Desde Menéndez Pelayo —poco afecto al barroco de Calderón— hasta algunos «intelectuales progresistas» de los más recientes, al poeta se le ha atribuido tópicamente y leyendo mal sus obras —o sin haberlas leído— una defensa fanática del sistema inquisitorial e imperialista, un talante áspero, un apoyo activo del cruel código del honor llamado por antonomasia calderoniano…, rasgos todos que tomados absolutamente resultan falsos.
Muy al contrario, en una exploración plenamente moderna se perciben en las obras de don Pedro numerosos elementos de crítica social y política, a la vez que muestra la más alta capacidad cómica de su generación en las comedias de diversión o en los entremeses. Para quien lo haya leído, Calderón se presenta como un poeta polígrafo, capaz de todo el arco dramático, siempre innovador y siempre problemático, actual y universal[1].
[1] Recupero este texto de Ignacio Arellano y Carlos Mata Induráin, «Calderón de la Barca. Un maestro en el olvido», Nuestro Tiempo. Revista cultural y de cuestiones actuales de la Universidad de Navarra, 700, otoño de 2018, pp. 36-43. La biografía del dramaturgo más completa y reciente es la de Don William Cruickshank, Calderón de la Barca: su carrera secular, trad. de José Luis Gil Aristu, Madrid, Gredos, 2011.
El libro de Juan David García Bacca[1] es demasiado extenso y sus ideas demasiado densas como para pretender haberlas resumido en unas pocas entradas. Muchos aspectos —sobre todo el análisis detallado de algunas aventuras concretas interpretadas a la luz de los categoriales por él establecidos— se han quedado en el tintero. En cualquier caso, confío en que esta sencilla aproximación haya servido para dar a conocer en nuestro ámbito de investigación crítica cervantina la figura y el libro del filósofo pamplonés, cuyas ideas pueden ayudarnos a entender un poco mejor —desde otra perspectiva, desde una mirada filosófico-literaria— cómo es don Quijote, las razones últimas de su comportamiento, de su esencia de vida, de su ser, caracterizado por su Señorío, su Salero, sus Corazonadas y su Raciocinancia.
En el conjunto de múltiples aproximaciones, enfoques, perspectivas, metodologías, etc. con que ha sido abordado el Quijote a lo largo del tiempo, el de García Bacca es sencillamente uno más de los acercamientos posibles (poco conocido hasta donde se me alcanza), como humildemente reconocía el autor en la advertencia núm. 13:
El enfoque del Quijote que emplea esta obra no pretende ser el único; se contenta con ser uno de otros más, aunque pretende conscientemente servir de incitación, invitación y sugerencia. Tampoco se lo propone como el más importante o urgente en esta época histórica. Aunque sí se propone y desea presentar el Quijote a la altura de la ciencia y técnica actuales. Lo cual agrava las inherentes dificultades de presentación y de comprensión, para Autor y Lector. Por ello, el Autor presenta sus excusas al Lector (p. 25).
Capacidad de sugerencia, sí, e invitación entusiasta a la aventura de «pensar por cuenta propia», según se explicita en la advertencia núm. 19:
Pretende el Autor que los jóvenes —y tal vez algún viejo, joven mental y sentimentalmente— pierdan la vergüenza de exponer sus ideas, inspiraciones, deseos, y se atrevan contra lo que sea —Institución o personas— a errar o a acertar, como el Autor de esta Obra ha perdido la vergüenza a errar y se ha atrevido a pensar por cuenta propia.
[1] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
En la entrada anterior vimos los cuatro categoriales principales de Señorío, Salero, Corazonada y Raciocinancia que establece Juan David García Bacca en su obra[1]. Tras definir después otros categoriales como alucinación (con su intrínseco alucinal) y encantamento (que puede ser también subjetal y objetal), el último aspecto que introduce el filósofo para poner punto final a su prólogo es la sugerente distinción entre «leer según lectura» y «leer según lición». ¿Qué es «leer según lectura»?:
[…] deslízase la vista por las palabras y sus letras lo más rápido posible, sin atender a los valores fonéticos y sintácticos del texto; atiéndese al sentido, a los conceptos; punto, punto y coma, dos puntos… no merecen al Lector que lea según lectura —y esto la va definiendo— consideración ni visual ni fonética. El Lector según lectura casi no pronuncia ni las palabras; suple deficiencias tipográficas y conceptuales con pronunciación interna inevitable, casi del todo inaudible (p. 19).
Por el contrario,
el Lector según lición pronuncia todo en voz alta, cuidadosamente graduada; se oye pronunciar palabra a palabra, letra a letra de cada una; da valor sonoro —que silencio graduado tiene aquí valor sonoro como en música— a las indicaciones sonoras de punto, punto y coma… No atiende a qué es lo que dice la letra; hace lo que dice la letra, cual actor de teatro (p. 19).
Don Quijote y el león. Ilustración de A. Seriñá para la edición de Barcelona, Seguí, 1898.
El resto del libro de García Bacca pone en práctica la aplicación de esos categoriales a distintas aventuras: los molinos de viento, el encuentro y discurso con los cabreros, la venta imaginada castillo, los rebaños de ovejas y carneros, el cuerpo muerto, los batanes, la liberación de los galeotes, el encantamiento de Dulcinea por Sancho Panza, el desafío con el Caballero del Bosque, el carro de los leones, la cueva de Montesinos, el mono adivino y la libertad de Melisendra, el barco encantado, las diversas aventuras y «malaventuras» del Palacio ducal, etc. No me resulta posible detenerme ahora a comentarlas por extenso, porque la casuística es muy amplia y García Bacca desciende a disquisiciones terminológicas muy complejas. Quede para otra ocasión un acercamiento más detenido a algunas de esas aventuras, cuyo análisis —insisto— constituye la parte nuclear de su trabajo, concretamente del ejercicio segundo de la Parte primera (pp. 187-327). Son las aventuras que ponen en el camino a don Quijote y Sancho, pero también al propio Cervantes, y a nosotros, lectores actuales del Quijote (ejercicio tercero, pp. 329-385). Terminaré, por el momento, con dos ideas y dos citas; la primera, relativa a la importancia de esas aventuras y de ser aventureros:
Y los dos [se refiere aquí a Alonso Quijano y Miguel de Cervantes, que es la voz enunciadora de este pasaje], al alimón, entramos y profesamos en la Orden de la Caballería andante; y errantes los dos, iremos por campos, provincias y reinos reales en busca de aventuras —a lo que saliere, a la buena de Dios, de la Suerte, de la Fortuna o de las corazonadas de caballo y rucio. / Aburrimiento, hastío, fastidio… de la vida cotidiana política, religiosa, social, económica, teológica, filosófica, técnica… Rutina, convenciones, normas, leyes, costumbres, hábitos, reglamentos, ritos, ceremonias, liturgias, dogmas, consignas, códigos, breviarios, misales, amén, amén. Tal es el lugar o punto de partida, de inicio, de in-itur, del itinerario de aventureros (p. 51).
Y la segunda, sobre la triple identificación don Quijote-Cervantes-lector actual:
Vueltos por el hambre —vueltos, sin habernos ido íntegramente, ni un instante, sí sólo a ratos, en actos, en funciones peculiares y absorbentes—, nos hallamos siendo en un lugar de la Tierra, cuyo nombre geográfico y jurídico la vida normal —individual, social, política, religiosa, económica— nos recuerda. Nos recuerda a cada uno, a cada yo, que estamos siendo, como Alonso Quijano, uno de tantos «hidalgos»; alimentados de «algo más vaca que carnero […] algún palomino»; vestidos no de «sayo […] calzas de velludo […] pantuflos […] vellorí de lo más fino», sino del traje corriente: no del de moda, sino del de casa, con ama, sobrina, mozo o criados, cura, barbero, bachiller, vecinos… tratados con nombre cual Pedro, Pablo, Antonio, Juan, Francisco…; hablando de cosas y asuntos domésticos, leyendo —en periódicos, diarios, revistas, libros— cuentos o novelas mediocres, chismes sociales, horóscopos, politiquerías banales…, todo ello no propicio, sino adverso, a Señorío, Salero, Corazonadas, Raciocinancia, alucinaciones sensibles y concienciales; y en ambiente no encantado ni encantador, más bien monótono, cansino, aburrido.
[…]
DON QUIJOTE se sintió decaer en Alonso Quijano.
Y nosotros, cada uno de habernos sentido ser y habernos comportado como QUIJOTES —de Religión, Economía, Política…—, nos sentiremos, en cama ya, estar siendo otros casos, con diversos nombres, de Alonso Quijano.
CERVANTES, en actos, a ratos, en oficios, con alucinaciones sensibles y concienciales, estuvo siéndose DON QUIJOTE. Descendió de haber estado siendo CERVANTES a estar siendo Cervantes, y éste recayó en Miguel de Cervantes Saavedra.
[…]
Resignada, humildemente, cada uno de nosotros, cada yo, aceptamos «pasar de esta presente vida y morir naturalmente». Humildemente. HUMANAMENTE (pp. 383-385) [2].
[1] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
Todo el análisis de Juan David García Bacca en esta obra[1] descansa sobre los cuatro categoriales ya enumerados, que quedan asentados y establecidos en el «Prólogo» (pp. 11-21), el cual comienza con estas palabras que entablan diálogo con las de Cervantes en el prólogo de 1605:
«Desocupado Lector» —diré, imitando y reformando a mi talante las iniciales y archiconocidas palabras del Quijote—, sin juramento me podrás creer que quisiera que esta Obra, como hija de un filósofo pretenciosamente literato, fuera la más original, nueva y extraña respecto de las que sobre este tema se han escrito. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza —la de filósofo pretendiente a literato—; que en ella cada cosa engendra su semejante: una obra literario-filosófica. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado literariamente ingenio mío sino una historia de don Quijote de la Mancha antojadiza, llena de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, a pesar de que se engendró en una mansión donde toda comodidad tiene su asiento y donde todo armonioso sonido hace su habitación?
Lo original, nuevo y extraño de tal historia consiste, dicho sea resumidamente, en que para hacerla nada menos que sobre DON QUIJOTE de la Mancha se emplean como categoriales esas antojadizas palabras —y conceptos— de Señorío, Salero, Corazonadas, Raciocinancia, no usadas por otro alguno de los que sobre tal tema y Persona han escrito (p. 11).
Sigue la definición de esos cuatro categoriales, que se desarrollarán posteriormente en el ejercicio primero, aplicados a distintos pasajes y aventuras del Quijote:
1) «Señorío, Señorial, es acontecimiento que le adviene a un Señor en actos sueltos, a ratos discontinuos, en funciones diversas. Y no llega a ser estado: a quedar pasmado el señor en Señorío. […] Talante de Señorío es acorde de seipsiconciencia-autoridad-gravedad-mesura» (p. 12). En serse señorialmente consisten precisamente los actos de señorío, que en el caso de don Quijote se manifiesta en numerosas ocasiones: en el «yo sé quién soy» de I, 5; en la ayuda que presta a Andresillo, el criado de Juan Haldudo el Rico (su primera aventura en la que supuestamente hace triunfar la justicia, aunque como sabemos termina con un resultado nefasto para el menesteroso socorrido); en su actitud enamorada frente a Dulcinea; en los consejos que brinda a Sancho…
2) «Salero es acorde de gracia, gracejo, donaire…» (p. 13), y lo encontramos tanto en el discurso de Cervantes (prólogos), como de don Quijote y Sancho.
3) «Corazonada es acorde de golpe sentimental y solución simplista de dificultades circunstanciales» (p. 13). Buen ejemplo de corazonada es el capítulo I, 22, en que don Quijote da libertad a los galeotes. Pero, por encima de todo, la «gran corazonada» de don Quijote es Dulcinea y el amor que por ella siente.
4) En fin, Raciocinancia «es la manera y tonalidad de razonar, de racional, propia del español. Y es la que predomina en el Quijote y en don Quijote de la Mancha en todas sus aventuras. […] La tonalidad de raciocinancia proviene […] de la introducción de refranes, de salero, de actos de señorío; todo ello produce el descenso de racional a razonable; y de éste, a raciocinancia» (p. 15).
Los cuatro —continúa explicando García Bacca— son categoriales locucionales, es decir, surgen en don Quijote cuando habla. Aparte hay otra clase de categoriales, los categoriales prácticos (aventuras que sorprenden a don Quijote), que a su vez pueden dividirse en alucinales objetales y alucinales subjetales, y que a veces son dobles:
Esta doble alucinación-alucinal objetal y subjetal divide todo el Quijote y todas las aventuras de don Quijote en dos categoriales: las verdaderas y las fantásticas. Y lo divide a Él, a don Quijote, en doble personalidad: en caballero fantástico que se cree ser caballero andante y no lo es, y caballero andante verdadero, que lo está siendo desde esta aventura [el recibimiento en el palacio ducal en II, 31], no antes, y lo estará siendo en todas las posteriores (p. 16)[2].
[1] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
[2] Y más adelante escribe: «Alucinales son, pues, pesadillas deliciosas para un caballero andante que fantásticamente se cree serlo en realidad; mas son pesadillas verdaderas de todo en todo para un caballero andante que se conoce y cree serlo, y estar siendo “caballero andante verdadero” desde un primer día: el de su alucinación doble, objetual y subjetal: casa de placer vista como Palacio, y Él sintiéndose estar siendo “caballero andante verdadero”» (p. 17); «Alonso Quijano está siéndose DON QUIJOTE por este nuevo tipo de alucinaciones objetales y subjetales» (pp. 17-18); «Seipsiconciencia-autoridad-gravedad-mesura de gran señor que está siendo en trance de Señorío. Está siendo, y sabiéndoselo, DON QUIJOTE» (p. 18). Para más detalles remito a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «El Quijote y don Quijote a la luz de los Ejercicios literario-filosóficos de Juan David García Bacca», en José Ángel Ascunce y Alberto Rodríguez (coords.), Cervantes en la Modernidad (Cervantes y su mundo, V), Kassel, Edition Reichenberger, 2008, pp. 277-296.
De la lectura de la obra de Juan David García Bacca[1] se desprenden las que son las ideas esenciales de su acercamiento al Quijote y al personaje de don Quijote, ideas ya anticipadas en su mayor parte en las «Advertencias» preliminares. Veamos:
1) La suya es una obra híbrida, filosófico-literaria, «hija de un filósofo pretenciosamente literato» (p. 11), que se presenta además como «escudero de DON QUIJOTE» (p. 21).
2) No se trata de una obra sistemática: «El componente filosófico de los ejercicios no aspira ni a tratado ni, menos aún, a sistema; sino a indicaciones, incitaciones sugerencias mentales y sentimentales. Y el componente literario de ellos no pretende competir con los valores literarios […] de las obras originales» (p. 24). Se trata, en cualquier caso, de una obra para estudio, no es «de lectura cual si fuere una novela» (p. 24).
3) El autor quiere que el lector sea co-autor de su trabajo: «Aspira esta obra a que el Lector se sienta coautor de ella, completando las indicaciones, sugerencias e invitaciones que ella hace en lugares oportunos» (p. 24).
4) La obra se dirige a un público español e hispanoamericano en el que se presupone el conocimiento y la lectura previa del Quijote. En cualquier caso, dado que a lo largo de sus páginas cita por extenso abundantes pasajes del texto cervantino, su trabajo constituye una antología del mismo. De hecho, su método de trabajo consiste en reproducir largos fragmentos de la novela e irlos glosando a la luz de sus propias categorías.
5) Los cuatro categoriales[2]de Señorío, Salero, Corazonada y Raciocinancia son los conceptos fundamentales con los que se aproxima a la obra cervantina para analizarla.
6) Otros conceptos importantes son los de aventura y alucinación, encantamiento y tentación.
7) Dulcinea es el Ideal, la «gran corazonada» de don Quijote.
Gely Korzhev, Dulcinea and the Knight (1997-1998).
8) La «Gran Conversión» de don Quijote ocurre en el capítulo II, 31, cuando los Duques lo reciben en su palacio y lo tratan como caballero andante; la frase «aquel fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante verdadero, y no fantástico» marca para García Bacca una divisoria crucial en dos partes dentro del Quijote[3], división mucho más trascendente que la división en dos partes correspondientes a los textos de 1605 y 1615.
9) Don Quijote es un «Gran Señor», vencedor de sí mismo. Al final resulta derrotado físicamente, queda vencido por el Caballero de la Blanca Luna, pero no pierde su honra de caballero porque se niega a reconocer que exista otra mujer más bella que Dulcinea[4].
[1] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
[2] Para categoría, categorial, además de las explicaciones ofrecidas por el propio García Bacca (pp. 24-25), puede verse José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, tomo I, A-D, nueva edición actualizada por la Cátedra Ferrater Mora bajo la dirección de Josep-Maria Terricabras, Barcelona, Ariel, 1998, 1.ª reimp. de la 1.ª ed. revisada de 1994, s. v. categoría, pp. 502a-509b y categórico, pp. 509b-510a.
[3] Cito por Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Instituto Cervantes-Crítica, 1998, p. 880; ver también García Bacca, pp. 110-111.
El libro de Juan David García Bacca[1] es, además de bastante extenso (suma un total de 524 páginas al cierre de su epílogo), bastante denso —en ocasiones pudiera decirse que farragoso— y complejo tanto en su articulación como por los conceptos que maneja. Una mera consulta del índice (pp. 525-527) sirve para constatar la profusión de epígrafes correspondientes a partes principales, secciones internas, apartados y subapartados menores diversos, pero podemos tratar de resumir el contenido del trabajo de García Bacca de acuerdo con un esquema básico.
El libro se encabeza con una dedicatoria, que merece la pena reproducir íntegramente:
DEDICO ESTA OBRA
YO: JUAN DAVID GARCÍA BACCA
a ESPAÑA
NACÍ en PAMPLONA (26-junio-1901) de PADRE ARAGONÉS, MADRE CASTELLANA
DEDICO TAMBIÉN ESTA OBRA a HISPANOAMÉRICA
donde he residido: ECUADOR (1938-1941); MÉXICO (1941-1946); VENEZUELA (1946-1991)
Tras un «Reconocimiento de deudas» (p. 9), sigue un largo «Prólogo» (pp. 11-21), donde el filósofo navarro-americano define los cuatro categoriales básicos que va a aplicar en su análisis personal del Quijote, a saber, Señorío, Salero, Corazonada y Raciocinancia; y vienen después, para completar todos estos textos preliminares, unas «Advertencias» (pp. 23-26), donde también adelanta algunas ideas básicas de su pensamiento.
La Parte primera, «Categoriales literario-filosóficos en el Quijote y en don Quijote de la Mancha», es la parte nuclear, la más densa también, y se divide en tres ejercicios:
1) «Ejercicio primero. Categoriales generales: Señorío-Salero-Corazonada. Raciocinancia (textos y comentarios)» (desarrolla con más detenimiento los cuatro categoriales anticipados en el prólogo, explicándolos con la correspondiente glosa de capítulos del Quijote);
2) «Ejercicio segundo. Lo que real y verdaderamente hay en el Quijote y en don Quijote» (está centrado en el concepto de alucinación y en sus diferentes tipos: alucinaciones concienciales, alucinaciones sensibles, la relación entre ambos tipos, y también en el concepto de encantamiento); y
3) «Ejercicio tercero. Distancia histórica y diversidad psico-lógica entre nosotros los actuales (1991) y el Quijote-don Quijote-Cervantes (1616)» (comenta en qué medida nuestras aventuras actuales pueden ser consideradas análogas o similares a las de don Quijote).
La Parte segunda, «Categoriales literario-filosóficos en la literatura española», se aparta de la materia quijotesca, para aplicar los cuatro categoriales antes indicados a otros autores y obras de la literatura española: santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, el Cantar de mio Cid, el Arcipreste de Hita, La Celestina, Manrique, fray Luis de León, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, García Lorca, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, José Bergamín y Jorge Guillén.
En fin, el libro se cierra con un «Epílogo» en el que el Autor entabla diálogo de nuevo con su «desocupado Lector»:
Para dar por terminada esta obra con el Epílogo que acaba de leer el Lector «desocupado», el Autor de ella y de él repetirá, acomodándolo a su caso, un poemita de José Bergamín. Y lo hace con el derecho de amigo, y con el de habérselo dedicado Bergamín al Autor el 19 de agosto de 1981, en Madrid.
Digo —canto y cuento—:
«“Puesto ya el pie en el estribo”… para saltar la barrera, estoy esperando al toro, ¡ay!, pero el toro no llega. Me está dando el corazón que, al fin, tendré que tirarme de cabeza al callejón.»
* * *
A los noventa años estoy esperando al toro: a la muerte. ¡Ay!, pero la muerte no me llega. Me está dando el corazón que, al fin, tendré que tirarme de cabeza al callejón, sin salida o evasión que son Providencia, Historia, Dialéctica…, exponiéndome a que me coja EL GRAN TORO: DIOS.
[1] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos / Gobierno de Navarra, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
Para recordar ahora los datos esenciales relativos a Juan David García Bacca, me limitaré a transcribir estas palabras de la entrada bio-bibliográfica que le dedica Ana Azanza Elío en su Diccionario de pensadores:
Nacido en Pamplona en 1901, ha desarrollado su labor docente y de investigación en las Universidades de Santiago de Compostela, Barcelona y Caracas.
Sus obras más conocidas son: Introducción a la logística (Barcelona, 1935-36); Introducción a la lógica moderna (Barcelona, 1936); Invitación a filosofar (Méjico, 1940); Filosofía en metáforas y parábolas (Méjico, 1946); Siete modelos de filosofar (Caracas, 1950); Antropología filosófica contemporánea (Caracas, 1957); Metafísica natural estabilizada y problemática (Méjico, 1963). A él se deben además traducciones de Platón, Plotino y Euclides, y la Poética de Aristóteles, con otros textos de los presocráticos.
Discípulo de Ortega, pero con reminiscencias escolásticas, de las que quiere separarse, dedica su atención preferente a temas de lógica y logística. En sus escritos de filosofía metafísica aparecen motivos existencialistas, sobre todo en sus grandes obras sistemáticas, la Antropología y la Metafísica, en que se trasluce un pensamiento original de fondo realista y ontológico bajo un ropaje existencialista[1].
Hay, por otra parte, estudios que abordan de forma sistemática el pensamiento de García Bacca[2], quien ha sido considerado —por Carlos Beorlegui, uno de los mejores conocedores de su obra— el filósofo más significativo del exilio republicano español:
Uno de los protagonistas del último capítulo, quizás el más sangriento, de esta historia de discontinuidades es Juan David García Bacca, máximo representante del grupo de filósofos de la llamada «generación del exilio republicano de 1939». De indiscutible prestigio intelectual fuera de nuestras fronteras, especialmente en el mundo hispanohablante, entre nosotros ha resultado, hasta no hace mucho, un perfecto desconocido, al igual que el resto de sus compañeros de exilio. La impenetrabilidad del franquismo se encargó de mantener a la sociedad española en el olvido de la llamada por J. Bergamín «España peregrina»[3].
Efectivamente, estamos ante un pensador apenas conocido e insuficientemente estudiado en España, aunque en los últimos años han aparecido algunos trabajos importantes. Un estudio completo de su quehacer pretende ser el del citado Carlos Beorlegui, del año 1998[4], quien destaca dos aspectos de la filosofía de García Bacca: en primer lugar, su carácter proteico y «amiboide», articulado a lo largo del tiempo en cinco etapas; y, en segundo lugar, su carácter utópico y audaz (de ahí precisamente el subtítulo de su trabajo, La audacia de un pensar), que le empuja a filosofar con absoluta libertad y osadía, «sin miedo a la verdad y al error», acerca de todos los temas fundamentales de la filosofía, desde la lógica y la filosofía de la ciencia, hasta la cosmología, la historia de la filosofía, la música, el hombre (ahí está su interesante concepción de la trans-finitud del hombre) y Dios (entendido como trasfondo último del universo). Nos hallamos —sigo parafraseando aquí a Beorlegui— ante un pensamiento sugestivo, profundo y, en ocasiones, provocador, cuya lectura ha producido en algunos adhesiones entusiastas, y en otros, desconcierto e incluso rechazo; pero casi nunca indiferencia:
Se podrá estar o no de acuerdo, total o parcialmente, con sus planteamientos filosóficos, pero no cabe duda de que la lectura de sus libros no deja nunca al lector en una postura indiferente. Su obra provoca admiración por la vastedad de los conocimientos que maneja, el interés y la hondura de los temas que plantea y la libertad con que expresa sus opiniones, sin importarle demasiado si coincide con la opinión de los «ismos» de moda. Es más, en muchos momentos le gusta ser provocativo y “malicioso”, para suscitar la reacción reflexiva del lector[5].
El estudio de Beorlegui aborda estos apartados: «En el horizonte del neotomismo» (donde traza la biografía humana e intelectual de García Bacca y estudia las múltiples influencias iniciales), «El “vitalismo historicista”», «La vuelta a la metafísica y la irrupción del en-ser», «La dimensión socioeconómica de la realidad» y «El porvenir del mundo y del hombre tecnificados». A esos capítulos añade un epílogo titulado «La audacia de un pensar», donde destaca que el de García Bacca era —en el momento de publicar su trabajo, en 1988, el filósofo seguía vivo— un pensamiento abierto, con una obra todavía en producción.
Destaca, pues, en García Bacca la audacia de su pensar, es decir, «el pensar audazmente»[6]. Su filosofía quiere ser una filosofía de la vida, con adscripción en gran medida al raciovitalismo orteguiano, según el cual no se puede separar filosofía y vida. El hombre, caminante incansable, empresario de sí mismo, es considerado el único absoluto de todo el universo. Abierto siempre a todo tipo de influencias —continúa explicando Beorlegui, al que sigo de cerca en este resumen—, García Bacca se ha negado a formar escuela. Con su talante abierto y audaz, ha tratado de acercarse al mayor número posible de saberes: matemáticas, lógica, música, literatura, y una especial inclinación a Platón, el filósofo-literato: «García Bacca sí cree ser una obligación no sólo escribir literariamente, sino escribir sobre las relaciones entre filosofía y literatura»[7].
Sus aportaciones principales —de nuevo en palabras de Carlos Beorlegui— serían:
1) Su insistencia en filosofar desde las más recientes e importantes aportaciones de las diferentes ciencias naturales y humanas.
2) Su confianza y optimismo en el poder del hombre para conocer cualquier parcela de la realidad y transformarla, desde unos planes racionales previos.
3) El empeño y decisión por situar al hombre en el centro de su reflexión filosófica, y en el centro de la estructura ontológica y axiológica de su cosmovisión. De ahí se desprende, en primer lugar, el marcado acento prometeico y ético que impregna toda su obra; y, en segundo lugar, su no menos marcado acento fáustico, que no se conforma más que colocando al hombre como único Señor y Creador de sí y del universo; esto es, haciendo ocupar al hombre el lugar de Dios.
4) La invitación a pensar y a transformar la realidad sin cortapisas, superando cualquier tipo de barrera y dogmatismo. El hombre está hecho para romper todo límite. No en vano es el transfinito, el que sabe siempre salirse de todas las encerronas y emboscadas que le tiende permanentemente la realidad[8].
En definitiva, García Bacca es un filósofo «sugerente, profundo, personal, digno de ser dado ampliamente a conocer y ser recuperado para nuestro ámbito filosófico»[9]. Su obra es bastante extensa, y entre sus principales trabajos se cuentan los siguientes: Introducción a la lógica moderna (1936), El poema de Parménides (Atentado de hermenéutica histórico-vital) (1942, traducción y comentarios), Introducción general a las Enéadas (1948), Siete modelos de filosofar (1950), Antología del pensamiento filosófico venezolano: siglos XVII-XVIII (1954), Fragmentos filosóficos de los presocráticos (1954 y 1963), Antropología filosófica contemporánea. Diez conferencias (1955 y 1982), Textos clásicos para la historia de las ciencias (1961 y 1968), Historia filosófica de la ciencia (1963), Curso sistemático de filosofía actual (filosofía, ciencia, historia, dialéctica y sus aplicaciones) (1969), Lecciones de historia de la filosofía (1972), Filosofía y teoría de la relatividad (1979), Los presocráticos: Jenófanes, Parménides, Empédocles, Refranero clásico griego, Heráclito, Alcmeón, Zenón, Meliso, Filolao, Anaxágoras, Diógenes de Apolonia, Leucipo, Metrodoro de Kío, Demócrito (1984, traducción y notas), Elogio de la técnica (1987), Filosofía de la música (1990) o Nueve grandes filósofos contemporáneos y sus temas: Bergson, Husserl, Unamuno, Heidegger, Scheler, Hartmann, W. James, Ortega y Gasset, Whitehead (1990).
Pero —y con esto nos acercamos ya al libro que ahora nos interesa—, en varios de sus trabajos mezcló García Bacca lo filosófico con lo literario. Por ejemplo, basta con examinar estos otros títulos, que completan el corpus de su producción: Filosofía en metáforas y parábolas (Introducción literaria a la filosofía) (México, D. F., Talleres Tipográficos Modelo, 1945), Tres ejercicios literario-filosóficos de dialéctica (Barcelona, Anthropos, 1983), Tres ejercicios literario-filosóficos de economía (Barcelona, Anthropos, 1983), Invitación a filosofar según espíritu y letra de Antonio Machado (Barcelona, Anthropos, 1984), Tres ejercicios literario-filosóficos de moral (Barcelona, Anthropos, 1984), Tres ejercicios literario-filosóficos de antropología (Barcelona, Anthropos, 1984), Tres ejercicios literario-filosóficos de lógica y metafísica (Barcelona, Anthropos, 1986), De magia a técnica: ensayo de teatro filosófico-literario-técnico[10] (Barcelona, Anthropos, 1989), Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos (Barcelona, Anthropos, 1991) o, en fin, el libro aparecido de forma póstuma, Sobre virtudes y vicios: tres ejercicios literario-filosóficos (Barcelona, Anthropos, 1993).
En las próximas entradas voy a centrarme en Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos[11], publicación que aporta una lectura original y poco divulgada de la novela cervantina. Resumiré primero la estructura externa y el contenido de la obra de García Bacca, y mencionaré después las ideas clave acerca del Quijote y de don Quijote con las que el filósofo aborda el análisis de las aventuras más significativas del hidalgo y caballero andante de la Mancha[12].
[1] «Juan David García Bacca (Pamplona, 1901-Caracas, 1992)», en Ana Azanza Elío, Diccionario de pensadores. I. Pensadores navarros. Siglos XII-XX, Pamplona, Ediciones Eunate, 1996, p. 317.
[2] Véanse, entre otros, estos trabajos: Mireya Perdomo de González, Bibliografía de Juan David García Bacca, presentación de Ermila Elíes de Pérez Perazzo, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1981; monográfico dedicado a García Bacca, Anthropos. Revista de Documentación Científica de la Cultura, 9, 1982 (y nueva edición en 1991); Carlos Beorlegui, La filosofía del hombre en Juan David García Bacca, tesis doctoral, Bilbao, Universidad de Deusto (Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Departamento de Filosofía), 1983, 2 vols.; Ignacio Izuzquiza, El proyecto filosófico de Juan David García Bacca, Barcelona, Anthropos, 1984; Javier Recás Bayón, El programa metafísico de Juan David García Bacca: de una ontología de la probabilidad a una metafísica transformadora, memoria de licenciatura, Madrid, Universidad Complutense de Madrid (Facultad de Filosofía), 1985; Carlos Beorlegui, «El pensamiento de Juan David García Bacca, un filósofo navarro desconocido», Príncipe de Viana, 6, 1986, pp. 213-240; José Luis L. Aranguren, «Juan David García Bacca, pensador de Dios», Saber Leer, 8, 1987, pp. 8-9; Ludovico Silva, «Juan David García Bacca, filósofo en castellano», Mundaiz, 33, enero-junio de 1987, pp. 79-92; Carlos Beorlegui, «La presencia de Ortega y Gasset en el pensamiento de García Bacca», Letras de Deusto, vol. 18, núm. 40, 1988, pp. 93-117. Carlos Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, Bilbao, Universidad de Deusto, 1988; Juan F. Porras Rengel, «Semblanza heterodoxa de Juan David García Bacca», en Juan David García Bacca: exposición bibliográfica, hemerográfica, sonora, fotográfica y de manuscritos, Caracas, Instituto Autónomo-Biblioteca Nacional y de Servicio de Bibliotecas, 1988; Ana Azanza Elío, «Juan David García Bacca (Pamplona, 1901-Caracas, 1992)», en Diccionario de pensadores. I. Pensadores navarros. Siglos XII-XX, Pamplona, Ediciones Eunate, 1996, pp. 317-339; Roberto Aretxaga Burgos, La filosofía de la técnica de Juan David García Bacca, tesis doctoral, Bilbao, Universidad de Deusto (Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Departamento de Filosofía), 1998; Nilo Palenzuela, El hijo pródigo y los exiliados españoles. Poesía y filosofía: García Bacca y María Zambrano, Madrid, Verbum, 2001; Carlos Beorlegui, «Vigencia y actualidad de la filosofía de García Bacca», Letras de Deusto, vol. 32, núm. 94, 2002, pp. 43-69; Cristina de la Cruz, «El pensamiento de García Bacca, una filosofía para nuestro tiempo», Letras de Deusto, vol. 32, núm. 94, 2002, pp. 43-69; Carlos Beorlegui, La filosofía de Juan David García Bacca en el contexto del exilio republicano, Bilbao, Universidad de Deusto, 2003; Carlos Beorlegui, Cristina de la Cruz y Roberto Aretxaga (eds.), El pensamiento de Juan David García Bacca, una filosofía para nuestro tiempo. Actas del Congreso Internacional de Filosofía: Centenario del nacimiento de Juan David García Bacca (Bilbao, 15-19 de octubre de 2001), Bilbao, Universidad de Deusto, 2003; y Jorge M. Ayala, Juan David García Bacca: biografía intelectual (1912-1938), Madrid, Ediciones Diálogo Filosófico, 2005.
[3] Carlos Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, Bilbao, Universidad de Deusto, 1988, p. 18.
[5] Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, pp. 252-253.
[6] Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, p. 245.
[7] Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, p. 248.
[8] Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, p. 249.
[9] Beorlegui, García Bacca, la audacia de un pensar, p. 253.
[10] Este libro comienza con una destacada evocación cervantina: «El Retablo de Maese Pedro, una de las aventuras del Quijote, abre el ensayo. Sirve para ilustrar el mensaje que García Bacca quiere sugerir al lector, acercar la filosofía a las artes y a las ciencias e inversamente, que la filosofía se aventure a ser enseñada por los demás saberes» (Beorlegui, 1988, p. 333).
[11] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
Como es bien sabido, el Quijote ha acumulado a lo largo de los siglos multitud de lecturas e interpretaciones. Investigadores, críticos literarios, escritores, pensadores, ensayistas… se han acercado a las páginas de la inmortal novela cervantina con una enorme variedad de enfoques, la han abordado con metodologías, perspectivas y objetivos diversos, han aportado sus contribuciones y establecido nexos de conexión desde ramas del conocimiento muy diferentes. Sucede que en el Quijote está contenido “casi” todo y, en consecuencia, sobre el Quijote se ha podido decir —con mayor o menor tino— “casi” de todo. Por supuesto, también desde el ámbito filosófico ha habido importantes y brillantes aproximaciones, y baste ahora con recordar tan solo el nombre preclaro de Ortega y Gasset.
Pues bien, otro filósofo que en fechas más recientes ha contribuido al estudio de la novela cervantina es Juan David García Bacca (Pamplona, 1901-Quito, 1992), uno de los pensadores españoles más destacados del siglo XX, aunque su figura y su obra seguramente no resultan aquí tan conocidas como debieran[1], en buena medida porque durante la Guerra Civil hubo de exiliarse y vivió sucesivamente en Ecuador, México y Venezuela. Su producción se centró en la filosofía escolástica, la lógica matemática y la filosofía de las ciencias formales y de las ciencias físicas, pero también se interesó en el cultivo de las Humanidades. Así, de entre sus obras filosófico-literarias, destaca la titulada Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, publicada en 1991[2], que es la que pretendo recuperar en sucesivas entradas. En concreto, expondré las ideas esenciales contenidas en su libro, especialmente la definición de los cuatro categoriales de Señorío, Salero, Corazonada y Raciocinancia que García Bacca aplica sistemáticamente a las aventuras y personajes del Quijote y que le permiten abordar el texto cervantino a una nueva y original luz[3].
[1] José Luis Abellán, en su Filosofía española en América (1936-1966), ha escrito que «Juan David García Bacca es quizá la mente filosófica más poderosa de todas las que tenemos en América y una de las primeras figuras de la filosofía en lengua española de todos los tiempos».
[2] Juan David García Bacca, Sobre el «Quijote» y don Quijote de la Mancha: ejercicios literario-filosóficos, Barcelona, Anthropos / Gobierno de Navarra, 1991 (Colección Pensamiento Crítico-Pensamiento Utópico, 59). Citaré siempre respetando las peculiaridades de García Bacca en lo que se refiere al uso de mayúsculas, cursivas y otros recursos que emplea para destacar tipográficamente determinados conceptos o expresiones.
En el teatro español del Siglo de Oro existen varias piezas que tienen como tema la conquista de Chile y la prolongada guerra de Arauco[1]. Dentro de ese corpus, hay algunas comedias que fueron encargadas por la propia familia de los Mendoza con la finalidad de prestigiar la figura del cuarto marqués de Cañete, quien en su etapa como gobernador de Chile (1557-1561) había logrado notables avances en la pacificación del rebelde territorio de Arauco, pero cuyos méritos e importancia no quedaron reconocidos por Alonso de Ercilla en su famosa Araucana (cuyas tres partes se publicaron en 1569, 1578 y 1589). Para contrarrestar aquel voluntario olvido se preparó un amplio programa de propaganda[2] que incluyó no solo varias obras de teatro, sino también crónicas, biografías, poemas épicos, etc.
Pedro Subercaseaux (1904), Epopeya de Chile.
Esta extensa e intensa campaña de propaganda se desarrolló, a lo largo de una treintena de años aproximadamente, en América y en España, en dos etapas cronológicas cuyos principales hitos pueden resumirse así: en Perú, con la redacción de obras encargadas por el marqués de Cañete, como la crónica de Mariño de Lobera (1589) y el Arauco domado de Oña (1596); y más tarde en España, primero por iniciativa del propio don García (Arauco domado de Lope[3], en el quicio de los siglos XVI y XVII), y luego, tras su muerte ocurrida en 1609, por encargo[4]de su hijo don Juan Andrés, correspondiendo a esta nueva fase la biografía de Cristóbal Suárez de Figueroa del año 1613; Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, comedia escrita por nueve ingenios capitaneados por Luis de Belmonte Bermúdez, que se representó y publicó en Madrid en 1622[5]; y El gobernador prudente, de Gaspar de Ávila (en torno a 1624-1625, coincidiendo con la entrega a las prensas, en el año de 1625, de la comedia lopesca, si bien no sería publicada hasta 1663[6]).
En varios trabajos anteriores he abordado cuestiones diversas relacionadas con la comedia Arauco domado, de Lope de Vega. En esta ocasión me propongo un nuevo acercamiento, centrado en los aspectos históricos y, más concretamente, en todo lo relacionado con la guerra entre españoles y araucanos (hechos de armas, estrategias, combates…). En sucesivas entradas comentaré, en primer lugar, la consideración de Arauco domado como «drama de hechos famosos», en el que cabe reconstruir con bastante exactitud el telón de fondo histórico sobre el que se construye la acción de la comedia. En efecto, Lope hace el esfuerzo de ofrecer una documentación histórica seria, a diferencia de lo que sucederá en las piezas más tardías del corpus (hasta llegar a Los españoles en Chile, de González de Bustos, donde la guerra de Arauco no es más que un mero telón de fondo exótico sobre el que superponer una serie de episodios amorosos). En la comedia de Lope es posible reconstruir con bastante precisión los sucesos históricos que evoca, con una cronología (bastante) rigurosa; lo que no quita, por supuesto, para que el Fénix modifique o altere la historia en función de sus necesidades dramáticas. Este sería, pues, el primer aspecto a examinar: lo que hay de histórico en Arauco domado. En segundo lugar me referiré a la guerra vista desde el bando español (cabe destacar el retrato de don García como general precavido y victorioso) y también desde el campo araucano (la comedia refleja sus formas de ataque y da cuenta, además, de la asimilación de las armas españolas capturadas en combate y de los caballos)[7].
[1] Para el tema de las guerras de Arauco en el teatro, ver Patricio C. Lerzundi, Arauco en el teatro del Siglo de Oro, Valencia, Albatros Hispanófila Ediciones, 1996; y Mónica Escudero, De la crónica a la escena. Arauco en el teatro del Siglo de Oro, New York, Peter Lang, 1999. Sobre la cultura de la guerra y el teatro es fundamental el trabajo de David García Hernán, La cultura de la guerra y el teatro del Siglo de Oro, Madrid, Sílex Ediciones, 2006. Todas las citas de Arauco domado son por la reciente edición de Laplana Gil: Arauco domado por el Excelentísimo Señor don García Hurtado de Mendoza, ed. de José Enrique Laplana Gil, en Lope de Vega, Comedias. Parte XX, tomo I, ed. crítica de PROLOPE, Barcelona, Gredos, 2021, pp. 609-835, con algún ligero retoque en la puntuación, que no señalaré.
[2] Ver Victor Dixon, «Lope de Vega, Chile and a Propaganda Campaign», Bulletin of Hispanic Studies, 70.1, 1993, pp. 79-95. Hay traducción española: «Lope de Vega, Chile y una campaña propagandística», en Victor Dixon, En busca del Fénix: quince estudios sobre Lope de Vega y su teatro, ed. al cuidado de Almudena García González, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2013, pp. 131-155. Ver también Germán Vega García-Luengos, «Las hazañas araucanas de García Hurtado de Mendoza en una comedia de nueve ingenios. El molde dramático de un memorial», Edad de Oro, X, 1991, pp. 199-210.
[3] Pueden consultarse, entre otros muchos estudios, los siguientes: Eduardo Toda Oliva, «Arauco en Lope de Vega», Nuestro Tiempo, 17, 1962, pp. 48-71; Sturgis E. Leavitt, «Lope de Vega y el Nuevo Mundo», Mapocho, 1, 1963, pp. 32-42; Elena Martínez Chacón, «Una comedia chilena de Lope de Vega», Mapocho, 5, 1965, pp. 5-33; y José MaríaRuano de la Haza, «Las dudas de Caupolicán: El Arauco domado de Lope de Vega», Theatralia, 6, 2004, pp. 31-48.
[4] Estas obras de encargo —que dejaban pingües beneficios a los dramaturgos— deben estudiarse en el contexto del mecenazgo teatral y literario. Ver, entre otros trabajos, el de Teresa Ferrer Valls, Nobleza y espectáculo teatral (1535-1622). Estudio y documentos, Sevilla / Valencia, UNED / Universidad de Sevilla / Universitat de València, 1993.
[7] Para más detalles remito a mi reciente trabajo: Carlos Mata Induráin, «“Toda la guerra en el ardid consiste”: armas, estrategias y combates en Arauco domado de Lope de Vega», en Juan Manuel Escudero Baztán (ed.), La cultura de defensa en la literatura española del Siglo de Oro, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2024, pp. 99-115.
Ya hacia el final de la novela[1], don Juan comentará en un corrillo la muerte de don Fernando Pimentel, el hijo del conde de Benavente, ocurrida el día 7 de ese mismo mes, y señala: «De amores dicen que murió […], buena enfermedad es, y Dios me acabe de ella» (p. 18b). Y se incluye la advertencia, recogida en el relato tradicional de los hechos, de don Baltasar de Zúñiga, confesor del rey y tío del privado, quien le avisa: «Téngase y mire lo que habla y cómo habla, que tiene peligro de la vida» (p. 19b). Y nos acercamos así al desenlace: cuando regresa de Palacio a su casa en la calle Mayor, un hombre detiene en las Platerías el coche del conde, diciendo que trae un recado urgente para él; Villamediana se dispone a apearse sin ningún recelo y, cuando pone el pie en el estribo, el asesino con una ballestilla «asestole tal golpe en el pecho, que allí mesmo vació la vida del noble y aventurero poeta» (p. 20b), apostilla el narrador. Don Luis de Haro, amigo que le acompañaba, quiere ir tras el agresor, pero tropieza y cae sobre el conde, al tiempo que unos embozados resguardan al matador.
Manuel Castellano, Muerte del conde de Villamediana (1868). Museo del Prado (Madrid, España).
«Del asesino nada se supo, por fórmula solamente abriose una indagatoria, pero ya con el premeditado fin de no hallar al traidor…» (p. 20b). Sea como sea, queda memoria del nombre —Ignacio Méndez— de un guarda mayor de la Casa de Campo que se ha convertido en el brazo siniestro de Felipe IV, cuyos agravios secretos venga. Y este es el final de la novelita:
Nadie sabe si fueron o no ciertas las causas a que se atribuyen la mala muerte del conde en lo que atiende al enamoramiento con la reina Isabel, pero tanto empeño tuvo él en insinuarlo, que bien pudiera.
Creen los más que la venenosa pluma y el desaprensivo y franco decir fueron quienes trajéronle a este término desastroso.
Yo pienso que unos y otros se juntaron; pero muy a pesar del interés que mostró la villa toda y de los epigramas y elegías de los más notables ingenios, ninguno prevaleció; solo quedó como artículo de fe
que el matador fue Bellido y el impulso soberano… (p. 20b).
Para concluir este somero análisis, solamente queda por decir que esta novela corta de Diego San José quizá no sea de una calidad literaria excepcional, pero no está exenta de interés, y creo que merece la pena recordarla por constituir un eslabón —uno más de los muchos existentes— de la larga cadena de recreaciones del conde de Villamediana —de su vida, sus andanzas y su muerte— desde el terreno de la ficción literaria[2].
[1] Diego San José, Amoríos reales. Cómo y por qué murió Villamediana. Hojas sueltas del libro de memorias de un pretendiente (contemporáneo del conde) que llegó a conseguir su pretensión. Publícalas ahora con licencia…, ilustraciones de Pedrero, Los Contemporáneos, núm. 306, 6 de noviembre de 1914.
[2] Para más detalles remito a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «El conde de Villamediana en la narrativa histórica española del siglo XX: Amoríos reales. Cómo y por qué murió Villamediana (1914), de Diego San José», en Juan Manuel Escudero Baztán y Rebeca Lázaro Niso, El hacedor de las musas. Homenaje al Prof. Francisco Domínguez Matito, Logroño, Cilengua (Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española), 2023, pp. 359-368.