La comedia de El gobernador prudente de Gaspar de Ávila fue publicada en 1663[1], en la parte XXII de Comedias escogidas, seguramente de forma póstuma[2]. Según José Toribio Medina, sus fuentes son La Araucana de Ercilla (1589) y la biografía de Suárez de Figueroa (1613). Pero, como recuerda Patricio Lerzundi, el dramaturgo también disponía de Algunas hazañas de nueve ingenios y de Arauco domado de Lope. Para Medina, la comedia habría sido escrita poco después de 1613. Pero, como acertadamente señala Lerzundi, no puede ser anterior a 1622-1625, por las precisas alusiones que contiene a los mártires jesuitas del Japón[3].
Repasaré ahora algunas opiniones vertidas por la crítica sobre ella. Así, por ejemplo, Medina comenta lo siguiente:
Escrita al mismo propósito que la de los nueve ingenios, y aun, muy probablemente, con anterioridad a ella, y con colores más subidos en el realce de la figura del protagonista, fue El Gobernador prudente, de Gaspar de Ávila. Su título está indicando ya que su autor iba a pintarnos a don García Hurtado de Mendoza bajo un aspecto muy diverso de aquel con que lo caracterizó Ercilla, no siendo otra cosa, en el fondo, que la réplica al calificativo de «mozo capitán acelerado» con que se le ve tildado en La Araucana. Lo que no es posible decir es si Ávila quiso vindicar la memoria del que fue gobernador de Chile por inspiración propia, o si para ello medió todavía alguna influencia, manifestada en recompensa pecuniaria o en otra forma, de la familia de aquél[4].
Por su parte, Remedios Morán Martín comenta que en estas obras panegíricas las crónicas y la literatura se dan la mano al esbozar los aspectos de la imagen de don García que él mismo —y luego su hijo— quiso difundir:
Es la imagen del hombre religioso, por encima de todo, generoso con el enemigo al mismo tiempo que valeroso en la guerra, consciente y orgulloso de su estirpe…, atributos que encajaban perfectamente en el héroe de los poemas épicos y de los protagonistas de comedias en el siglo XVI y XVII. Sin embargo, ¿no es esta la forma de crear la imagen de un héroe popular más que una verdadera reivindicación de la figura de un militar y un político que era la realidad histórica de García Hurtado de Mendoza? La literatura, incluso las crónicas, son parcas al esbozar la actuación administrativa y la ideología de don García, teniendo que bucear en miles de versos y descripciones de escenas bélicas [para encontrar] algún dato que nos caracterice a este gobernador y virrey de Chile y Perú, respectivamente[5].
Morán Martín echa en falta la presencia en estas piezas del discurso político, de su actuación gubernativa[6]. En su opinión, en estas obras «don García se desdibuja como político y como funcionario para convertirlo en un héroe que no llega a convencer»[7]. Y en la conclusión de su trabajo señala que en la literatura
el panegírico que se hace de García Hurtado de Mendoza no puede ser más mediocre y desvaído, de tal forma que desde la composición de la crónica de Mariño de Lobera por Escobar y la obra de Suárez de Figueroa, pasando por el poema de Pedro de Oña hasta terminar por Lope de Vega, como el más genial en el terreno de lo posible, nos encontramos una y otra vez con una enumeración de hechos carentes de la más mínima convicción para crear la imagen que se pretendía olvidada y que se reproduce sin garra épica ni histórica[8].
Mencionaré, por último, la opinión de Moisés R. Castillo:
Ciertamente la obra de Ávila manifiesta esa doble visión con respecto a la conquista: su propósito encomiador de la figura de Don García, noble ilustre que lleva por fin «la paz» y «la verdad» a Arauco rebelado, sirve en notable medida como plataforma para criticar la actuación negligente y avariciosa de los militares que hasta entonces habían gobernado ese fiero territorio[9].
Podría añadirse algún juicio crítico más, pero mejor pasar ya al análisis de la pieza de Ávila, cosa que haremos en entradas sucesivas.
[1] Esta entrada forma parte del Proyecto «Autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro. Estrategias, géneros, imágenes en la primera globalización» del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (FFI2014-52007-P).
[2] «De Ávila conocemos pocos datos biográficos. Cervantes y Lope de Vega lo califican de ingenio aventajado. En realidad, tan sólo se sabe, con plena certeza, que fue secretario de la marquesa del Valle», escribe Alberto Pérez-Amador Adam, De legitimatione imperii Indiae Occidentalis. La vindicación de la Empresa Americana en el discurso jurídico y teológico de las letras de los Siglos de Oro en España y los virreinatos americanos, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2011, pp. 341-342. Ver José María Rubio Paredes, «Gaspar y Nicolás Dávila, como sus hermanos, nacieron en Cartagena», Murgetana, 68, 1985, pp. 17-35 y Mariano de Paco, «Andrés de Claramonte y Gaspar de Ávila: visión de las Indias», Murgetana, 86, 1993, pp. 131-144, así como el prólogo de José Toribio Medina a su edición de El gobernador prudente, en Dos comedias famosas y un auto sacramental basados principalmente en «La Araucana» de Ercilla, Santiago / Valparaíso, Soc. Imprenta-Litografía Barcelona, 1915, pp. 1-8, y el estudio preliminar de María del Carmen Hernández Valcárcel a su edición de Gaspar de Ávila, Comedias, Murcia, Universidad de Murcia, 1990.
[3] José Toribio Medina, en Dos comedias famosas…, p. 20, señala los elementos que toma Ávila de Ercilla y de Suárez de Figueroa.
[4] Medina, Dos comedias famosas…, pp. 104-105 del prólogo. Sobre Gaspar de Ávila, ver las pp. 1-8 del prólogo a su edición de El gobernador prudente.
[5] Remedios Morán Martín, «García Hurtado de Mendoza ¿gobernador o héroe?», Espacio, Tiempo y Forma, serie IV, Historia Moderna, t. 7, 1994, p. 72.
[6] En este punto estoy en desacuerdo con Morán Martín, pues al menos El gobernador prudente sí incide con cierto detalle en los aspectos relacionados con el gobierno. Eso sí, como enseguida veremos, no se trata de que el dramaturgo reconstruya en su comedia todos los datos históricos de la gobernación de don García Hurtado de Mendoza, sino de proponerlo como ejemplo modélico de buen gobernante.
[7] Morán Martín, «García Hurtado de Mendoza ¿gobernador o héroe?», p. 76.
[8] Morán Martín, «García Hurtado de Mendoza ¿gobernador o héroe?», p. 85.
[9] Moisés R. Castillo, Indios en escena: la representación del amerindio en el teatro del Siglo de Oro, West Lafayette (Indiana), Purdue University Press, 2009, p. 96.