Poesía de Adviento: «Canto de Zacarías», de Carmen Agulló Vives

El Adviento es esperanza;
la esperanza, salvación;
ya se acerca el Señor…

(Carmelo Erdozáin, «Abre tu tienda al Señor»)

Vaya para hoy, primer domingo de Adviento, un poema de nuestra llorada Carmen (Auristela para sus queridos amigos de la Asociación de Cervantistas) Agulló Vives (Elche, 1931-Albacete, 2020), perteneciente a su libro Bendita Navidad (Villancicos para un milenio). Este «Canto de Zacarías», que va encabezado por un lema de Lucas, consta de una primera parte (tres breves estrofas de cinco versos, de medidas diversas), a la que sigue una copla y la correspondiente glosa (cuatro estrofas de siete versos octosílabos, con rima de romance, y rimando también en asonante el verso glosado).

Domenico Ghirlandaio, Zacarías escribe el nombre de su hijo. Fresco en la Cappella Tornabuoni, Santa Maria Novella (Florencia, Italia)
Domenico Ghirlandaio, Zacarías escribe el nombre de su hijo. Fresco en la Cappella Tornabuoni, Santa Maria Novella (Florencia, Italia).

El poema dice así:

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Lucas I, 78-79

Canto de Zacarías en futuro[1],
tiempo de la esperanza,
Futuro ya presente,
¿pasado ya?,
¿letra muerta en las Biblias olvidadas?

Dos mil años futuro y aún espera
el corazón creyente,
y la salmodia de las Horas sube
desde la rosa de los vientos
más allá de imposibles horizontes.

Y la inocente pluma
—¡Manes de Lope, disculpad su intento!—
en métricas arcaicas se humedece
para cantar de nuevo
al Dios que se entregó en la Navidad:

Ven, amigo, ven conmigo,
que nos guía la esperanza
a encontrar a Dios vestido
de naturaleza humana.

GLOSA

1

Es historia conocida
—algunos la llaman mito—,
la razón se encalabrina
al no explicar el prodigio.
El corazón se me esponja,
me pide que diga a gritos:
Ven, amigo, ven conmigo.

2

Al declinar de diciembre
los cristianos se preparan
—¡ay, si lo hicieran a fondo!—
a celebrar la llegada
de Cristo a la tierra pobre.
Incredulidad, aparta,
que nos guía la esperanza.

3

María y José, obedientes,
han hecho largo camino:
sabemos de un mesonero
de comportamiento indigno;
sabemos de los pastores
que acudieron al aviso
a encontrar a Dios vestido.

4

Jesús, lucero, clavel,
sonrisa, mirada clara;
naciste, asombrose el mundo,
creciéronle al hombre alas
al hermanarse contigo.
¡Tanto da quien se engalana
de naturaleza humana![2]


[1] El cántico de Zacarías (Benedictus) es la oración que recitó Zacarías al volver a poder hablar tras el nacimiento y circuncisión de su hijo san Juan Bautista. En ella alaba y da gracias a Dios por el Mesías, y se interpreta como un anuncio de la venida salvadora de Jesús. Cfr. Lucas, 1, 67-79:  «En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: “Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz”».

[2] Cito, con algún ligero retoque, por Carmen Agulló Vives, Bendita Navidad (Villancicos para un milenio), Albacete, Gráficas Cano, 2001, pp. 101-102.

«Villancico de la estrella necesaria», de Ángel de Miguel

Escuchad, hermanos, una gran noticia:
«Hoy en Belén de Judá os ha nacido el Salvador».

Esta noche es Nochebuena, nace hoy el Niño Dios Salvador del mundo y, como en años anteriores, en este blog recordaremos su nacimiento con poesía a lo largo de estas fiestas. Para este día traigo un poema de Ángel de Miguel titulado «Villancico de la estrella necesaria». Pero, antes de copiar su texto, quiero contaros la pequeña historia de su génesis.

Ayer, conversando con Constantino López Sánchez-Tinajero, uno de los buenos amigos de la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan, hablábamos de si aparecía la Navidad en el Quijote, y también de si habría algún poema que llevase a don Quijote y Sancho Panza hasta el Portal de Belén. La respuesta a lo primero es sí, y en este escrito de Constan que se publica hoy en Cuadernos Manchegos (incluido también en el blog de la Sociedad Cervantina de Alcázar) puede rastrearse esa presencia de «La Navidad en el Quijote».

Respecto a lo segundo, algo hay también: nuestra llorada amiga Carmen Agulló Vives, que fue una asociada muy querida de la Asociación de Cervantistas, tiene un «Villancico de don Quijote y Sancho», que usó primero para felicitar las Navidades de 2004 y luego publicó en varios lugares (lo transcribiré aquí en los próximos días). Ayer por la tarde, cuando llamó para felicitarme otro excelente amigo, Ángel de Miguel (poeta castellano-navarro: burgalés de nacimiento, en La Nuez de Arriba, pero afincado en Estella desde hace muchos años), hablamos también de estos temas y le “desafié” a ver si le salía algo al respecto. Ni corto ni perezoso, Ángel se puso a la labor y cumplió con el “encargo”, de forma que esta mañana me ha llegado su texto, con este mensaje: «Ahí te va, muy querido Carlos, el villancico del reto. Con temblor e inseguridad, lo escribí ayer por la noche. He dejado que reposara unas doce horas. Hoy te lo envío, no sin miedo de haberme ido por los cerros de la Mancha». Pues bien, el poema, escrito en la mejor tradición romanceril, evoca a la inmortal pareja cervantina en el momento de colocar las figuras del Belén, entre las que está la de un «ángel manco» (¡bello guiño!). Añadiré tan solo que de Ángel de Miguel ya han quedado recogidos otros villancicos en este blog, a saber, el «Villancico de la Fuente de Irache» y el «Villancico triste para un Niño sin posada».

El «Villancico de la estrella necesaria», que rezuma sencillez y ternura, dice así:

Noche de pandemia y frío.
En un lugar de la Mancha
es veintitrés de diciembre
bajo una niebla de espadas.
Un hidalgo y un labriego,
par de sombras asustadas,
desgranan nostalgias niñas
y sus mazorcas de infancia.
Van colocando figuras
de un belén de eterna magia,
con José que sueña lirios
y una Madre enamorada
del Hijo que le ha nacido,
aurora recién llorada.
El calmo buey y la mula
son dos velas desveladas.
Un ángel manco despliega
un Quijote de esperanza:
es la música encendida
de la estrella necesaria
que pone luz al pesebre
donde titilan las almas
del hidalgo don Alonso
y un labriego de la Mancha.

(Estella, Navidad de 2021)