Analizaré en próximas entradas[1] el episodio del Arauco domado de Lope de Vega[2], de carácter eminentemente cómico, en el que —como ya queda advertido— el soldado Rebolledo usa su ingenio para salir airoso y escapar con vida de una situación comprometida. Es en el acto segundo cuando Rebolledo —que cumple las veces de gracioso— es capturado por los indios, quienes quieren asarlo vivo. El soldado inventará que padece una enfermedad contagiosa —él la llama «escapatoria», v. 1300[3]—, de forma que, si comen su carne, todos ellos morirán. Así pues, en este pasaje (vv. 1275b-1300) queda apuntado el tema del canibalismo de los araucanos, pero puesto al servicio de la comicidad.
Tenemos, por tanto, que las primeras alusiones a la antropofagia en esta comedia son de tono cómico. Pero si repasamos otras alusiones a la antropofagia presentes en esta comedia, veremos presentan un tono serio. Así, en la jornada tercera, cuando un Tucapel cansado de combatir se muestre partidario de la paz, Engol se lo reprochará con estas palabras:
ENGOL.- Di, Tucapel,
¿eres tú el soberbio y fiero
que tantas veces bebiste
sangre de aquestos ladrones
que de remotas naciones
vienen donde libre fuiste
solamente a hacerte esclavo?
[…]
¿Eres el que los asabas
y que aun crudos los comías? (vv. 2346b-2357).
Y se añadirán varias alusiones al casco (la calavera) de Valdivia, que los araucanos han engastado en oro y usan para sus libaciones de chicha y perper[4], tal como le recuerda de nuevo Engol a Tucapel:
ENGOL.- ¿Eres el que, puesto en oro
el casco de su cabeza,
hiciste una hermosa pieza
en que por grande tesoro
bebías chicha y perper[5]
con los caciques de Chile?
¿Pues quién hay que te aniquile
de aquel tu insigne poder? (vv. 2368-2375).
Más adelante será el toqui Caupolicán quien invite a los suyos a beber, en esta ocasión sangre humana:
CAUPOLICÁN.- Yo tengo engastado en oro
de Valdivia el mismo casco,
donde, con alegre fiesta,
quiero que todos bebamos
sangre de algún español,
y con música y aplauso
juremos morir o echar
los españoles de Arauco (vv. 2528-2535).
La idea de la antropofagia mapuche —de carácter más bien ritual— la reitera, desde el campo español, don Alonso, quien comenta que en su fiesta de las quebradas de Purén los araucanos quieren beber «sangre humana fresca y tibia» (v. 2593). Incluso se llega a representar en escena esa práctica de las libaciones de sangre:
CAUPOLICÁN.- ¡Hola, dadnos de beber!
RENGO.- Aquí está el casco engastado
de Valdivia.
CAUPOLICÁN.- Este ha de ser
el día más celebrado
que en Arauco se haya visto.
RENGO.- Toma, y esa sangre bebe.
CAUPOLICÁN.- Con ella la sed resisto,
que aunque está caliente es nieve (vv. 2735-2742).
Es decir, el toqui la bebe para aplacar su sed, y le sabe tan gustosa como una bebida refrigerada con nieve, si bien Tucapel rechazará tomar esa «sangre crüel», argumentando que su pecho no tendría paz si la sangre española se mezclase con la suya (vv. 2743-2748).
Esta situación (el ofrecimiento de una copa para beber) y la propia formulación de Rengo («Toma, y esa sangre bebe», v. 2740) tienden un puente hacia el auto sacramental La Araucana (tradicionalmente atribuido al propio Lope de Vega y más recientemente a Claramonte), donde la alegoría incide en el carácter cristológico de Caupolicán (ya apreciable, en ciertos detalles, en esta comedia)[6].
[1] Para más detalles remito a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «“¿Qué nombre ha puesto la Fama / a esa enfermedad traidora?”. Antropofagia mapuche vs. ingenio español en Arauco domado de Lope de Vega», Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, 10.2, 2022, pp. 213-236.
[2] Es obra de propaganda nobiliaria: ver «Lope de Vega, Chile and a Propaganda Campaign», Bulletin of Hispanic Studies, 70.1, 1993, pp. 79-95 (hay traducción española, «Lope de Vega, Chile y una campaña propagandística», en Victor Dixon, En busca del Fénix: quince estudios sobre Lope de Vega y su teatro, ed. al cuidado de Almudena García González, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2013, pp. 131-155). Sobre don García, ver la obra de Cristóbal Suárez de Figueroa Hechos de don García Hurtado de Mendoza, cuarto marqués de Cañete, Madrid, Imprenta Real, 1613 (existe una edición digital a cargo de Enrique Suárez Figaredo, en The Works of Cervantes: Other Texts) y Fernando Campos Harriet, Don García Hurtado de Mendoza en la historia americana, Santiago, Andrés Bello, 1969. Sobre el corpus de comedia sobre Arauco, ver Patricio C. Lerzundi, Arauco en el teatro del Siglo de Oro, Valencia, Albatros Hispanófila Ediciones, 1996 y Mónica Escudero, De la crónica a la escena. Arauco en el teatro del Siglo de Oro, New York, Peter Lang, 1999. Ver también estos trabajos míos: Carlos Mata Induráin, «El imaginario indígena en el Arauco domado de Lope de Vega», Taller de Letras, número especial 1, 2012, pp. 229-252; «Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, comedia genealógica de nueve ingenios», Revista Chilena de Literatura, 85, 2013, pp. 203-227; «Del panegírico a la hagiografía: don García Hurtado de Mendoza en El gobernador prudente de Gaspar de Ávila», Hispanófila, 171, junio de 2014a, pp. 113-137; «Histoire et théâtre: la revendication de la figure de don García Hurtado de Mendoza dans les comedias espagnoles sur la guerre d’Arauco», en Marie-Laure Acquier y Emmanuel Marigno (dirs.), Poésie de cour et de circonstance, théâtre historique. La mise en vers de l’événement dans les mondes hispanique et européen, Paris, L’Harmatan, 2014b, pp. 63-91; y «Linaje y teatro: Arauco domado de Lope de Vega como comedia de propaganda nobiliaria», en David García Hernán y Miguel F. Vozmediano (eds.), La cultura de la sangre en el Siglo de Oro. Entre Literatura e Historia, Madrid, Sílex, 2016, pp. 325-348.
[3] Cito por Lope de Vega, Arauco domado por el Excelentísimo Señor don García Hurtado de Mendoza, ed. de José Enrique Laplana Gil, en Lope de Vega, Comedias. Parte XX, tomo I, ed. crítica de PROLOPE, Barcelona, Gredos, 2021, pp. 609-835.
[4] Ver Miguel Donoso, «Pedro de Valdivia tres veces muerto», Anales de Literatura Chilena, año 7, no. 7, 2006, pp. 17-31.
[5] Laplana Gil acentúa pérper, pero en este pasaje está claro que la palabra debe ser aguda, por la rima consonante con poder en la redondilla.
[6] Ver Mata Induráin, «El imaginario indígena… » y, sobre todo, «Algo más sobre la construcción alegórica del auto sacramental de La Araucana, atribuido tradicionalmente a Lope de Vega (y más recientemente a Claramonte)», en «A dos luces, a dos visos». Calderón y el género sacramental en el Siglo de Oro, ed. Carlos Mata Induráin, Kassel, Edition Reichenberger, 2020, pp. 141-178, con abundante bibliografía y más detalles sobre el tema de la autoría. También Moisés R. Castillo, Indios en escena. La representación del amerindio en el teatro del Siglo de Oro, Purdue, Purdue University Press, 2009.




