El episodio del Niño perdido y hallado en el Templo es el más significativo de la vida oculta de Jesús que recogen los evangelios canónicos (Lucas). Sucedió cuando tenía doce años, edad en la que los judíos entraban en la adultez y empezaban a participar de la vida religiosa:
Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua;y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre.Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lucas, 2, 41-51).
Pues bien, José de Valdivielso incluye en su Romancero espiritual este «Romance del Niño perdido» que, desde el punto de vista métrico, es un romance endecha (esto es, formado por versos heptasílabos), con rima aguda en é a. En el poema podemos distinguir cuatro partes: una primera, narrativa, en la que se cuenta la pérdida del Niño y la angustia de sus padres por su ausencia; un segundo segmento, en estilo directo, que corresponde al parlamento de María mostrando su extrañeza por lo sucedido y expresando su deseo de encontrar al hijo perdido, que es todo su bien; un tercer bloque, de nuevo narrativo, que refiere el reencuentro; en fin, la parte final constituye un apóstrofe de la voz lírica al alma cristiana, pidiéndole que imite a María y José en la búsqueda constante de Jesús. El poema no da entrada, en cambio, a la respuesta que dio Jesús a sus padres cuando lo encontraron en el Templo conversando sabiamente con los doctores de la Ley y Él argumentó que debía estar en la casa (y en las cosas) del Padre.
Jesús, María y Josef[1]
el Templo santo dejan
después de la oración
breve, humilde y discreta.Quedose el Niño solo,
sin que los dos lo entiendan[2],
que van mujeres y hombres
por diferentes sendas.Piensa la Madre Virgen
que su Esposo le lleva,
y que va con su Madre
el padre virgen piensa.Con presurosos pasos
de mal sufrida ausencia,
caminan a esperar
si el Niño Jesús llega.Llegó María primero,
¡y quién no lo dijera,
si siempre quien más ama
es el que más desea!Vio venir a su Esposo,
y conociéndole a penas,
y sin Jesús, ¿qué mucho[3]
que le desconociera?Josef, desalentado,
cual suele herida cierva,
busca la fuente viva
de las aguas eternas[4].De verla le pesó,
aunque codicia verla,
porque falta de Dios
no hay quien suplirla pueda.Pregunta por Jesús
a la Esposa doncella,
y lo que le pregunta
es su misma respuesta.Los dos enmudecieron,
y mudos consideran
que, ausente la Palabra[5],
es justo que enmudezcan.Los lastimados ojos
con amorosas quejas
castigan su descuido
sin haber quien le tenga[6].Lo andado del camino
a desandar comienzan,
los pechos enclavados
con unas mismas flechas.Cual cordera sin mancha[7]
bala la Madre tierna
y sobre rosas vivas
derrama vivas perlas[8].«—Hijo de mis entrañas,
¿qué hará la Madre vuestra
—dice—, si sois en quien
el alma tengo puesta?¿Qué mucho, ausente mío,
que sin la luz no vea,
que no viva sin alma
y, sin vida, me muera?¡Ay, lumbre de mis ojos,
que el corazón revienta!,
que al que a Dios ha perdido,
¿qué tiene ya que pierda?Si vuestro amado Padre
me pide de vos cuenta,
sin vos, ¡ay, Jesús mío!,
¿quién la podrá dar buena?Díjome un tiempo el ángel
“Ave, de gracia llena”[9],
y hoy pudiera decirme
que lo estaba de penas.Si “el Señor es contigo[10]”
ahora me dijera,
y os viera entre mis brazos,
¡qué alegre que lo oyera!Perdido de mi alma,
bien sé que estáis en ella,
que tiene vuestra Madre
segura su conciencia.¿No os sirve como es justo
aquesta humilde sierva?
¿No os ama como debe
aquesta Madre vuestra?Volved, Hijo adorado,
contadme vuestras quejas;
esta me perdonad,
y vos veréis la enmienda.Bien sé, Dios escondido[11],
que escucháis mis querellas
y puede ser también
que el alma os enternezca.¿Habéis, hermoso mío,
de andar de puerta en puerta
pidiendo a quien os dé
en los ojos con ellas?¿Habrá habido esta noche
quien hospedaros quiera,
siquiera en un portal
sobre algunas pajuelas?[12]¿Habrá por dicha alguno
que de vos se conduela
y os dé un poco de pan.
de limosna siquiera?¿Habrá alguno que os diga
“Hijo, Dios os provea;
aprended un oficio,
servid, que así se medra”?¿He puesto en vos las manos?
¿Díjeos palabras feas?
No, que no hacéis por qué,
que sois la bondad mesma.¿Hallaréis, Hijo mío,
quien regalaros[13] sepa
mejor que vuestros padres,
con toda su pobreza?¿Hallaréis, por ventura,
tan bien guisada cena,
tan bien mullida cama,
ni voluntad más buena?Quien viere que un buen Hijo
así sus padres deja,
decid, ¿qué pensará,
sino que culpa tengan?Y cuando, dado caso
que tenerla pudiera
Josef, que no la tiene,
¿es bien que así padezca?¿Cuándo de casa os fuisteis
sin que yo lo supiera,
sin besarme la mano
y pedirme licencia?¿Tendréis vida sin mí?
¿Tendréis sin mí paciencia?
Que yo sin vos, Dios mío,
no es posible que pueda.»La tórtola amorosa
así gimiendo vuela,
hasta que al solo Esposo
segunda vez encuentra.Renueva su dolor,
su llanto se renueva,
las lenguas están mudas,
los ojos se hacen lenguas[14].Al cabo de tres días[15],
y treinta mil de ausencia,
se entraron en el Templo
sagrado de las penas;que el corazón les dice
(que suele ser profeta)
que en el Templo se halla
lo que se pierde fuera[16].El amor unitivo,
por su virtud secreta,
pudo hacer que tres almas
en un Niño se vieran.Los gozos, los amores,
las glorias, las ternezas,
dígalas quien las sabe,
si hay Dios quien las sepa.Alma[17], que en la oración
sueles hallarte seca,
porque Dios se te va,
quizá porque te prueba;con lágrimas le busca[18],
que tienen cierta fuerza,
con que, aunque más se esconda,
hacen que Dios parezca[19].Son divinos ventores[20]
que descubren sus huellas,
pues si al cielo se sube,
le bajan a la tierra.En tu tribulación,
que está contigo piensa,
y que, para librarte,
que le llames espera.En la iglesia le busca;
sabe por cosa cierta
que no puede dejar
de estar siempre en la iglesia.Tu dolor le enamora,
tus lágrimas le alegran,
y mientras tú le buscas,
Él te pone la mesa[21].Abiertos pecho y brazos,
tus abrazos desea;
alma desconsolada,
a sus brazos te[22] llega.Para cenar contigo
la mesa tiene puesta,
donde su cuerpo comas,
donde su sangre bebas.Si, por ser confiada,
de tu lado se ausenta,
porque el Niño Jesús
huye de la soberbia,lo andado del camino
desanda con presteza[23]:
irás por la humildad;
verás cómo le encuentras.Si por ventura eres
de aquellas más perfectas
que por la vía unitiva[24]
gozan de sus finezas,regálale[25] amorosa
con miel y con manteca
de un pecho enamorado
y un corazón de cera;que, niño[26], no se irá
de quien amor le muestra
si no es porque tu amor
con el ausencia[27] crezca.Si el Niño es más crecido,
es justo, alma, que temas
no se te pierda Dios
cuando menos lo esperas.Vive desconfiada,
si no quieres ser necia,
que es el más presumido
quien menos le conserva[28].
[1] Habría que pronunciar Josef como palabra llana, pues si la hacemos aguda daría un verso de ocho sílabas; aquí (romance endecha) los versos han de ser heptasílabos.
[2] sin que los dos lo entiendan: sin percatarse de ello.
[3] ¿qué mucho…?: ¿qué tiene de extraño? La expresión se repite un par de veces más, más abajo.
[4] herida cierva … fuente viva / de las aguas eternas: evoca el comienzo del Salmo 41 (42), «Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío». En Juan, 7, 37-38 Jesús se proclama como fuente de agua viva: «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva».
[5] la Palabra: Jesús es el Verbo, la segunda persona de la Trinidad.
[6] Los padres lloran amorosamente su descuido, sufren ese castigo, sin que nada pueda detener su llanto.
[7] cordera sin mancha: la Virgen María fue concebida sin pecado original.
[8] y sobre rosas vivas / derrama vivas perlas: nótese la construcción quiasmática; perlas por ʻlágrimasʼ es metáfora trillada, prácticamente lexicalizada.
[9] Palabras de la salutación del Arcángel Gabriel a María (cfr. Lucas, 1, 28).
[10] Con errata en el original, «cnntigo».
[11] Dios escondido: lo llama así porque no ha comenzado todavía la vida pública de Jesús (si bien ya se había revelado como Salvador del mundo en la Epifanía).
[12] La Virgen María evoca en estos versos el «No hay posada» recibido en Belén y el nacimiento de Jesús en un humilde portal o establo.
[13] regalaros: cuidaros, agasajaros.
[14] los ojos se hacen lenguas: hacerse lenguas de algo o de alguien es ʻalabarlo encarecidamenteʼ; ahora bien, aquí los ojos se convierten en lenguas, pues María y José están mudos y solo pueden expresar la angustia que sienten a través de sus miradas.
[15] Al cabo de tres días: los tres días en que María y José no encuentran a Jesús son un signo de los tres días de su Pasión, Muerte y Resurrección. Igualmente, la angustia de María durante estos tres días de ausencia (que se le han hecho tan largos como treinta mil) prefiguran también su futuro dolor al pie de la Cruz.
[16] En el original, con errata, «fueaa».
[17] Desde este punto y hasta el final del poema es un apóstrofe al alma, pidiéndole que busque a Jesús como le buscaron sus padres, hasta encontrarlo en la iglesia.
[18] le busca: imperativo, ʻbúscaleʼ; se repite unos versos más abajo.
[19] parezca: aparezca.
[20] En el original, «Sus diuinos ventores», que enmiendo con la edición de 1880: las lágrimas son esos divinos ventores, esto es, perros que ventean la presa ʻDiosʼ. Ventor: «Dicho de un animal: Que, guiado por su olfato y el viento, busca un rastro» (DLE).
[21] Él te pone la mesa: la del banquete eucarístico, como se explicita un poco más abajo.
[22] Añado «te» para completar la medida del verso, que si no sería hexasílabo; te llega: ʻllégateʼ.
[23] lo andado del camino / desanda con presteza: como hicieron María y José.
[24] vía unitiva: unión del alma con la divinidad, en lenguaje místico, tras las etapas previas de la vía purgativa y la vía iluminativa. La palabra vía debe pronunciarse como monosílaba.
[25] regálale: agasájale.
[26] niño: predicativo ʻsiendo niñoʼ, ʻpor ser niñoʼ.
[27] el ausencia: el es forma etimológica del artículo femenino, procedente de illam.
[28] Cito por Romancero espiritual, en gracia de los esclavos del Santísimo Sacramento, para cantar cuando se muestra descubierto, por el maestro José de Valdivielso su capellán, y de la capilla muzárabe en su santa iglesia de Toledo. Añadido y enmendado en esta última impresión por el mismo autor, en Madrid, por doña Mariana del Valle, a costa de Francisco Martínez, mercader de libros, frontero de la calle de la Paz, 1659 [en el colofón con estos otros datos: en Madrid, en la Imprenta de la viuda de Francisco Nieto, 1675], fols. 71r-75v. Hay edición moderna, con prólogo de Miguel Mir, Madrid, Imprenta de D. A. Pérez Dubrull, 1880, donde ocupa las pp. 179-186.


