Lope de Vega, sacerdote y amante

Lope se amanceba con Marta de Nevares a finales de 1616[1]. Ella tiene 26 años y él, 54. Son los de ahora unos amores sacrílegos (Lope es sacerdote) y adúlteros (Marta está casada, aunque pronto será viuda). Una vez más, el espíritu sigue en lucha tenaz con la carne. A Marta la conoció en una fiesta poética, y fue primero un sentimiento platónico, como le escribe al duque de Sessa, en carta con posible datación a comienzos de septiembre de 1616:

Certifico a Vuestra Excelencia que ha grandes tiempos que es este amor espiritual y casi platónico, pero que en el atormentarme más parece de Plutón que de Platón, porque todo el infierno se conjura contra mi imaginación.

Pero la carne es débil, y unos meses después, en junio de 1617, cambia de tono al referirse a ella:

Porque yo estoy perdido, si en mi vida lo estuve, por alma y cuerpo de mujer, y Dios sabe con qué sentimiento mío, porque no sé cómo ha de ser ni durar en esto, ni vivir sin gozarlo […] Esta noche no he dormido, aunque me he confesado. ¡Malhaya amor que se quiere oponer al cielo!

Ello es estrella mía; yo pienso rogar a las canas que me enseñen dónde vive la prudencia, pues dicen que son sus aposentadoras, aunque la ira siempre hace que se yerre el camino de hallarla y el bien y descanso de poseerla.

Firma de Lope de Vega

Y en otra, con el tono de picardía y desvergüenza tan habitual en estas cartas, refiere:

… estoy en el estado que pintaré aquí, pasando muy lindas mañanas en los brazos de un sujeto entendido, limpio, amoroso, agradecido y fácil, cuya condición, si no mienten principios, parece de ángel. […] he hallado, finalmente, médico a mis heridas, que desde una legua se me ve el parche; trabajo y cuidado me costaron estos principios, pero como me resolví, todo se hizo a pedir de boca.


[1] El texto de esta entrada está extractado del libro de Ignacio Arellano y Carlos Mata Induráin Vida y obra de Lope de Vega, Madrid, Homolegens, 2011. Se reproduce aquí con ligeros retoques.

Lope conoce a Marta de Nevares

Lope de VegaEl Fénix sigue acumulando cargos y dignidades eclesiásticas, e igualmente los amores se suceden sin pausa[1]: «Lanzado otra vez por la pendiente de la pasión y el desenfreno, Lope se esclaviza con una querencia definitiva», señala bellamente Donald McGrady. Se trata en esta ocasión de Marta de Nevares (Amarilis, Marcia Leonarda), nacida en el seno de una familia hidalga de Alcalá («adonde el claro Henares se desata / en blando aljófar»), una mal casada desde los trece años con un mercader soez y grosero llamado Roque Hernández de Ayala, al que evoca Lope en unos versos recogidos en La vega del Parnaso:

… rudo y indigno de su mano hermosa,
a pocos días mereció su mano,
no el alma, que negó la fe de esposa,

en cuyo altar le confesó tirano;
aquella noche infausta y temerosa,
con tierno llanto resistida en vano […]

¿Qué desdicha fatal de las hermosas
es esa de tener tales empleos?
¿Siempre las feas han de ser dichosas?


[1] El texto de esta entrada está extractado del libro de Ignacio Arellano y Carlos Mata Induráin Vida y obra de Lope de Vega, Madrid, Homolegens, 2011. Se reproduce aquí con ligeros retoques.