De la serie de sonetos de los Triunfos divinos con otras rimas sacras de Lope de Vega dedicados a la moralidad de la rosa, añadamos hoy el que comienza «Por labios de coral la blanca aurora». En este caso, son los trece primeros versos los que describen los efectos que causa el paso del tiempo (solo un día: desde el alba hasta la noche, pasando por el mediodía: ver los vv. 1-2, 6 y 9) en la belleza de la rosa. El sujeto lírico la contempla primero en todo su esplendor, para descubrirla, al cabo de unas horas marchita y agostada. Y el último verso funciona a modo de epifonema que resume la moralidad del caso: «¡oh, belleza mortal, fímera breve!».
Por labios de coral la blanca aurora
pronósticos del sol introducía,
cuando la rosa, que a su luz se abría,
en hojas de rubí perlas colora.Sentada en esmeraldas granos dora,
coronel de carmín al mediodía,
púrpura enciende y vana desafía
cuantas lluvioso abril le debe a Flora.Volví a la noche y vi que el nácar puro,
los pirámides verdes mal doblados,
quebró la copa en que el aljófar bebe,y que, plegado el pabellón escuro,
ocultaba los átomos dorados:
¡oh, belleza mortal, fímera breve![1]