Dos de los poemas de Horizontes poéticos son de claro tema religioso. «Agar en el desierto (episodio bíblico)» (pp. 27-31) es un romance de versos endecasílabos con rima á-o en el que se cuenta cómo la mujer pide ayuda a Dios para que la muerte no le arrebate a su hijo y es escuchada, por lo que proclama gozosa que «venciendo augusta el mundanal ruido, / llega hasta ti la voz del desgraciado». Por su parte, «El Ave María» (pp. 199-200), formado por versos heptasílabos y pentasílabos, con asonancias en á-a en los pares (7- 5a 7- 5a), es un elogio de esa bella oración que suena al amanecer:
[…] es la bella canturia
corta en palabras;
dice: «Salve, María,
Madre sin mancha,
Divina mediadora,
Celeste guarda:
Salve, yo te saludo,
llena de Gracia.»
Y otros tres introducen consideraciones de tipo moral. «Consejo» (p. 95) es un soneto con curioso esquema de rima: ABAB ABAB CCD CDD. La enseñanza de la voz lírica a su amiga es que, como los envidiosos y maledicentes son quienes forman las reputaciones, hay que prevenirse contra ellos. «El milagro» (pp. 89-94), romance con rima á-o, es un elogio del poder de la oración y la inocencia (una niña cuida en el Pirineo de su rebaño, que es atacado por los lobos; reza y un providencial rayo destroza a la jauría). En fin, «Resignación» (p. 187) es un soneto (también aquí la rima es inusual: ABAB AABA CDD EED) en el que el sujeto lírico pide a Dios valor para sufrir con entereza el dolor. Cito los tercetos, cuyas rimas son pobres, formadas por infinitivos + pronombres enclíticos:
Insensatez, locura es esquivarle,
y en lo humano no cabe no sentirle,
que acontece, Señor, que por huirle
se llega más en breve a poseerle.
¡No te pido, pues, yo no padecerle,
que te pido valor para sufrirle!
Quedan, por último, tres poemas por comentar, uno de ellos claramente de circunstancias: el dedicado «A la reina Mercedes» (pp. 55-58) lamenta, en quintillas, la suerte de la soberana, muerta poco tiempo después de su boda (pasa en corto tiempo del palacio de Oriente al Palacio de Dios). Los otros dos retratan tipos humanos: «La Hermana de la Caridad» (pp. 75-76), con esquema 11- 7a 11- 7a y rima asonante, es un elogio de la generosa labor social que desempeña; «El veterano» (pp. 77-79) describe en endecasílabos sueltos a este anciano noble, pero ya débil, que, triste y solitario, recuerda los momentos de sus glorias juveniles en campaña.
Como hemos podido ver a lo largo de estas entradas, predominan en estos Horizontes poéticos de Francisca Sarasate las composiciones de tema amoroso, aunque también se hace presente cierto tono religioso-moralizante, muy característico de las obras de esta escritora, uno de los pocos nombres femeninos que podemos encontrar en el panorama de las letras navarras del siglo XIX. Claro está que la calidad de sus poesías queda lejos de la de una Carolina Coronado, una Gertrudis Gómez de Avellaneda o una Rosalía de Castro, pero considero que merece la pena recordarla y recuperar aquí alguno de sus versos, siquiera por ese carácter excepcional de su figura[1].
[1] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Los Horizontes poéticos (1881) de Francisca Sarasate», Río Arga. Revista de poesía, 89, primer trimestre de 1999, pp. 22-27. Ver también Carlos Mata Induráin, «Francisca Sarasate y Navascués», en María del Juncal Campo Guinea y cols., Mujeres que la historia no nombró, Pamplona, Ayuntamiento de Pamplona-Área de Servicios Sociales y Mujer, 2005, pp. 141-142; y Carlos Mata Induráin, «Una escritora en el olvido: Francisca Sarasate y Navascués», Pregón Siglo XXI. Revista Navarra de Cultura, 31, Verano de 2008, pp. 26-29.




