«“Y el Verbo se hizo carne”», soneto de Pedro Casaldáliga

Ayer traía al blog el soneto del sacerdote claretiano Pedro Casaldáliga (Balsareny, Barcelona, 1928-Batatais, São Paulo, 2020) titulado «“Él se hizo uno de tantos”». Para hoy copio otro de temática similar, el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios​ como Dios Hijo, por el poder del Espíritu Santo: Jesucristo asume la naturaleza humana, precisamente para redimir a todo el género humano. El poema se publicó en El tiempo y la espera (Santander, Sal Terrae, 1986) con el título «Claridad» (ver el v. 14), pero en Sonetos neobíblicos, precisamente (1996) el epígrafe cambia a «“Y el Verbo se hizo carne”». El soneto (con un esquema de rima no habitual: ABAB BABA CCD EED) es como sigue:

Anunciación a María

Decir el pan, la lucha, el gozo, el llanto,
el monótono sol, la noche ciega.
Verter la vida en libación de canto,
vino en la paz y sangre en la refriega.

Desnuda al viento mi palabra os llega.
Sobre la plaza de la fiesta canto.
Pido que todos entren en la siega.
Vengo a espantar las fieras del espanto.

Mediterráneamente luminosa,
escancio en mi palabra cada cosa,
vaso de luz y agua de verdad.

Si el Verbo se hace carne verdadera,
no creo en la palabra que adultera.
Yo hago profesión de claridad[1].


[1] Lo cito por la antología Porque esta noche el Amor. Poesía navideña del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, p. 137.

«“Él se hizo uno de tantos”», soneto de Pedro Casaldáliga

Pedro Casaldáliga Pla (Balsareny, Barcelona, 1928-Batatais, São Paulo, 2020) fue un sacerdote claretiano, vinculado a la corriente de la teología de la liberación, que vivió buena parte de su vida en Brasil. Desde 1971 fue obispo de São Félix do Araguaia (estado de Mato Grosso), diócesis desde la que defendió los derechos de los menos favorecidos (fue conocido como «el obispo de los pobres»). Teólogo y poeta, entre los libros de poesía de Casaldáliga se cuentan Llena de Dios y de los hombres (1965), Clamor elemental (1971), Tierra nuestra, libertad (1974), Experiencia de Dios y pasión por el pueblo (1983), Fuego y ceniza al viento. Antología espiritual (1984), Cantares de la entera libertad. Antología para la Nueva Nicaragua (1984), El tiempo y la espera (1986), Todavía estas palabras (1989), Llena de Dios, y tan nuestra. Antología mariana (1991) o Sonetos neobíblicos, precisamente (1996).

El poema que transcribo hoy se publicó en su poemario El tiempo y la espera (Santander, Sal Terrae, 1986), donde figura con el título «Versión de Dios» (véase el v. 14). Posteriormente, se recogió en Sonetos neobíblicos, precisamente (Managua, Editorial Lascasiana, 1996; Buenos Aires, Editorial Claretiana, 1996; Madrid, Nueva Utopía, 1996; São Paulo, Editora Musa, 1996), con el nuevo título de «“Él se hizo uno de tantos”». Todo el soneto constituye un intento de explicación poética de la naturaleza humana de Cristo, Dios hecho hombre («nuestro barro breve», v. 1; «se hace menor que el libro y la utopía», v. 6; «El Unigénito venido a menos», v. 9, que tiene las manos y los pies «de tierra llenos», v. 12, y «rostro de carne», v. 13) cuando «rompe, infantil, del vientre de María» (v. 8; entiéndase aquí rompe con el significado de ʻcomienza, empiezaʼ, esto es, ʻnaceʼ). En fin, el último verso, «¡versión de Dios en pequeñez humana!», constituye una bella formulación que sintetiza el concepto teológico de la unión hipostática de Cristo, quien reúne en su persona las dos naturalezas, divina y humana (es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre).

En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.

Mayor que todo dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor Lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.

El Unigénito venido a menos
traspone la distancia en un vagido;
calla la gloria y el amor explana;

Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡versión de Dios en pequeñez humana![1]


[1] Lo cito por la antología Porque esta noche el Amor. Poesía navideña del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, p. 156.