«Tanto es el Niño que ves», villancico anónimo del siglo XVII

Para este 5 de enero, en cuya noche mágica los niños —y los no tan niños— esperan ilusionados la venida de los Reyes Magos —que siguiendo la Estrella llegaron a Belén para adorar al Niño Dios recién nacido— copio este hermoso (y denso de motivos) villancico anónimo del siglo XVII.

Abraham Bloemaert, Adoración de los Reyes Magos. Centraal Museum (Utrecht, Países Bajos)
Abraham Bloemaert, Adoración de los Reyes Magos. Centraal Museum (Utrecht, Países Bajos).

El texto fue bellamente musicado —con una letra más reducida— por Joaquín Díaz[1] en su vinilo Canciones de Navidad (1968, Sonoplay).

Tanto es el Niño que ves,
zagal, aunque al yelo llora,
que tres reyes a sus pies
cada cual en Él adora
Uno que vale por tres
[2].

Tierno niño y fino amante,
aunque más disimuléis
yo sé que en llorar por mí
sentís mucho y yo sé qué[3].

Si tan feliz fue mi culpa
que por ella padecéis[4],
parabién doy a mi mal
pues fue mi mal para bien[5].

Si una lágrima es por mí
bastante a satisfacer[6],
¿para qué derramáis tantas
si no tenéis para qué?

Quien su infinito valor
siente y le deja perder,
en buena fe que no logra
lo que siente en buena fe[7].

Siendo Dios querer ser hombre
bajando a uniros con él[8],
¿cómo puede ser que yo
sepa cómo puede ser?

No quiero saber de Vos
más, mi Dios, de que no sé,
por saber que el primer hombre
vino a ignorar por saber[9].

Prisioneros tres monarcas
de vuestro arbitrio a la ley,
aprender quieren finezas
de quien los vino a prender[10].

Cuando siendo rey tan grande
forma de criado os ven,
poder de Dios, ¡cómo admiran
el sumo de Dios poder!

Ricos dones ofrecieron;
de amor providencia fue
el ofrecer ocasiones,
que es cumplir el ofrecer.

En viendo a Vos y a María
se salieron de Belén;
sin más ver, de amor van ciegos
pues se vuelven sin más ver.

Tanto es el Niño que ves,
zagal, aunque al yelo llora,
que tres reyes a sus pies
cada cual en Él adora
Uno que vale por tres
[11].


[1] Voz: Joaquín Díaz. Clave: José María Morales. Contrabajo: Carlos Casasnovas. Productor: Carlos Guitart. Técnicos de sonido: Jean François Beaudet / Joaquín Cobos.

[2] Uno que vale por tres: alusión al dogma de la Santísima Trinidad: Dios es Uno y Trino (tres personas —o hipóstasis— distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y un solo Dios verdadero).

[3] yo sé que … yo sé qué: nótese que en los versos tercero y cuarto de todas las estrofas se produce un juego similar consistente en la repetición de una expresión, con alguna ligera variante, que hace que tenga un significado diferente en cada caso. Anotaré solo algunos de estos juegos, cuando me parece que requieren explicación.

[4] Si tan feliz fue mi culpa / que por ella padecéis: evoca la expresión latina felix culpa, que deriva de los escritos de san Agustín acerca de la Caída del hombre, la fuente del pecado original: «Pues [Dios] juzgó más conveniente sacar bienes de los males que impedir todos los males». Esta frase es cantada anualmente en el pregón de la Vigilia Pascual: «O felix culpa quae talem et tantum meruit habere redemptorem» («¡Oh, feliz la culpa que mereció tal Redentor!».

[5] parabién … para bien: nótese el calambur.

[6] una lágrima es por mí / bastante a satisfacer: una sola lágrima del Niño Dios bastaría para redimir al hombre.

[7] en buena fe que no logra / lo que siente en buena fe: en buena fe, en la primera mención, es locución adverbial (lo mismo que a buena fe, ʻciertamente, sin dudaʼ), mientras que la segunda vez que se emplea es complemento circunstancial ʻcon fe buena, teniendo feʼ.

[8] Siendo Dios querer ser hombre / bajando a uniros con él: Cristo reúne en su persona la doble naturaleza humana y divina, lo que teológicamente se designa con el nombre de unión hipostática. Se trata de un gran misterio, de ahí que la voz lírica añada a continuación: «¿cómo puede ser que yo / sepa cómo puede ser?».

[9] el primer hombre / vino a ignorar por saber: Adán, el primer hombre, se hizo ignorante (ʻcayó en el pecado, en la culpaʼ) por comer el fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal, que le había sido vedado por Dios. Cfr. Génesis, 2-3.

[10] aprender … a prender: de nuevo el juego se basa aquí en el calambur.

[11] El texto procede de una recopilación de Villancicos (Zaragoza, 1672). Lo cito (con ligeras modificaciones) por La verdadera poesía castellana. Floresta de la antigua lírica popular recogida y estudiada por don Julio Cejador y Frauca…, Tomo III, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1922, núm. 2052, pp. 296-298.

«Noche de Reyes», de Ramón Cué Romano

Vaya para este 6 de enero —Epifanía del Señor— un poema del padre Ramón Cué Romano, SJ (Puebla de Zaragoza, México, 1914-Salamanca, 2001), perteneciente a su libro Versos de Navidad (1964). Se titula «Noche de Reyes» y va fechado en 1958.

Adoración de los Reyes Magos o Epifanía, de Giotto.
Capilla de los Scrovegni o de la Arena (Padua).

Melchor, Gaspar y Baltasar.

Los tres, con pies de raso, de puntillas,
para no desvelar ojos que os sueñan,
que solo ojos cerrados
os ven pasar.

Melchor, Gaspar y Baltasar.

Esta noche existís gracias al sueño
de tantos niños. Con juguetes ciertos
vuestra falsa existencia les pagáis.

Melchor, Gaspar y Baltasar.

¿No quedará un juguete en vuestra alforja
para el niño que dentro de este viejo
me estoy naciendo y llora y sueña ya?

Melchor, Gaspar y Baltasar.

¿No encontrasteis perdido en los caminos
de la ilusión aquel juguete mío,
ave azul —mi inocencia— de cristal?

Melchor, Gaspar y Baltasar.

¿No la visteis vagar de bosque en bosque?

Melchor,
¿en tu jaula de pájaros no entró?

Gaspar,
¿no se posó en tu cetro a gorjear?

Baltasar,
¿no brincaba ante el Niño en el portal?

Melchor, Gaspar y Baltasar.

¿Quién viene de los tres con mi ave blanca?
La luz apago ya. Cierro los ojos.
Ya os sueño. Ya existís. Ya os acercáis.

Melchor, Gaspar y Baltasar.

Dadme en sueños al menos mi inocencia.
Mi mano alisará en sueños sus plumas.
Junto a mi almohada en sueños cantará…

… Melchor

… Gaspar

… Baltasar[1]


[1] Cito por Padre Cué, Versos de Navidad, La Coruña, Litografía e Imprenta Roel, 1964, pp. 47-48.

«Epifanía», de Víctor Manuel Arbeloa

Como ya he indicado en otras ocasiones, Víctor Manuel Arbeloa (Mañeru, Navarra, 1936- ) es un escritor que ha abordado con frecuencia la temática navideña, y lo he hecho como estudioso y como creador, en distintos momentos de su dilatada trayectoria poética (véase la entrada que le dediqué hace algún  tiempo). En el blog han quedado recogidos también su «Villancico cruel a un subnormal no nacido» y, hace unos pocos días, su «Nana en el día de los Inocentes». Vaya hoy, para esta festividad de la Epifanía (o manifestación) del Señor, su poema «Epifanía», correspondiente a la sección «Dios se ha revelado» de su poemario Dios es hombre para siempre (1966). Se trata de una composición arromanzada (con rima í o), pero con la particularidad de que los versos impares son heptasílabos y los pares pentasílabos.

La adoración de los Reyes Magos, de Bartolomé Esteban Murillo
La adoración de los Reyes Magos, de Bartolomé Esteban Murillo.

Ante él se postrarán todos los reyes
y le servirán todos los pueblos.
(Salmo 71, 11)

Hasta Belén llegaron
tres peregrinos
tres magos babilonios
tres adivinos
cabalgando una estrella
por los caminos

El oro del Dios Rey
los ha atraído.
La nube del incienso
del Dios Santísimo.
Y la mirra olorosa
del Dios nacido.

Hasta Belén llegaron
tres peregrinos…

Todos los continentes
todos los siglos
se fueron tras la estrella
del regocijo
¡Al espacio y al tiempo
rige este Niño!

Hasta Belén llegaron
tres peregrinos
tres magos babilonios
tres adivinos
cabalgando una estrella
por los caminos
[1]


[1] Cito por Víctor Manuel Arbeloa, Obra poética (1964-2010), prólogo de Jesús Mauleón, Pamplona, Gobierno de Navarra (Departamento de Cultura y Turismo, Institución Príncipe de Viana), 2010, p. 161.