No son muchos los nombres de mujeres que encontramos al recorrer la historia literaria de Navarra, al menos hasta fechas recientes (en efecto, esta situación ha cambiado y en los últimos años existe una nómina más que considerable). Más escasos son todavía los de mujeres que hayan cultivado la poesía, por lo menos hasta bien entrado el siglo XX. En este sentido, me parece interesante rescatar del olvido el nombre de Francisca Sarasate (1853-1922) y su libro Horizontes poéticos, del año 1881. Esta autora, que se acercó a géneros tan dispares como la novela, el cuento, la leyenda histórica en verso, el teatro y la poesía, constituye una excepción notable en el panorama de las letras navarras del siglo XIX. La calidad literaria de sus escritos no es extraordinaria, pero la misma circunstancia de su singularidad bien la hace merecedora de alguna reseña, como esta breve que ahora le dedico.
Aunque nacida en La Coruña en 1853, la vida de Francisca Sarasate Navascués estuvo plenamente enraizada en Navarra por sus vínculos familiares, de forma que suele ser incluida en las nóminas de escritores navarros. En efecto, era hermana del músico Pablo Sarasate y esposa del catedrático Juan Cancio Mena (de ahí que firmase algunos libros como Francisca Sarasate de Mena). En 1882 obtuvo el quinto premio —consistente en una pluma de oro— en el concurso organizado por el Ayuntamiento de Alba de Tormes con motivo del III Centenario de la muerte de Teresa de Ávila. Dio varias conferencias en el Ateneo de Zaragoza, fue colaboradora La Ilustración Española y Americana y directora de La Gaceta de París.
Escribió una colección de Cuentos vascongados (1896), trece relatos cuyas acciones están localizadas en distintos pueblos de Navarra o las Provincias Vascongadas; son narraciones sencillas que recogen historias y vidas vulgares, contadas sin mayores alardes técnicos o estructurales[1]. En su obra narrativa se incluye también Un libro para las pollas (1876), que se subtitula novela de costumbres contemporáneas relacionadas con la educación de la mujer (la apostilla siguiente, «Obra útil a las madres y a las hijas», revela claramente la intención didáctica que guía a la autora); y Fulvia o los primeros cristianos (1888), breve novelita escrita a la manera de la Fabiola del cardenal Wiseman; presenta la historia de Fulvia, una joven y hermosa patricia romana convertida al cristianismo, que muere en la arena del Circo, alcanzando así la palma del martirio.
Libros de carácter lírico son Horizontes poéticos (1881), Amor divino (una oda publicada junto con Fulvia), Romancero aragonés (1894) y Poesías religiosas (1899). Algunos de sus poemas fueron musicalizados por su hermano Pablo. Su obra titulada Pensamientos místicos (1910) recoge una serie de reflexiones cristianas (sobre la vida, la muerte, el amor a Dios, la riqueza y la pobreza, el perdón, el sufrimiento, el trabajo, etc.).
Francisca Sarasate falleció en Pamplona en 1922.
Los datos completos de la obra que ahora me ocupa son: Horizontes poéticos. Libro rítmico dedicado por su autora a su hermano el eminente artista Pablo Sarasate, Pamplona, Imprenta de El Eco de Navarra, a cargo de M. Colomina, 1881 (existe un ejemplar en la Biblioteca General de Navarra, sign. 8-2 / 97). El primer aspecto que hay que destacar es que estamos ante un libro misceláneo, que incluye composiciones de distintos géneros. Así, las páginas 105-181 están ocupadas por un ensayo dramático titulado Los dos ciegos. Se trata de una comedia en dos actos y en verso que, como se indica en nota, desarrolla en forma dramática una novela francesa de igual título de Frédéric Soulié. Parece como si el género lírico no tuviese todavía la suficiente consideración literaria, de forma que a la hora de coleccionar esas composiciones poéticas en un volumen debieran ir arropadas por escritos de mayor fuste, pertenecientes a otros géneros «mayores». Las restantes piezas incluidas en el libro sí son poéticas, pero en varias de ellas el tono predominante es más narrativo que lírico (podría recordarse que la autora cultivó, por ejemplo en su Romancero aragonés, las leyendas históricas en verso, muy similares a las que, por esos años finales del XIX, componían otros literatos navarros como Hermilio Olóriz o Arturo Cayuela Pellizzari).
El libro se abre con una dedicatoria «A mi hermano Pablo Sarasate» y un elogioso prólogo de Juan Cancio Mena (pp. 5-15), donde se indica que es este un «libro de verdadera poesía», del que destaca su espíritu de inspiración, la grandeza y profundidad de pensamiento, la exactitud y colorido y la adecuación de fondo y expresión. En las palabras finales indica que la autora «es elevada en sus ideas, correcta en su decir, analítica en sus juicios, natural en sus descripciones, brillante en sus imágenes y, sobre todo, sabe hacer interesantes los asuntos que elige» (p. 15).
Los poemas aquí recopilados pueden ordenarse en cuatro bloques temáticos: 1) poemas amorosos; 2) poemas que analizan sentimientos intimistas, a veces partiendo de la descripción de diversos elementos de la naturaleza; 3) poemas de tema religioso o que introducen reflexiones morales; y 4) poemas de circunstancias y otros temas. Los iremos examinando en próximas entradas[2].
[1] Les dediqué unas líneas en mi artículo «Panorama del cuento literario navarro en el siglo XIX», Príncipe de Viana, 210, enero-abril de 1997, pp. 223-247.
[2] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Los Horizontes poéticos (1881) de Francisca Sarasate», Río Arga. Revista de poesía, 89, primer trimestre de 1999, pp. 22-27. Ver también Carlos Mata Induráin, «Francisca Sarasate y Navascués», en María del Juncal Campo Guinea y cols., Mujeres que la historia no nombró, Pamplona, Ayuntamiento de Pamplona-Área de Servicios Sociales y Mujer, 2005, pp. 141-142; y Carlos Mata Induráin, «Una escritora en el olvido: Francisca Sarasate y Navascués», Pregón Siglo XXI. Revista Navarra de Cultura, 31, Verano de 2008, pp. 26-29.






Además de otros variados géneros literarios, Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) cultivó también la poesía lírica. Sin embargo, esta actividad poética de este escritor nacido en Viana (Navarra) es, sin duda alguna, una faceta prácticamente desconocida, para el público en general y para la crítica especializada en particular. Hace unos años la intenté recuperar en un libro dedicado a editar su Obra poética