nada le ha hecho merecer
y anda escaso de privanzas
y de dineros también.Buscando en las antesalas[6]
plaza en que pueda caber,
ha dado con la noticia
de que en las Indias del rey
hay cuatro cargos vacantes
que se van a reponer[7].Los solicita por carta
en que invoca su estrechez
y los méritos ganados
en Lepanto y en Argel.De las[8] cuatro dignidades
cualesquiera le está bien;
mas, si en lance de fortuna
le fuera dado escoger,
por[9] la del corregimiento
de La Paz optara él.Van quince días de espera,
quince días de mudez,
cuando una tarde, cansado
por el inútil vaivén,
se recoge a echar en casa
la modorra del lebrel.Es otro hombre, ha ganado
honores, fortuna y prez
en las Indias de la fama
que le tentaron ayer.
De los cargos requeridos
el corregimiento fue
de La Paz en el Chuquiago[10]
lo que se le dio en merced.Helo ahí empuñando vara
de autoridad y de juez
en la ciudad que se tiende
de un alto nevado al pie[11]
y en cuyo río hay más oro
que joyas en un joyel[12].Los hispanos[13] le obedecen
y le tratan de usarced[14]
y los hijos de la tierra
le besan manos y pies.No le hacen mella la puna[15]
con su viento helado y cruel,
ni le fatigan las breñas,
ni al caminar da traspiés.
Va de un lado para otro
con el garbo de un doncel[16].No ha olvidado, no por cierto,
sus aficiones de ayer:
escribe y llena cuartillas
con algo que nadie ve.Siente un sacudón. Se yergue.
Alguien le llama: —¡Miguel!
(Así en privado le trata
la de Esquivias, su mujer[17].)
Se trae esta el gesto airado
y en las manos un papel.Sin levantarse del todo,
toma el documento y lee:
«No ha lugar a la demanda,
ni a lo pedido por él.
Busque por acá y no en Indias
en qué se le haga merced»[18].Vino el soñar con la siesta
y con la siesta ido es.
Mas nadie puede quitarle
la dicha del sueño aquel,
que si los sueños son vida[19],
se viven alguna vez.Aquí termina el romance
del insigne don Miguel,
Corregidor de La Paz
que no pudo ser y fue[20].
[1] El texto está en Luis R. Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia: su imperecedero legado. Con ilustraciones y semblanzas de los artistas y escritores que engalanan el presente compendio, La Paz, Correos de Bolivia / PROINSA Industrias Gráficas, 2009, p. 207.
[2] Puede verse una semblanza más completa en Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 298-309; ver también Gilberto Rueda Esquivel, «Hernando Sanabria Fernández (1909-1986)», Fuentes. Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional (La Paz), vol. 13, núm. 63, 2019, pp. 67-74.
[3] Entre sus títulos no literarios se cuentan El habla popular de Santa Cruz, Cancionero popular de Vallegrande, Música popular de Santa Cruz, Breve Historia de Santa Cruz, En busca de Eldorado: la colonización del Oriente boliviano, Crónica sumaria de los gobernadores de Santa Cruz, Apiaguaiqui-Tumpa, biografía del pueblo chiriguano, Ñuflo de Chávez, el caballero andante de la selva, Cañoto, un cantor del pueblo en guerra heroica, La ondulante vida de Tristán Roca, Tradiciones, leyendas y casos de Santa Cruz de la Sierra, Iuparesa o La muña ha vuelto a florecer, entre otros.
[4] Cito por Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, p. 307. Para la cuestión del corregimiento perpetuo de La Paz, ver Néstor Taboada Terán, Miguel de Cervantes Saavedra, Corregidor Perpetuo de la Ciudad de Nuestra Señora de La Paz, dibujos de Walter Solón Romero, La Paz, Plural Editores, 2005.
[5] Puede leerse en Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 615-636.
[6] antesalas: las del palacio real, donde los pretendientes intentaban ser atendidos —muchas veces de forma infructuosa— en sus demandas de puestos y mercedes.
[7] Las cuatro vacantes a las que aspiraba Cervantes en 1590 eran la contaduría del Nuevo Reino de Granada (Colombia), la gobernación de Soconusco (Guatemala), la contaduría de las galeras de Cartagena de Indias (Colombia) o el corregimiento en La Paz (Guatemala).
[8] Añado el artículo «las».
[9] Añado la preposición «por».
[10] Chuquiago (Chuquiyapu Marka) es el nombre aimara del área geográfica que más tarde se convirtió en la ciudad de La Paz.
[11] El Illimani es una montaña nevada ubicada cerca de la ciudad de La Paz. Con sus 6.460 metros de altura, es la más alta de la Cordillera Real y la segunda de Bolivia, tras el nevado Sajama.
[12] en cuyo río hay más oro / que joyas en un joyel: alude al río Choqueyapu ‘señor de oro’, que es el principal curso de agua de la ciudad de La Paz. «Don Diego Cabezade Vaca nos relata que “la gente de este asiento y pueblo de Chuquiago tenía por adoración una guaca que llamaban Choqueguanca, que quiere decir ‘señor de oro que no mengua’”. Muy probablemente esta guaca o lugar sagrado estuvo en algún lugar del curso del Choqueyapu» (Ximena Medinaceli, «¿La Paz, ciudad de cerros o de ríos?», Ciencia y Cultura. Revista de la Universidad Católica Boliviana «San Pablo», vol. 4, núm. 7, 2000, p. 46).
[13] hispanos: los criollos, los descendientes de españoles; después con hijos de la tierra se refiere a los indígenas. Unos y otros, todos en La Paz, saludan respetuosamente y estiman a Cervantes.
[14] usarced: lo mismo que vuesarced o vuesa merced, tratamiento de cortesía y respeto.
[15] puna: «Extensión grande de terreno raso y yermo» (DLE); el apunamiento o soroche es el mal de altura.
[16] doncel: muchacho joven.
[17] la de Esquivias, su mujer: Catalina Salazar y Palacios, natural de Esquivias (Toledo), con la que casó el escritor en 1584. Todo lo anterior ha sido un sueño, del que despierta Cervantes al oír el grito de su esposa llamándolo, como explicita el poema unos versos más adelante.
[18] Busque por acá y no en Indias / en qué se le haga merced: en efecto, «Busque por acá en qué se le haga merced» fue la lacónica respuesta del Consejo de Indias, en junio de 1590, a la pretensión de Cervantes de pasar a América.
[19] si los sueños son vida: formulación que vuelve del revés el tópico de la vida es sueño, popularizado por el célebre drama de Calderón.
[20] Texto en Quiroz, Cervantes y don Quijote en Bolivia, pp. 310-312. Aunque es un romance, mantengo la separación en «estrofas» que trae Quiroz. Fue reproducido también en Hernando Sanabria Fernández, Romances de mi tierra, Santa Cruz de la Sierra, Fondo Editorial del Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 1997, pp. 239-241.









