El soneto «Contigo irá mi sombra», recreación quijotesca de Sagrario Torres

En la entrada anterior me refería al poemario Íntima a Quijote (Madrid, Asociación de Escritores y Artistas Españoles, 1986), de Sagrario Torres, y ofrecía algunos datos sobre la autora y su intención al escribir este libro: ofrecer una carta de respuesta íntima (y de ahí el título) a la maravillosa carta de amores que el enamorado caballero escribe en Sierra Morena a su amada Dulcinea del Toboso. Hoy comentaré brevemente la estructura externa del libro, y reproduciré luego uno de sus poemas, el bello soneto con que se cierra, titulado «Contigo irá mi sombra». Este texto constituye una buena síntesis de su contenido y quintaesencia la intención de la autora al escribirlo (tras ver morir a don Quijote, «ante su cadáver juré fidelidad inquebrantable a su espíritu y a su fama», escribía en las palabras introductorias). En fin, podrá servir, además, como una pequeña muestra del estilo poético de Sagrario Torres.

Tras las dedicatorias y las dos páginas con unas someras explicaciones dirigidas «Al lector» (pp. 9-10) —algunos de cuyos párrafos ya reproduje—, encontramos a modo de lema las célebres palabras dedicadas por Dostoievski, en su Diario de un escritor (1873-1876), a la inmortal novela cervantina: «No se puede hallar una obra más profunda y poderosa que el Quijote», etc. Después, el libro se divide en las siguientes secciones:

—Una Primera parte, titulada «Visiones dolorosas y excelsas en Cervantes, donde se ha querido ver lo sobrenatural para el alumbramiento de Don Quijote». Consta de tres apartados: una «Introducción» (el poema «Un hombre entre paredes húmedas»); I, «Quijote: No pudo ser un ciego azar»;  y II, «Quijote: Creció tu cuerpo en lentas perfecciones».

—Un Intermedio, con cuatro apartados: I, «Quijote: Santo mío. Altar para mi incienso», encabezado por un lema de Unamuno en Vida de don Quijote y Sancho sobre la Tolosa y la Molinera; II, «Quijote: Las nodrizas celestes»; III, «En homenaje a [la] Tolosa y la Molinera»; y IV, «Quijote: En la noche de luna».

—La Segunda parte, titulada «Después de las amarguras que sufrió Don Quijote durante largo tiempo, y que a ninguna, por conocidas, se hace alusión», que se divide en: I, «Muchos soles brillaron»; II, «Quijote: El mundo ya no es grande», con otro lema unamuniano, extractado también de la Vida de don Quijote y Sancho, ahora relacionado con Aldonza; y III,  «Quijote: Después de cien galas».

—Cierra el libro una composición última, el soneto «Contigo irá mi sombra», que constituye una especie de canción de envío a don Quijote, ya después de su muerte.

Muerte de Alonso Quijano el Bueno

El poemario de Sagrario Torres bien merece una atención más detenida. Mientras llega el momento de dedicarle ese análisis de mayor profundidad[1], me limitaré a copiar aquí el hermoso soneto final, que sintetiza el mensaje de todo el poemario, el cual constituye una interesante recreación poética quijotesca. Aquí la locura amorosa se ha contagiado por completo a la voz lírica femenina. Especialmente hermoso resulta el segundo terceto, en el que la mujer promete una compañía fiel («Contigo irá mi sombra») al caballero ideal que —más allá de su muerte física– seguirá peleando eternamente contra la injusticia («Cuando cruces / de nuevo un mundo de dolor y queja»), pero contando siempre con el apoyo de su enamorada, compañera puesta en pie a su lado («me alzaré como un monte hacia tu vida») para ayudarlo incondicionalmente en la defensa de la libertad y de todos los valores positivos que encarnaron —y seguirán encarnando— la lucha y los anhelos todos de don Quijote. Este es el texto completo del poema:

Bajo mi rostro a tu perfil yacente
que alumbra el lecho de tu alcoba oscura.
Un escarchado arroyo es tu figura
y en ríos van mis ojos a tu frente.

Yo caliento tu helor inútilmente.
Párpados tuyos besa mi locura,
pómulos, labios de tu boca pura.
En fuego y frío estamos solamente.

Vienen tinieblas a envolver las luces
de tu cuerpo que asciende y que me deja
para siempre olvidada y confundida.

Contigo irá mi sombra. Cuando cruces
de nuevo un mundo de dolor y queja,
me alzaré como un monte hacia tu vida[2].


[1] Puede verse la reseña de Francisco Mena Cantero, «Sobre Íntima a Quijote», Cuadernos de Nueva Poesía (Asociación Prometeo de Poesía), abril de 1987, s. p.; y, con más detalle, el estudio de José María Balcells, «Sagrario Torres y su poema de amor al Quijote», en Jesús-María Nieto Ibáñez (coord.), Lógos Hellenikós. Homenaje al Profesor Gaspar Morocho, León, Universidad de León, 2003, pp. 903-911.

[2] Sagrario Torres, Íntima a Quijote, Madrid, Asociación de Escritores y Artistas Españoles, 1986, p. 65. 

El poemario «Íntima a Quijote» (1986) de Sagrario Torres

"Oda a Dulcinea", acuarela de José Luis Samper

En el año 1986 se publicó[1], como número 5 de la colección «Julio Nombela» de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, el poemario de Sagrario Torres titulado Íntima a Quijote, que constituye una bella recreación quijotesca desde el territorio de la lírica. Para entender plenamente el significado del título ha de sobrentenderse la palabra carta o respuesta, pues eso es el libro en su conjunto: una carta íntima en respuesta a la dirigida por don Quijote a su amada Dulcinea del Toboso desde Sierra Morena.

Estos son algunos datos acerca de la autora[2]: Sagrario Torres Calderón Montiel nació en Valdepeñas (Ciudad Real), de donde salió, a la edad de cinco años, para ingresar en un internado estatal, el de «Nuestra Señora de la Paloma» de Madrid, donde permaneció hasta el año 1936. Antes de Íntima a Quijote había publicado varios otros títulos poéticos: Catorce bocas me alimentan (sonetos), Madrid, Editora Nacional, 1968; Hormigón traslúcido, Salamanca, Colección Álamo, 1970; Carta a Dios, Madrid, Colección Ágora, 1971; Esta espina dorsal estremecida (sonetos) Madrid, Colección Arbolé, 1973; Los ojos nunca crecen, Salamanca, Colección Álamo, 1975 (poema autobiográfico que describe su vida en el colegio, escrito con una beca de la Fundación Juan March del año 1973; la edición del libro estuvo patrocinada por la Delegación Nacional de Cultura); y Regreso al corazón, Madrid, Colección Adonais, 1981.

En 1982 le fue concedida una beca de Creación literaria del Ministerio de Cultura para escribir el libro Íntima a Quijote, el cual saldría publicado cuatro años después, en 1986. Las palabras que dedica Luis López Anglada al poemario (reproducidas en sus solapas) sintetizan bien su contenido y la intención de Sagrario Torres al componerlo:

A pesar de los siglos transcurridos, a pesar de los innumerables trabajos que se han escrito sobre la obra inmortal de Cervantes, nunca, hasta ahora, fue capaz una mujer de responder al mensaje de infinito amor que constituyen la vida y la muerte de Alonso Quijano, el Bueno.

Tuvo que ser una mujer manchega, iluminada desde su niñez por la luz de oro de la Poesía, la llamada a responder —y a corresponder— al inmortal amor de Don Quijote. Dulcinea de todos los tiempos, es ya, como en los versos de Antonio Machado, «… la cerca y lejos, por el inmenso llano eterna compañera y estrella de Quijano».

Tal vez nunca mujer enamorada alguna respondió con tanta hondura, con tanta belleza de expresión, con tanta altura de espíritu a la total entrega del enloquecido amador. Y nunca la inspiración de Sagrario Torres alcanzó tantas y tan altas cimas de belleza y de poesía. Aquí, Sagrario-Aldonza-Dulcinea idealiza a su vez la figura egregia de Quijote, alcanza a comprender —como solo pueden comprenderlo las enamoradas— el alma quijotesca, justifica su pasión y da la razón al ingenioso caballero, que sabía que Dulcinea no era una invención, sino una realidad que algún día —ahora— aparecería ante los ojos del mundo para dar fe de su existencia.

No, esta Dulcinea no es aquella que Gastón Baty alzó a los escenarios, protagonista artificiosa en su ideal, personaje ideal de quimera. Sagrario es, ella misma, la respuesta de Aldonza a Quijote; es, ella misma, el sueño ideal que Cervantes intuyera. Su libro Íntima a Quijote es uno de los más bellos poemas de amor que se han escrito en nuestro tiempo. Aquí, como en el libro inmortal en el que no importa que Dulcinea existiera o no, tampoco importa que Quijote haya sido una realidad o un sueño. Lo que importa es que una mujer haya respondido por fin a un inmortal mensaje de amor de un hombre por ella enloquecido.

Tras las diversas dedicatorias (entre otras, a Valdepeñas y a todos los manchegos), en unas palabras dirigidas «Al lector» (pp. 9-10) explica con detalle la autora las razones que le llevaron a escribir esta carta de respuesta Íntima a Quijote:

En ella le digo cómo veo yo su persona. De qué modo, procedente de las regiones sin nombre ni figura que sólo Dios conoce, fue concebido en la mente de su padre y madre Miguel. Cuál fue, según yo lo veo, el destino de su esforzada y desgraciada vida. Cómo le vi morir, más arrepentido de su aventura de lo que yo hubiese querido, y cómo ante su cadáver juré fidelidad inquebrantable a su espíritu y a su fama.

Añade que «Por mí y para mí, por él y para él escribí esta arrebatada carta» (p. 10), y remata sus palabras de prohemio con esta interesante indicación:

Puesto que él no podrá leerla, a ti, lector, encomiendo esta carta a mi Quijote, a nuestro Don Quijote. Mírala con buena voluntad. Es seguro que no te faltará, por malamente que cumplas el común deber español de ser amigo suyo[3].


[1] En el colofón se indica que el libro sale publicado con motivo de los 370 años de la muerte de Cervantes.

[2] Los extracto de entre los que figuran en las solapas del propio libro. Puede verse la reseña de Francisco Mena Cantero, «Sobre Íntima a Quijote», Cuadernos de Nueva Poesía (Asociación Prometeo de Poesía), abril de 1987, s. p.; y el estudio de José María Balcells, «Sagrario Torres y su poema de amor al Quijote», en Jesús-María Nieto Ibáñez (coord.), Lógos Hellenikós. Homenaje al Profesor Gaspar Morocho, León, Universidad de León, 2003, pp. 903-911.

[3] Sagrario Torres, Íntima a Quijote, Madrid, Asociación de Escritores y Artistas Españoles, 1986, p. 10; el destacado es mío.