Poesía de Adviento: «María Anunciada», de Pilar Paz Pasamar

La Virgen sueña caminos,
está a la espera…

Vaya para hoy, segundo domingo de Adviento y Solemnidad de la Inmaculada Concepción, un hermoso soneto de Pilar Paz Pasamar (Jerez de la Frontera, 1933), «María Anunciada», perteneciente a su poemario Del abreviado mar (Madrid, Ágora, 1957). Fernando Carratalá nos ofrece este comentario del poema:

Paz Pasamar posee una amplia cultura religiosa y ha dedicado muchos versos al tema de la trascendencia. De sus incursiones en la temática navideña es una buena muestra el soneto «María Anunciada», de perfecta andadura rítmica en sus endecasílabos, y con estrofas y rimas ajustadas al patrón clásico: el arcángel Gabriel anuncia a María que se ve a convertir en la Madre de Dios. Y la poetisa se refiere a María con un lenguaje metafórico de gran belleza y eficacia estética —a lo largo del primer cuarteto— y con adjetivos que aluden a su sencillez y serenidad —en el segundo cuarteto, que contiene, en los versos 7 y 8, un símil de altísimo valor poético: «plena / como el dorado trigo en la gavilla»—. Pero es, sin duda, en el terceto que cierra el soneto en donde se alcanza un intenso clímax poético: Vino Gabriel [a anunciar la transformación de una sencilla mujer nada menos que en la Madre de Dios]; vino la Luz [divina a realzar su hermosura]; y, por fin, llegó Dios y se fingió pequeño [al hacerse Hombre en el vientre de María][1].

Pedro Pablo Rubens, Inmaculada Concepción (1628-1629). Museo Nacional del Prado (Madrid, España)
Pedro Pablo Rubens, Inmaculada Concepción (1628-1629). Museo Nacional del Prado (Madrid, España).

Poco que añadir a tan certero comentario, salvo quizá destacar la bella creación neológica mielar del verso 4. El soneto dice así:

¡Pan virginal, aceite sin mancilla!
«Ave María, la de gracia llena»,
te saludó Gabriel, y la colmena
de tu pecho mieló la maravilla.

Tú la más sola. Tú la más sencilla.
Mujer por sola, y por la más serena,
escogida primero que el mar, plena
como el dorado trigo en la gavilla.

Por el milagro de la dulce boda
tomaste enorme dimensión y altura,
y Dios cruzó despacio por tu sueño.

Vino Gabriel, y te mudaste toda,
vino la Luz y supo tu hermosura,
y llegó Dios, y se fingió pequeño[2].


[1] Fernando Carratalá, en Poesía de Navidad para niños y jóvenes, edición preparada por Fernando Carratalá, ilustraciones de Carmen Sáez, Madrid, Ediciones de la Torre, 2013, p. 205.

[2] Tomo el texto de Poesía de Navidad para niños y jóvenes, p. 117. En el primer verso, cierro el signo de admiración, que en la edición por la que cito solo se abre.